IMPULSO/ Miguel Á. García
Toluca
La inaccesibilidad de un alto porcentaje de la población mexicana, al sistema de salud, favorece la automedicación, pues los fármacos a un menor costo, los consultorios con precio mínimo en, incluso, las medicinas sobrantes de tratamientos pasados, son la primera barrera para enfrentar la enfermedad de más de la mitad de la población mexicana.
Anna Esqueda, investigadora de la Facultad de Química de la UAEM, explica que la utilización por voluntad propia, de medicamentos conocidos o prescritos anteriormente por un médico es un hecho cotidiano y habitual en la mayoría de los hogares de nuestro país, y pese a que pone en riesgo su salud responde a la condición económica más que a una actitud de desatención o descuido.
La automedicación vista como la práctica mediante la cual la población reconoce por sí misma sus enfermedades o síntomas y los trata con medicamentos disponibles sin prescripción médica representa un grave problema de salud pública y afecta seriamente a la población.
Reprocha que esto se ve favorecido, por el incremento de la propaganda de los medicamentos en los medios de comunicación, falta de acceso a fuentes de información confiables y el desarrollo de la industria farmacéutica, que despliega una disponibilidad cada vez mayor de medicamentes más efectivos y de libre acceso.
“Esto incrementa los costos del tratamiento y reduce la calidad de vida de los pacientes” afirma.
Sin embargo, reitera y advierte, la automedicación favorece el uso irracional de recursos terapéuticos, generando problemas tales como: resistencia a antibióticos, ineficacia terapéutica, aparición de reacciones adversas, presencia de efectos tóxicos e interacciones farmacológicas severas.