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SABOTAJE TERRORISTA EN VENEZUELA

IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave

Columnista

Cuba condena el sabotaje terrorista contra el sistema eléctrico de Venezuela, condena a la que nos unimos todas las naciones y las mujeres y los hombres libres del mundo. El siguiente es el comunicado del gobierno cubano, que se está reproduciendo en todas partes del planeta, porque, absolutamente, es una obligación difundir la verdad de estos ataques a la soberanía de los pueblos:

“El Gobierno Revolucionario condena enérgicamente el sabotaje al suministro de electricidad en Venezuela, que constituye un acto terrorista, dirigido a dañar a la población indefensa de toda una nación, para utilizarla como rehén en la guerra no convencional desatada por los Estados Unidos contra el gobierno legítimo que preside el compañero Nicolás Maduro Moros y la unión cívico-militar del pueblo bolivariano y chavista.

Políticos estadounidenses se han apresurado a celebrar un acto que priva a la población de un servicio básico fundamental, deja hospitales sin la energía necesaria para operar, interrumpe otros servicios elementales indispensables en la vida cotidiana, como la alimentación, el suministro de agua, el transporte, las comunicaciones, la seguridad pública, el comercio, las transacciones bancarias y el pago por tarjetas; afecta el trabajo en general e impide el funcionamiento de las escuelas y universidades.

La secuencia y modalidad de los hechos recuerda el sabotaje realizado a la industria petrolera en 2002, perpetrado entonces por una empresa estadounidense propietaria y operadora del sistema automatizado de producción, refinación, transportación y distribución de la producción.

Se suma, además, a la guerra económica y financiera despiadada a la que se somete a Venezuela, con el claro objetivo de vencer por carencias y privaciones la voluntad política y soberana de un pueblo que no se ha dejado doblegar.

Se trata de una escalada en la guerra no convencional liderada por el gobierno de los Estados Unidos contra ese país hermano que se desarrolla tras el fracaso de la provocación montada el pasado 23 de febrero con el intento de ingresar por la fuerza una supuesta ayuda humanitaria a Venezuela, desafiando a las autoridades legítimas del país, en violación del Derecho Internacional y de las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas, con el objetivo de provocar muertes y violencia en gran escala como pretexto para una “intervención humanitaria”.

La experiencia de la propia historia de Cuba y de otros países de la región enseña que estas acciones son el preludio de actos violentos de mayor envergadura, como fue la invasión armada de Playa Girón en 1961. La comunidad internacional tiene suficientes evidencias para estar sobre aviso.

El usurpador y autoproclamado “presidente” creado por Estados Unidos dijo públicamente que, cuando llegue el momento, invocaría el artículo 187 de la Constitución para autorizar el empleo de misiones militares extranjeras en el país y repitió exactamente la misma frase que sus mentores estadounidenses utilizan: “Todas las opciones están sobre la mesa”. Solo falta que reciba la orden desde Washington, pues se conoce que en su periplo por América del Sur ya solicitó a ciertos gobiernos apoyo para una intervención militar en su país.

La ofensiva contra Venezuela se acompaña de una feroz campaña de propaganda macartista y mentiras coordinada por el Asesor de Seguridad Nacional de ese país, John Bolton, como pretexto para la aplicación por la fuerza de la Doctrina Monroe, acompañado activamente por el Senador anticubano Marco Rubio, quien con el uso frenético de las redes sociales, evidencia su atención e involucramiento personal y conspirativo, en las maniobras contra Venezuela.

Entre los más persistentes y desvergonzados pronunciamientos, está la calumnia de que Cuba tiene “entre 20 y 25 mil efectivos militares en Venezuela”, que “ejercen dominio” en ese país hermano y soberano, y que “tienen amenazados” a los integrantes de la gloriosa y combativa Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Cuba rechaza de manera categórica esa mentira, como rechaza con igual firmeza toda insinuación de que existe algún grado de subordinación política de Venezuela a Cuba o de Cuba a Venezuela.

John Bolton es un mentiroso reconocido, con credenciales de larga data. Este funcionario fue quien en 2002 acusó a Cuba de poseer un programa de desarrollo de armas biológicas, falacia desmentida públicamente por quien era entonces su jefe, el ex Secretario de Estado Colin Powell, y por el ex Presidente James Carter. El infundio provocó, además, que Bolton fuera sometido a una investigación por el Congreso de los Estados Unidos.

Bolton asimismo estuvo entre los promotores de la mentira de que el gobierno de Iraq poseía en 2003 armas de destrucción masiva y un programa para desarrollarlas, la que, repetida a todos los niveles del gobierno estadounidense y amplificada por los grandes medios de comunicación, sirvió de pretexto para la agresión y ocupación militar de ese país del Medio Oriente por parte de los Estados Unidos, a un precio de cerca de un millón de muertos y millones de desplazados iraquíes, además de miles de soldados estadounidenses fallecidos y heridos durante la campaña militar cuyo objetivo fue también el petróleo.

Como se ha difundido públicamente, y las personas honestas e informadas conocen, la relación bilateral entre Cuba y Venezuela se basa en el respeto mutuo, en la verdadera solidaridad, en el común compromiso bolivariano y martiano, fidelista y chavista, con la integración de “Nuestra América”, independiente y soberana; en la voluntad de practicar la cooperación complementaria entre los pueblos del Sur, y en el empeño de aplicar y defender la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

En los proyectos del Convenio Integral de Cooperación, suscritos entre ambos países, participan poco más de 20 mil cubanos, la mayoría mujeres, el 96% de los cuales están dedicados a la prestación de servicios de salud a la población, y otros que laboran en sectores como educación, cultura, deporte y agroalimentario.

El impacto acumulado en Venezuela de esa cooperación, por solo citar unos datos, ayudó a salvar 1 473 117 vidas, a realizar 717 029 310 exámenes de diagnóstico médico, a dar atención oftalmológica a 62 031 309 de personas, a administrar 12 915 648 de vacunas contra el sarampión y la tuberculosis, a lo que se puede sumar 3 095 546 de alfabetizados.

Es totalmente falso que Cuba esté participando en operaciones de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana o los servicios de Seguridad. Se trata de una calumnia difundida deliberadamente por el Gobierno de los Estados Unidos. Cuando Bolton, otros políticos y funcionarios del gobierno estadounidense la esgrimen, mienten deliberadamente con agresivos fines políticos, pues cuentan con datos e informaciones suficientes y conocen la verdad.

Cuba no interviene en los asuntos internos de Venezuela, como Venezuela no interviene en los de Cuba.

A diferencia de los Estados Unidos que tiene unas ochenta bases militares en América Latina y el Caribe, incluida la que usurpa territorio cubano en Guantánamo, y unas ochocientas en el planeta que disponen de más de 250 mil soldados; Cuba no tiene ninguna en país alguno, ni especialistas en tortura y represión policial, ni cárceles secretas, ni fuerzas navales o aéreas merodeando las costas y el espacio aéreo inmediato de Estados soberanos ni satélites observando cada detalle.

Con la mentira, el imperialismo promovió el sangriento golpe de estado de Augusto Pinochet en Chile, y muchos otros golpes de estado y dictaduras represivas en la región. Con mentiras se asesinó a más de 10 mil ciudadanos indefensos en la invasión militar a Panamá de diciembre de 1989. Con ellas se provocó la agresión militar y la desestabilización de Libia.

Con mentiras fue que Estados Unidos y otras potencias mantuvieron hasta última hora el pleno respaldo al oprobioso régimen del apartheid en Sudáfrica.

El Gobierno Revolucionario advierte y denuncia que la tendencia a mentir sin límite ni freno alguno de parte del gobierno de los Estados Unidos tuvo ya peligrosas consecuencias en el pasado que podrían repetirse en la actualidad”.

Defendamos a Venezuela, no podemos permitir que nuevamente, con el argumento mentiroso de la defensa de la democracia, en pleno siglo XXI se viole la soberanía de una nación, se socave a sus instituciones legítimas, constitucionales y hasta tengan la osadía de una invasión militar.