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Regulación de la cannabis

Daniel Cabeza de Vaca

El pasado 3 de marzo, las Comisiones Unidas de Justicia, Salud y Estudios Legislativos del Senado de la República, aprobaron en lo general el dictamen de la Ley General para la Regulación del Cannabis. El proyecto de ley pretende girar sobre los ejes de erradicación de la violencia, debilitamiento del crimen organizado y protección de los derechos humanos. Sin embargo, existen diversas cuestiones a considerar por las cuales se pronostica inviable concretar tales ambiciones.
Primeramente, debe advertirse la importancia de contar con estudios científicos que nos permitan conocer las consecuencias de carácter social, económico y de salud pública, que tendría la regulación de los usos del cannabis en los términos propuestos. Es responsabilidad del Senado contar con bases objetivas que nos permitan prever los aspectos positivos y negativos de la regulación. Dichos estudios deben estar confeccionados para la realidad mexicana. No dudamos que existan diversos análisis de otros países donde el uso de la marihuana se encuentra reglamentado, pero nosotros necesitamos conocer qué pasaría en nuestro país, para tener la información que nos permita diseñar exitosamente la legislación pertinente.
Por otro lado, se destaca el tremendo reto práctico que la regulación del cannabis presenta al Estado mexicano. Por ello, se propone la creación del Instituto Mexicano del Cannabis, encargado de coordinar a la administración pública federal y autoridades sanitarias, creación de políticas públicas y demás tareas relacionadas con el cannabis. Si bien es un primer paso, el Instituto no resuelve por sí mismo los problemas operativos que se presentarán con la legalización de la marihuana. La coordinación con dependencias del Ejecutivo no es sencilla, toda vez que al ser un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, el Instituto no cuenta con la capacidad jurídica para hacer obligatorias sus decisiones. Por lo que dicha obligatoriedad caerá más bien en el terreno político, que es maleable y puede inclinarse hacia el lago que convenga en un momento determinado. Necesitamos repensar la forma en la que el aparato del Estado intervendrá de manera fáctica una vez que la regulación sea una realidad.
Asimismo, debemos enfatizar que la delincuencia organizada trata al tráfico de estupefacientes como un fenómeno económico. Es decir, el objetivo de los grupos de crimen organizado es generar la mayor cantidad de dinero posible. Por su parte, el proyecto de ley abre la puerta para que el cannabis se convierta en un negocio lícito y rentable. De tal forma que si los narcotraficantes observan mermas en su capacidad económica debido al auge de negocios regulados de marihuana, no tendrán otra opción que concentrar sus esfuerzos en otra rama de su ilícito negocio. Lo que ya ha sucedido precisamente en el caso de la marihuana. Su producción ha decaído ya que los delincuentes se inclinan por drogas sintéticas como el fentanilo, al que hemos dedicado palabras en este espacio para advertir sobre su letalidad. Efectivamente, al ser más barata su producción, el crimen organizado prefiere concentrarse en su tráfico, principalmente a sus consumidores que se encuentran en los Estados Unidos. Así, tenemos que la regulación de la marihuana no acabará necesariamente con el narcotráfico, y por lo tanto, tampoco con la ola de violencia y corrupción que le acompañan.
Con base en esas consideraciones, pronostico que la ley propuesta por el Senado gozará de eficacia jurídica, es decir, será vigente y cambiará el paradigma legislativo que hasta el momento tenemos sobre la marihuana. Sin embargo, carecerá de eficacia social, pues no es la herramienta correcta para lograr los objetivos de pacificación generalizada que buscan sus autores y promotores.
Estamos conscientes de que la Suprema Corte de Justicia obligó al Congreso de la Unión a expedir la ley que regule el cannabis, otorgando una prórroga en razón de su complejidad hasta el 30 de abril de 2020. Queda poco tiempo, por lo que un tema tan trascendente debe ser analizado de manera meticulosa, y sobre todo, realista, previendo las consecuencias que pueda traer en un país como México, de producción, venta y tráfico de drogas, una medida drástica como lo es la regulación del cannabis. Estaremos pendientes de la discusión que siga en la Cámara de Diputados, esperando que se tomen las decisiones adecuadas por la salud y seguridad de nuestro país.