IMPULSO/Said Yeskas
Justo como la rutina lo indica: Sales de la escuela, te diriges a la parada, transbordas junto con otras cinco personas, buscas un asiento junto a otro ciudadano, pones “play” en tu reproductor e intentas relajarte durante el trayecto terrorífico al mando de un conductor que pareciera va a recibir herencia.
Gente común, con preocupaciones y sueños; te preocupas por qué comerás llegando a casa, si harás o no el primer párrafo de tu tarea. Todo suena complicado, tu vida, tus planes de fin de semana. Dentro de tu mente transita ideas de lo que no necesitas, pero crees que sí.
En algún semáforo se suman un par de niños; no son gente común como los demás, o al menos así los ven. Dos pequeños repartiendo un octavo de hoja con un texto impreso, lleno de faltas de ortografía, sin signos de puntuación y en efecto, sin coherencia, pero con un gran sentido. Destaca al principio de él un saludo.¡¿Ahora quién te da las buenas tardes?! Intentan explicar que vienen de una comunidad indígena llamada Mintontic, ubicado en Chiapas; que no saben hablar bien el español, que vienen en busca de monedas, fruta o agua, lo que les puedas regalar.
¿Chiapas, Toluca? Según Calcularruta.com, Chiapas está a 888 kilómetros de distancia de la capital con valor ¡¿Qué carajos hace un par de niños no mayores a los diez años de edad a casi medio día de distancia de su paraíso?!
Bien lo deja explícito: Vienen por una moneda, fruta o agua. ¡Alto! Esto es más común de lo que crees; Toluca ya es lameta de personajes que paran aquí después de un éxodo cultural de diferentes periferias, índoles y objetivos.
¿Es perjudicial que las personas dejen sus raíces? ¿Está mal que pese a sus limitaciones dialécticas sean educados al pedirte algo? ¿Es incorrecto que huyan de su hogar? Lo que está mal es la manera en la que son recibidos por “la gente normal”.
Vivimos en la inmediatez, dentro de círculos sociales estresados y preocupados. Todo es concreto, chapopote y baches. Conductores imprudentes, consumismo, mentadas de madre, etcétera. Somos gente normal, nos preocupamos por nosotros mismos, actuando un papel social, comiendo vikingos del Oxxo, bebiendo Coca-Cola, criticando a quien muestra mejor físico en las redes sociales, compartiendo memes de la selección mexicana de futbol y su reciente fiesta. Mostrando indignación al maltrato animal, pero con un perro en la azotea víctima de la soledad. Somos normales, estando orgullosos de ser mexicanos, pero olvidando a quienes fundaron cada rincón de este país. ¿Somos normales? Eso crees tú.
Una bonita princesa con huaraches, tez morena y reboso tejido a mano; un valiente protector de su hermana que no teme ser invisible en una gran ciudad. Para ellos es normal moverse sin actuar, fieles a su dialecto, a su vestimenta, a su piel. Fieles a sus creencias, sus danzas, sus fiestas, su naturaleza.
Te hablo de un proceso de urbanización que devasta zonas naturales, separando clases sociales, devaluando el trueque justo y absorbiéndolos por la industria. Según el Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo (INAFED), Mitontic está gobernado Leonor Rodríguez Méndez, miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde 2015 a la fecha. El chiste se cuenta solo.
¿Piensa por un momento? ¿Intentarían escapar de una pobreza estructural? Se alimentan de lo que siembran, tejen su propia ropa, viven en conjunto con la naturaleza, curándose con ella. Son educados con valores como el respeto, honestidad, solidaridad, amor por uno mismo, por su familia y su entorno. ¿Piénsalo con más detalle? La globalización y el crecimiento acelerado los obliga, ignorantes, a abandonar su cultura, actualizarse o desaparecer.
¡Qué bonita es la gente normal! La que se sube al camión a recordarte que aún hay culturas milenarias, puras. Aquellas personas que te vienen a enseñar el valor de una moneda, de una fruta, satisfechas del color de su piel que se une con la tierra, orgullosos de raíces; pero sobre todo, la que no temen reír.
¡Qué bonita es la gente normal!