Paola Félix Díaz
Mi solidaridad con el politólogo Sergio Aguayo ante el embate que sufrió por
parte de la Sexta Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de
México, ya que la resolución emitida atenta contra sus derechos fundamentales,
entre ellos, el de libertad de expresión y el de acceso a la información,
consagrados en los artículos 6º y 7º constitucionales, dejando así un mal
precedente en la materia.
Desafortunadamente, no es la única sentencia dictada en ese sentido, las
mordazas impuestas a los periodistas, ciudadanos y organizaciones desde algunos
oscuros ámbitos del poder existen, no cabe la menor duda.
Al igual que le sucedió a Aguayo, ahora la Décima Sala Civil del Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad de México me ha sentenciado a indemnizar al
político priista y hoy Alcalde de Cuajimalpa Adrián Rubalcava por un supuesto
daño moral. De manera infundada, se resuelve erróneamente una controversia más
a favor de un actor cuyas acciones y entorno se encuentran en el centro de la
polémica pública de nuestro querido México, herido y fragmentado por la
corrupción e impunidad.
Antes fueron otros, ayer Moreira y ahora Rubalcava, pero en realidad sigue
siendo la misma estirpe. Precisa señalar que en este caso los hechos
acontecieron en el contexto de un debate político en el cual manifesté
públicamente las campañas de acoso y amenazas de las que fui objeto, las cuales
habían impedido el ejercicio de mis derechos políticos como mujer y ciudadana,
así como realizar diversas actividades fuera del Palacio Legislativo como
Diputada Federal.
En este debate trascendió el audio de una llamada telefónica en la que Adrián
Rubalcava me manifestó: “…si yo hubiera nombrado a un perro de candidato
en este distrito hubiera ganado…”, refiriéndose al proceso en el cual
obtuve el voto mayoritario para el cargo de Diputada Federal por el distrito 17
que abarca parte de las alcaldías Álvaro Obregón y Cuajimalpa, una expresión
que configura una clara tipología de violencia política en razón de género;
además, en el audio se aprecia la prohibición expresa que se me hace para
realizar actividades políticas en Cuajimalpa.
No obstante, la Sala me condena, entre otras cosas, a pagar a Adrián Rubalcava un
millón de pesos por indemnización. Resolución que atenta contra el derecho a la
libertad de expresión, que pasa por alto una acción violenta y discriminatoria
hacia una mujer y que, por lo tanto, perpetúa la violencia política y social
por razones de género.
No menos trascendente es que la Sala estudie el caso con absoluta lejanía de la
perspectiva de género, volviendo nugatoria en los hechos la antigua y continua
lucha de las mujeres. En este momento, tengo el privilegio de poder denunciarlo
públicamente e, incluso, los medios para acceder a un defensor jurídico. Sin
embargo, no todas las ciudadanas y ciudadanos pueden hacerlo.
Estoy convencida de que expresar las injusticias, sean propias o ajenas,
evitará en un futuro no muy lejano la revictimización por parte de las
autoridades. Confío en las palabras del ministro presidente de la Suprema Corte
de Justicia cuando precisa que “…en el Poder Judicial no podemos bajar la
guardia, no podemos cejar hasta en tanto saldemos la deuda que tenemos pendiente
con la ciudadanía. Por el contrario: debemos redoblar energías contra la
corrupción y la impunidad, con renovado compromiso, voluntad política y visión
de Estado. Debemos seguir en la ruta trazada y generar las condiciones para que
la justicia llegue a todos y a todas…”.
Twitter: @LaraPaola1