Por Kenia López Rabadán
Senadora de la República
EL UNIVERSAL
A partir del primero de enero de este año, entró en vigor el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), en el que supuestamente se brindarán servicios médicos gratuitos a las personas que no cuentan con seguridad social, con lo que se sustituye al Seguro Popular.
Desde esa fecha, familiares y pacientes han denunciado desabasto de medicamentos, deficiencia en los tratamientos, sobre todo, incremento en las tarifas de los servicios de salud de aquellos padecimientos de alta complejidad diagnóstica o también denominados de “tercer nivel”.
Tras estas manifestaciones de inconformidad, el pasado martes, el titular del Ejecutivo Federal, durante su conferencia mañanera aseguró que la atención médica y abasto de medicamentos serán gratuitos en todos los hospitales y clínicas que conforman el Insabi, sin embargo, la propia Secretaría de Salud informó que la gratuidad de los servicios sólo aplicará en los servicios médicos de primer y segundo nivel, o en los casos de aquellas personas que ya hubieran estado inscritas o que cuenten con sus pólizas vigentes del extinto Seguro Popular.
Estas contradicciones entre el presidente de la República y la Secretaría del ramo son lastimosas para la población que requiere de los servicios médicos. Se está vulnerando el derecho a la salud de las y los mexicanos al no brindar certeza sobre las prestaciones que está otorgando el Estado.
¿Qué podría esperarse de una reforma —aprobada en noviembre pasado— en la que se evidenció que obedecía a la obsesión de desaparecer el Seguro Popular, sólo por haber sido una política pública creada en una administración distinta a la actual? La respuesta es clara, nada progresivo para los mexicanos. Esta reforma carece de planificación, toda vez que la Secretaría encargada de instituir al Insabi, no tiene reglas de operación, ni catálogo de intervenciones médicas, ni tabuladores actualizados, ni se ha constituido el Fondo de Salud para el Bienestar que sustituyó al Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos y con el que se daba atención a enfermedades de tercer nivel.
Lo más grave con la entrada en vigor del Insabi es que las vidas de los pacientes se encuentran en peligro. Escuchar testimonios de madres y padres de familia preocupados por la deficiencia en los tratamientos de cáncer que padecen sus menores hijos, es desgarrador. Ya tuvimos un desabasto de medicamentos a mediados del año pasado, pasar nuevamente esa crisis en este año nuevo, es totalmente reprochable para esta Cuarta Transformación.
Este gobierno prometió que iba a ser distinto y mejor, la verdad es que no lo ha sido. El Seguro Popular pudo haberse perfeccionado, pero decidieron destruirlo. Hoy el Insabi inicia con el pie izquierdo, esperemos que el gobierno entienda que con la vida de los mexicanos no se debe improvisar. El presidente se comprometió públicamente a que se ofrecería “atención médica gratuita y sin restricciones”. Por el bien de los mexicanos esperemos que así sea. Veremos.