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IMPULSO/José Moisés de la Luz

Fracaso electoral

Los peores vaticinios se quedaron cortos ante la paliza propinada el pasado primero de julio a los candidatos priistas, cualquier escenario fatalista quedó corto, los buenos, los malos y los peores vieron diluirse la oportunidad de acceder a un cargo de elección popular.

Pese a que se diga que el experimento de la reelección no fue una gran idea, dado que arrojó derrotas tan dolorosas como la misma capital del Estado y municipios que la circundan, fue también mediante esa vía, arañando votos y peleando palmo a palmo, como el Tricolor pudo obtener escasos triunfos como San Mateo Atenco y Lerma, así como Jiquipilco y Jocotitlán, dos pares de vecinos que quedaron aislados ante el maremoto que significó el voto masivo a favor de Morena.

Desde ese fatídico domingo para el PRI y glorioso para los morenos, se ha escrito y hablado mucho, algunos se han mofado de la derrota del PRI, sin embargo, vale la pena dedicar un poco de tiempo y analizar con detenimiento.

Señalar aquello del voto de castigo y el enojo social es caer en una perogrullada, por eso, más allá de la derrota, de los daños económicos a los candidatos y sus mecenas, queda un escenario en el que los priistas ya saben moverse y lo hacen bastante bien.

Ante la ausencia de ayuntamientos priistas en los municipios, los comités municipales habrán de convertirse en oficinas de gestión de programas y apoyos, así como centro de actividades de grupos sociales; por supuesto, serán el buzón de quejas del pueblo, no acostumbrado a administraciones de otros partidos, carentes de tablas para lidiar con el trato no siempre fácil de de la gente, lo que provoca conflicto, que se recrudece ante la ausencia de tacto político, que no se suple con buenas intenciones.

A la administración de Alfredo Del Mazo le quedan cinco años, en los que habrá de ejercer sí o sí el liderazgo del PRI, pero no sólo en el Estado.

Volviendo a los municipios, al priismo no le es desconocida la labor de ser oposición, que por momentos puede ser incomoda, pero lo hace muy bien, desde la gestoría, la presión, la crítica e incluso cuando hay que ser reventadores, nadie mejor, esto se vio hace ya algunos años cuando, en el 2006, los resultados también fueron adversos para el PRI.

Otros partidos gobernaron y dejaron fuera en muchos lugares a los tricolores, recuerdo en ese momento lo que era el Tercer Distrito Local, en las cuatro demarcaciones no hubo alcaldes del PRI, en Temoaya, gobernaba el PAN ayuntado con el PRD, en Jiquipilco, el PT, el PRD en Xonacatlán y el PAN en Otzolotepec, pero el diputado sí fue priista.

En ese periodo, en los cuatro municipios, el buen trabajo fue patente, no obstante el estupendo trabajo político-electoral, el activismo y demás recursos, que permitieron que, en el siguiente periodo, el distrito completo se volviera tricolor, el PRI volvió por sus fueros.

En los últimos días, se ha dejado escuchar una frase que parodia al científico Lavoisier: “el PRI no se crea, ni se destruye, sólo se transforma”.

Además de los ayuntamientos, la Legislatura Local será una complicación permanente y seguro es que aquello que antes podía fluir sin problemas ahora nos saldrá muy caro.

Mucho se dijo que eso de votar con el enojo no es buena idea, esto se verá reflejado muy pronto, cuando la gente se dé cuenta de que, en su afán de llevar al poder a AMLO, también llevaron a algunos rufianes a ocupar cargos de elección popular y las consecuencias nunca serán las mejores.

Es momento, sin duda, de replantear, de hacer cambios, de pasar la escoba y el sacudidor por los lugares donde hace falta, que, parece, es toda la casa, trabajar desde ya para sostener a un partido político que ahora tiene la dorada oportunidad de ser oposición y, quiérase o no, eso es más ligero, más aún si se cuenta con la ventaja de tener a un líder en el Gobierno estatal, al que le queda mucho tramo por recorrer y actitud, mucha actitud.

Replantear y cuestionar, aprender que no se puede postular a candidatos que sólo le restan votos y hacen crecer el descontento. En esta elección hubo quien con derrotas pagó lo que no adeudaba de manera personal, aun así, les cobraron las cuentas de su instituto político.

Para resaltar algunas acciones que pudieron sacar a flote a los pocos ganadores: en El Oro, a Marco Antonio Barranco, nunca se lo vio sobrado, sabía del grado de complejidad de la contienda. En Jocotitlán se vio el trabajo constante de Iván Esquer, así como en Jiquipilco el de Marisol González; a ellos les alcanzó, pero no fue fácil. Lerma se tenía que sacar la elección a como diera lugar y así lo hicieron.

César Serrano, de San Mateo Atenco, fue acertado en dar un giro a su campaña e imprimirle mucha fuerza a la comunicación, que sin duda es lo que lo ha sacado adelante, igual que a los anteriores, aunque por un pelito.

De los ganadores de Morena se puede señalar que no en todos los municipios se preocuparon por postular a quienes tomaran en serio la encomienda, es claro que Juan Rodolfo Sánchez Gómez, Gaby Gamboa, Alejandro Tenorio y Roberto Téllez lo hicieron, en otros lugares, lo tomaron con mucha calma y sólo se subieron a la avalancha del “efecto Peje” y así, nadando de muertito, ganaron.

Quedan por delante tres años en los que será bueno estar muy pendientes del desempeño del PRI como oposición y de Morena como gobierno, a ver qué resulta.