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El centenario de Don Luis

IMPULSO/ Gonzalo Vaca

Analista Político

Hace apenas un par de días me encontré en las redes sociales con una foto que llamó poderosamente mi atención. Me detuve en la exploración del Time Line de Twitter y abrí la imagen para saber más acerca de esa imagen.

Se trataba nada menos que del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, postrado en una cama y rodeado por dos de sus más cercanos y leales colaboradores. Uno de ellos, Augusto Gómez Villanueva y el otro de nombre Alfredo Ríos Camarena. Los dos de muy triste memoria para la vida política de México, dado su triste desempeño como Legisladores de la República y su todavía más lamentable desempeño como funcionarios públicos en cargos diversos durante el mandato de Echeverría.

Decidí saber más acerca de esos tres personajes de la fotografía y lo que descubrí me llenó de horror al confirmar que los casi 100 años de vida que tiene el ex presidente Luis Echeverría (la foto era alusiva a su cumpleaños número 97) han estado llenos de tormentas del pasado y que no se han quedado ahí, sino que han trascendido en el tiempo y siguen hasta hoy presentes. Son huellas imborrables y decisivas para entender el México de hoy.

Su período presidencial cargó con las consecuencias de la represión oficial del movimiento estudiantil de 1968 (matanza de Tlatelolco) bajo el mandato de su predecesor, Gustavo Díaz Ordaz.

A Luis Echeverría Álvarez se le atribuye el famoso “halconazo”, igualmente conocida como  la masacre del Jueves de Corpus, en la que un grupo paramilitar conocido como Los Halcones tuvo una muy lamentable y cuestionada participación, que marcó el mandato de Echeverría y que quedó como estigma de su gobierno.

Los hechos que trascendieron los años, ocurrieron en la Ciudad de México, el 10 de junio de 1971 (día de la festividad de Corpus Christi, de donde tiene origen el nombre) luego de que una manifestación estudiantil fuera reprimida violentamente por Los Halcones.

El presidente Luis Echeverría Álvarez se desligó de los hechos y aunque la herida social quedó abierta para siempre, nunca se aclaró la situación que siempre fue negada oficialmente.

De esos acontecimientos, y de otros hechos sangrientos, que fueron la constante en aquella época, nadie se responsabilizó y mucho menos alguien fue castigado por la justicia.

El populismo de Echeverría fue llevado in extremis y se autodenominó como el salvador del Tercer Mundo. Sus políticas de contradecir todo lo que lo no fueran ideas suyas llevaron a México a ser presa fácil de los vaivenes predominantes en el ámbito internacional.

Inició con Echeverría un fenómeno de inflación-recesión, producto de las políticas populistas impulsadas con una necedad ciega por parte del mandatario que, luego de revisar sus postulados lo revive con lo que vivimos actualmente con la Pejecracia.

En los años que gobernó Luis Echeverría, de 1970 a 1976, la animadversión social aumentó, resultado de la división de clases que el mismo régimen promovió como signo de su mandato.

Ese Gobierno se caracterizó por la represión y para ello creó ex profeso un destacamento especial: La Guardia Nacional que aunque tuvo como pretexto el contar con una fuerza letal que hiciera frente al crimen y garantizara la seguridad de la gente, el uso faccioso y represor que se le dio desde el poder, marcó una época negra de persecución, muerte y dolor.

Este grupo de “choque” estuvo integrado por miembros del “pueblo bueno”, ciudadanos comunes y otros no tanto. Su integración estuvo conformada por grupos afines al poder, algunos “porros”, ex presidiarios y civiles, adiestrados en artes marciales y tácticas de contra insurgencia y persecución de quienes no se decantaban en favor del régimen. Por cierto estaba coordinada por militares.

Esa búsqueda en la historia me trajo al presente para revisar la integración de la Guardia Nacional de López Obrador.

La piel se me puso chinita al relacionar irremediablemente la época del régimen del echeverrismo con la del obradorismo.

Nada es para siempre, se dice por ahí; también siempre se dice que la historia se repite y no me quiero siquiera imaginar a los nuevos halcones volando sobre nuestras ciudades; amenazando a nuestros jóvenes y reprimiendo a la gente que se oponga a los que diga “su dedito”.

Los grupos paramilitares nunca han sido una solución y sí, siempre han sido una provocación, una tentación latente de reprensión.

Se afirma que la Guardia Nacional de López Obrador vendrá a solucionar los problemas de inseguridad que azotan a la población en México, ojalá que la sociedad actual se detenga en el tiempo para darse una vuelta por la historia y recordar que el brazo armado también provoca el enfrentamiento entre bandos, sobre todo cuando el encono es incitado por quienes tienen la responsabilidad de promover la reconciliación.

Unir no dividir, tendría que ser el discurso y la acción de quien no ha entendido que la soberbia de gobernar para unos cuantos y etiquetar a los que no son “suyos” lo único que hace es dividir para confrontar.

Reflexionemos, todos, en el sentido patriótico de que no hay pueblo bueno o pueblo malo, todos tenemos una responsabilidad histórica y jugamos un papel determinante en el devenir de esta Nación, ya de por sí golpeada por la inseguridad y el encono.

¡Cuidado! Está comprobado que la historia se repite y que siempre la debemos traer al presente para no olvidarla.

Aquel jueves de Corpus se contaron más de 100 muertos, tirados sobre la calles de la capital, en ese afán de acabar con los “enemigos”. 100 muerto fue la cifra oficial, más los no reconocidos, ni reportados por el temor a más acciones de barbarie a punta de balazos.

“Abrazos, sí, balazos, no”, dice el mesías tropical que hoy se supone gobierna para todos, aunque hay elementos para dudar que así sea: Yo tengo mis 30 millones de fieles, los demás, ésos son los de la oligarquía y neoliberales.  Ese discurso que descalifica a quien no piensa como él y los suyos, preocupa por la máxima de que si no estás conmigo, estás en mi contra.

Acaso aquellos que no son sus incondicionales y se atreven a pensar diferente deberán ser arrinconados, primero y ¿después? ¿Acaso castigados? No permitamos que la conformación de un nuevo grupo paramilitar nos robe el destino de México. No permitamos que secuestre la voluntad y el debate de las ideas. Hay una nueva generación de jóvenes que no merecen regresar a vivir como en el pasado, cuando por regalar dinero y otorgar dádivas para algunos, el México de los 70`s se vio envuelto en una vorágine encarecedora (la inflación pasó del 4 al 12 por ciento) con consecuencia desastrosas para la clase media y los jóvenes que en su afán por prepararse y ser mejores, se toparon con un grueso metal expulsado violentamente por los fusiles del Poder.

Bienestar: Y a propósito de dividir, en campaña AMLO arengó que aumentaría cada año un punto porcentual del Producto Interno Bruto (PIB) a la salud de los mexicanos. Nuestro país es de los últimos de la OCDE al invertir menos del siete por ciento, cuando naciones como Francia y Finlandia invierten en prestaciones, pensiones y atención de salud arriba de 30% de su PIB.

Lastimosamente el apoyo al sector social se quedó en promesa de campaña. Ya como gobierno lejos de aumentar sigue recortando con mano firme pero ciega. La salud de los mexicanos tampoco era prioridad, era pretexto.