Vientos de recuperación económica mundial
Carlos Guitián Berniser
Un análisis de Naciones Unidas sobre las perspectivas de desarrollo macroeconómico mundial en 2018 destaca que el último decenio ha estado marcado por una serie de crisis económicas y eventos negativos, pero, a medida que se han ido calmando esas crisis y las persistentes tensiones que las acompañan, la economía mundial se ha fortalecido, concediendo así un mayor margen de maniobra para reorientar las políticas para superar obstáculos que frenan los avances en las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible.
En ese contexto, toma como punto de partida para sus proyecciones que, según las últimas estimaciones, en 2017, el crecimiento económico mundial alcanzó el 3%, porcentaje que representa una fuerte aceleración frente al exiguo 2.4% de 2016 y constituye la mayor tasa de crecimiento mundial registrada desde 2011.
Asimismo, señala que los indicadores del mercado laboral siguen mejorando en un amplio abanico de países y que alrededor de dos tercios de naciones del mundo crecieron más en 2017 que en el año anterior, por lo que, a escala mundial, se espera que, en 2018 y 2019, el crecimiento se mantenga estable en un tres por ciento.
De igual manera, advierte sobre las asimetrías persistentes en el fortalecimiento de la actividad económica, que ha sido dispar en los distintos países y regiones. Lo cierto es que la reciente aceleración que ha experimentado el producto mundial bruto responde principalmente al crecimiento más estable de varias economías desarrolladas, si bien China y Asia Meridional siguen siendo las regiones más dinámicas del mundo.
En el documento titulado “Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2018”, la Organización considera que la recuperación simultánea de las principales economías, la estabilidad de los mercados financieros y la falta de eventos negativos significativos brindan oportunidades para afianzar condiciones que favorezcan una estabilidad más generalizada de la economía a nivel internacional, lo que al mismo tiempo disminuye la necesidad de concentrar las medidas de política en las consecuencias de la crisis y la estabilización macroeconómica a corto plazo.
Junto con la mejora de las condiciones para la inversión, explica la ONU, este hecho amplía el margen de maniobra para reorientar las políticas hacia cuestiones de más largo plazo como mejorar la calidad ambiental del crecimiento económico, haciéndolo más inclusivo y subsanar las deficiencias institucionales que entorpecen el desarrollo.
En síntesis, concluye que reorientar las políticas para afrontar esos retos y maximizar los beneficios complementarios de los objetivos de desarrollo puede impulsar la inversión y la creación de empleo, y generar también un crecimiento económico más sostenible a mediano plazo:
“La inversión actual en esferas como la educación, la ampliación del acceso a la asistencia sanitaria, el fomento de la resiliencia ante el cambio climático, la mejora de la calidad de las instituciones y la promoción de la inclusión financiera y digital favorecerá el crecimiento económico y la creación de empleo a corto plazo, pero también acelerará las posibilidades de lograr el crecimiento sostenible a más largo plazo”.
Alerta finalmente que un entorno comercial cada vez más restrictivo podría reducir las perspectivas de crecimiento a mediano plazo, esto debido a la interdependencia que existe entre el comercio, la inversión y el crecimiento de la productividad, ante lo cual propone impulsar políticas para reactivar la cooperación comercial multilateral y destacar los beneficios que se pueden obtener de la interacción económica en la aldea global.