IMPULSO/Enriqueta Cabrera
(Periodista, analista internacional)
Sin duda estamos ante la más difícil negociación entre México y Estados Unidos de los tiempos recientes.Este viernes continuaba el diálogo entre, EU-México. Se mantienen las amenazas de imponer aranceles y los ataques verbales contra el país con el que se negocia. La situación es compleja porque en esta negociación de nuevo tipo se involucran migración, aranceles y seguridad. EU aumenta la presión: se acaba el tiempo y que el Presidente Trump debe firmar el decreto la tarde del viernes para imponer tarifas del 5% a todas las exportaciones de México a partir del lunes 10 de junio. México aceptó reducir la migración de manera considerable, pero no convertirse en Tercer País Seguro, aceptando el regreso a México de todos los migrantes de países como Honduras, Guatemala, El Salvador y otros en busca de asilo en EU. Meses o más de un año podría durar la definición judicial de si se les otorga el asilo o no, aunque la posibilidad es que se le niegue a la mayoría.
México no aceptó ser Tercer País Seguro. Hubo presiones, pero la posición se mantuvo y las cosas cambiaron por la noche. Sin acuerdo y de manera unilateral, con anterioridad Estados Unidos había devuelto a México 10,393 solicitantes de asilo, casi todos centroamericanos. En EU, por ley, los solicitantes de asilo una vez que llenan sus solicitudes pueden permanecer en el país hasta que sus casos se resuelvan, si fuera negativa la respuesta deberían regresar a sus lugares de origen.
Para Washington eran aún Insuficientes (hasta esta tarde de viernes) importantes compromisos de México que redundarían en una disminución de la migración centroamericana: está enviando ya 6,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera con Guatemala, está limitando las autorizaciones para cruzar la frontera, a un creciente número de migrantes, crecen las deportaciones hacia sus países de origen o hacia el último cruce fronterizo, es decir Guatemala. Es mucho lo que se ha avanzado pero no es todo lo que pretende EU, se prologaron las tensiones hasta el último minuto posible. Por la tarde se pudieron observar alguna distención. Hubo una afirmación lapidaria: “México nos necesita pero nosotros no necesitamos a México.” Desgastada técnica para lograr lo que se busca. Palabras duras, inútiles en cualquier negociación exitosa que se caracteriza por escuchar al otro, construir acuerdos y tener logros para las dos partes. Posteriormente se suavizaron algunos tuits de Trump y hubo señales de que se avanzaba a un acuerdo.
Costó reconocer que no hay acuerdo posible entre el todo o nada, cuando dos países se sientan a negociar hay un diálogo y búsqueda de acuerdos entre iguales a partir del respeto en este caso, entre los dos países, con altas y bajas así ha sido en las relaciones entre México y Estados Unidos desde 1930. Sin duda esta fue la negociación más dura, más presionada. México no puede ser tratado como enemigo. ¿Qué es lo que sucedió y cuáles fueron los motivos de grandes dificultades? Por lo menos tres: el arranque de la campaña presidencial el 18 de junio en que el Presidente buscará la reelección, el nuevo llamado a sus bases para mantener el tema durante toda la campaña y culpar a México de grandes males: de los demonios de la más grande ola de inmigrantes que llegan a EU en busca de asilo, del narcotráfico y tráfico de personas, del empleo que se va a México o del hecho de que algunas empresas estadounidenses se trasladan por así convenir a sus intereses, las cadenas productivas se ven como un mal mayor para Estados Unidos.
La actual negociación entre México y EU es única: Si México no frena el crecimiento de la migración centroamericana y evita que llegue a EU, se impondrían aranceles a productos que México exporta a Estados Unidos como castigo creciente a partir del 5% el 10 de junio. Eso no será, se avanzó paso a paso, hicieron un buen trabajo los negociadores mexicanos, en la mesa de negociación y en las relaciones externas encabezados por el Canciller Marcelo Ebrard. Muy difícil para el Presidente Trump fue el rechazo a los aranceles por parte de los Estados que se verían afectados, entre los que destaca Texas, de gobernadores pero también de Senadores republicano. Los daños económicos serían para las empresas, cadenas productivas y consumidores en EU. Había que esperar la llegada de Trump quien tendría la última palabra. Finalmente, anunció con el Canciller Marcelo Ebrard los acuerdos alcanzados.
En el marco más amplio, otras consideraciones pesaron. Si EU impusiera aranceles a México debería esperar represalias, generales o por carrusel. ¿Podría EU con empleos a la baja, pérdidas en la bolsa de valores y en Wall Street, con las organizaciones empresariales en contra, y con serias fisuras entre los republicanos iniciar una guerra comercial contra México violando el TLC y poniendo en riesgo el TMEC? Washington ya tiene una guerra comercial con China que tendrá elevados costos, que está afectando a EU y a la economía mundial, ¿podría librar dos guerras comerciales con sus dos principales socios? Las repercusiones negativas serían simultáneas para la economía estadounidense y con repercusiones mundiales. Las pagarían los empresarios, comerciantes y consumidores en EU. Trump se estaría dando dos balazos en el pie. Imposible una guerra comercial con México, al tiempo que con China (la segunda economía del mundo) que inició ya una guerra fría de nuevo tipo. China y Rusia, Xi Jinping y Putin, anunciaron hoy una alianza para evitar el dominio de EU. Todo eso contribuyó a derrumbar los aranceles a las exportaciones mexicanas. Finalmente se llegó a un acuerdo en materia migratoria.