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IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
Treinta y nueve periodistas asesinados en el continente en 2016

Ahora más que nunca, los periodistas tenemos que estar fuertemente unidos. no sólo no sólo en nuestro continente sino en el mundo entero, puesto que es la mejor forma o más bien la única para enfrentar las acometidas de los enemigos de las libertades de prensa y expresión.El Informe de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas de la Federación Latinoamericana de Periodistas que preside el camarada y reconocido colega chileno, Ernesto Carmona, lo dice todo. Esta es la parte sustancial del mismo:

“México, Guatemala, Brasil y Honduras son los países donde más matan periodistas, comunicadores y trabajadores de prensa.

En la región, asesinaron tantos informadores como en el Oriente Medio, donde Siria e Irak viven cruentas guerras contra el terrorismo.

En 2006-2016, dieron muerte con violencia a 304 periodistas y comunicadores de América Latina y el Caribe.

Treinta ynueve periodistas, fotógrafos y otros comunicadores fueron asesinados durante 2016 en 7 países de América Latina y el Caribe, donde no existe ninguna guerra. La edad promedio de las víctimas fue de 40 años, aunque en América Central mataron incluso a un radio comunicador en lengua indígena de 17 años. Sólo en el lapso 2006-2016, en la región han asesinado 304 periodistas y comunicadores.

Dieciséis asesinatos ocurrieron en México (43% del total), incluyendo una fotógrafa canadiense y un reportero mexicano asesinado en Texas, 10 en Guatemala, cinco en Brasil, cuatro en Honduras, dos en El Salvador, uno en Perú y uno en Venezuela.

La mayoría de las víctimas eran modestos periodistas, fotógrafos, locutores, productores de noticieros, comunicadores y propietarios de medios de provincias. Por lo general, sus asesinatos no hicieron noticia en la gran prensa de su país o cayeron bajo la censura. Cuando la autocensura llegó a dar paso a la noticia lo hizo sin informar, omitiendo datos básicos y utilizando un lenguaje equívoco, abusando de eufemismos como “fue encontrado sin vida”.

El instigador y autor intelectual de los asesinatos es la corrupción política que domina en las provincias y los estados, asociada estrechamente a grupos económicos “legales” y a veces locales, también a grandes compañías mineras extranjeras y a los carteles de las drogas, tráfico humano y otros “rubros” ilegales lucrativos. En países como México algunos carteles disfrutan de cuotas importantes de poder político local arrebatada al Estado, o simplemente cedida por la corrupción política. En algunos pueblos o ciudades ese poder fáctico hasta puede recaudar sus propios “impuestos” con sobreprecios que encarecen los artículos de mayor consumo popular.

La cifra de 39 asesinatos en América Latina y el Caribe representa más del doble de los 19 periodistas asesinados en Siria y también casi duplica los 20 comunicadores reportados por el Sindicato de Periodistas de Irak, dos países que sufren las principales guerras del mundo de hoy promovidas por EE.UU., Europa, la OTAN y las monarquías petroleras árabes que financian el terrorismo contemporáneo.

Y al igual que en esos países en guerra, en nuestros países “en paz” la impunidad absoluta es el denominador común de los asesinatos de gente de prensa. Los asesinatos de periodistas no hacen noticia. Las policías de todos los países jamás encuentran a los autores intelectuales de los asesinatos. Sólo hallan a uno que otro sicario y entonces lo exhiben a la ciudadanía con abundante cobertura de la gran prensa, para que más rápido se olvide el crimen. Los nombres y las historias de cientos de periodistas asesinados terminan pasando al olvido. Al final quienes abordan el tema frecuentemente se limitan a citar números de periodistas asesinados de tal a cual fecha, pero omiten los datos personales.

Los periodistas se sienten impotentes, trabajan con temor y luchan para que la autocensura no cale hondo a cambio de la vida. Las leyes de protección  son ineficaces, en especial la que está vigente en México. Además, en cada país latinoamericano se registraron durante el año centenares de atentados y violaciones de los derechos a la información y a la libertad de expresión reportadas por las organizaciones sindicales de los periodistas y las ONGs locales que hace seguimiento a la conculcación de estos derechos”.

Concluimos, sólo la unidad periodística podrá enfrentar a los enemigos de las libertades de prensa y expresión y a sus cómplices en los aparatos de gobierno. [email protected]

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