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Por Patricia Fuentes Hurtado

Once años sin Germán Dehesa

Pocos como él. No he hallado a alguien con tan fino humor y proverbial habilidad para el sarcasmo, genuino histrión, inteligente en cada frase, ácido e irreverente con los políticos, y dueño de una churrigueresca ternura al referirse a sus entrañables afectos. Me refiero a don Germán Dehesa Violante, cuya autodenominación, cuasi rúbrica, fue El Charro Negro.

El 2 de septiembre se cumplieron 11 años de que se mudara “al otro barrio”, donde seguramente le ha sacado humo al teclado haciendo crónicas de la inmortalidad, y si de paso se ha encontrado con la cuatiza, aquello debe ser el despiporre total. Dehesa, desmedidamente versátil. De lo mejor que ha dado la cuna mexicana.

Su padre fue militante del Partido Comunista, su madre, amante de la poesía y devota creyente; él le inculcó El Manifiesto Comunista y ella lo hizo estudiar en la Congregación de los Hermanos Maristas; el resultado: una “pasteurización ideológica”, que a la postre lo hizo un consumado intelectual.

De aquel exótico matrimonio, también nacieron su hermana la doctora (siempre referida así), y Ángel, su hermano enfermo. Su aclamada columna Gaceta del Ángel iniciada en 1993, lleva ese nombre en honor a aquel hermano, cuya condición médica o especial influyó en el sino del ingenioso dramaturgo.

La situación le hizo buscar recursos para comunicarse con él y tranquilizarlo; así obtuvo el dominio de la palabra, la lectura, la habilidad para improvisar y generar complicidad con solo mirar. Lenguaje mudo pero enternecedor. Aprendió a dialogar sin respuesta.

Admiré su lado humano: valiente, sensible y espiritual; sin trastabillar, lo dijo en El blog del Angelito: “Mi hermano era un enviado de Dios, me trajo todos esos dones”, no obstante, le llevó tiempo entenderlo así.

Esta proyección humana e intelectual le permitió a Dehesa ser un puntual cronista de la vida en un país tan surrealista como México; “El más surrealista del mundo”, diría el escritor francés André Breton (1896-1966).

Quién no recuerda su participación en la película “Cilantro y perejil (1995) o sus colaboraciones en los diarios del Grupo Reforma donde mezclaba historias de la ciudad con sus propias anécdotas, jugaba con las palabras y criticaba a los políticos que normalmente le daban “mucha tela de donde cortar”.

Desde 2006 hasta su muerte, en la “Gaceta del Ángel”, apareció el colofón ¿Qué tal durmió? para referirse al exgobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas; la diaria interrogante se convirtió en un reclamo que englobaría a todos los políticos corruptos. No concebía que pudieran dormir teniendo tanto adeudo moral. Con la misma puntualidad, cada viernes incitaba al clásico “Hoy toca”.

Dehesa “bajo el switch” en 2010. Ya estará gozando los reencuentros, pero acá los humildes mortales seguimos extrañando su estilo inigualable; afortunadamente nos siguen consolando sus jocosas frases como: “El que esté libre de culpa, que arroje la primera chela”; “Vida nada te debo, vida estamos en fax”.