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Por Patricia Fuentes Hurtado

Salud mental en emergencia

  • *Adolescentes y jóvenes, los más afectados.

Los problemas de salud mental existen desde siempre, se acentuaron en la era moderna y se desaforaron en el 2020 con la pandemia. No se ubican en un sector social ni grupo etario específico, esta vez la sintomatología fue resentida por todos: médicos de primera línea en hospitales, estudiantes, adultos mayores, adolescentes, niños y qué decir de aquellas personas con males preexistentes, simplemente agudizaron sus cuadros clínicos.

En el contexto pandémico, la ansiedad y depresión han hecho una pésima combinación; emergieron conductas antisociales, fobias, hiperactividad en niños, trastornos obsesivo-compulsivos y demás síndromes que no hallaron suficiente respaldo en las instituciones de salud, evidenciando la brecha entre las necesidades y la disponibilidad de los servicios médicos.

Psiquiatras alemanes hablan de la enfermedad de masas sociogénica (histeria colectiva) donde las redes sociales han jugado un papel preponderante. En esta enunciación de males, el más estridente es el suicidio en adolescentes; la puerta falsa se abrió ante una mala economía, violencia, abuso sexual o malas calificaciones. De acuerdo con el Inegi, de los 7 mil 896 suicidios registrados el año pasado, 1,150 corresponden a menores de edad.

Una investigación denominada VoCeS-19, realizada por Population Council de México (organización internacional), reveló el impacto de la pandemia en la población de entre 15 y 24 años. De los 123 mil encuestados, el 62% declaró tener algún tipo de ansiedad, en tanto que 7 de cada 10 han experimentado síntomas depresivos. Ello ha trastocado sus planes e incrementado el uso de enervantes y alcohol.

El 10 de octubre al conmemorarse El Día Mundial de la Salud Mental, la OMS señaló que existen 300 millones de personas con depresión, trastorno altamente incapacitante.

De un nivel macro, nos ceñimos a nuestra entidad, donde el Poder Legislativo del Estado de México tiene en análisis 3 iniciativas de ley al respecto: La Ley Estatal de Salud Mental; La Ley Estatal de Prevención, Atención y Prevención del Suicidio y La Ley de Educación Emocional.

A grosso modo, la legislación busca garantizar el servicio médico especializado, eliminar estigmas y discriminación del enfermo mental, disminuir los suicidios detectando oportunamente a las personas proclives e implementar modelos educativos que permitan la gestión de la inteligencia emocional. 

Las iniciativas presentadas al Pleno son apenas un ejercicio inicial en la búsqueda de un marco jurídico cada vez más especializado con la expectativa de que se replique en otras entidades.

No es ocioso insistir en la urgente atención a la salud mental, las cifras son elocuentes y desde muchas trincheras se alerta: “no hay salud, sin salud mental”.