- Durante la Magna Jornada de Oración por la Vida, desde su concepción hasta su muerte, realizada en la Plaza de los Mártires.
El arzobispo de Toluca, Francisco Javier Chavolla Ramos, pidió perdón por “la ausencia de amor y respeto a la vida”, que es la peor pandemia que se puede vivir, principalmente por la pasividad y lentitud de los católicos para custodiarla y defenderla.
Lo anterior, durante la Magna Jornada de Oración por la Vida, realizada en la Plaza de los Mártires donde se congregó un nutrido grupo de creyentes que, con una vela en mano, oraron por el respeto a la existencia humana, desde su concepción hasta su muerte.
El jerarca católico dirigió una Hora Santa en la que expresó su preocupación por los atentados que hay contra la vida, especialmente, la del más frágil e inocente, en una clara alusión de rechazo al aborto.
En este encuentro, también hizo un llamado a los creyentes para que “despierten a la conciencia” y no caigan en la dinámica del odio y la violencia que prevalece en la actualidad por la “cultura de la muerte” que promueve una carencia de valores que no respetan la dignidad humana.
Asimismo, se refirió a los que con astucia han promovido que el pueblo le dé la espalda a la vida, ya que existe una “astucia humana para el mal”, por lo que insistió en implorar perdón por los abortos cometidos y por el silencio e inactividad.
Chavolla Ramos ofreció plegarias por los gobernantes y legisladores, a fin de que siembren respeto por la vida de cada ser humano desde la fecundación, para que “en las leyes y en las acciones de gobierno en todo México se construya la cultura de la vida” y no promuevan leyes o normas que atenten contra la dignidad humana.
Llamó a los creyentes para que “despierten a la conciencia” y no caigan en la dinámica del odio y la violencia que prevalece en la actualidad por la “cultura de la muerte”.
De igual forma, se refirió a los que levantan la voz con fuerza, decisión y valentía, en contra de cualquier atentado contra la vida y pidió por las familias que hacen de su hogar un santuario de la vida, respetando y amando sus hijos; “por los padres que siguiendo el ejemplo de san José custodian y protegen la vida de sus hijos a pesar de las dificultades”.
Finalmente, aplaudió a las mujeres que han dado un sí a la vida con valentía y por las madres que acogieron con amor a sus hijos, aun cuando las circunstancias no eran fáciles.