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CAJA DE PANDORA

Por Guadalupe Rosas Suárez

Los vacíos del regreso a clases

“Cuando un barco no llega al puerto no debemos concluir que ya no existe el puerto, es posible que sea el barco el que se encuentre perdido en el mar”. La escuela, al igual que cualquier institución social, necesita orden para funcionar y lograr sus objetivos. Ese orden no proviene de una “autoridad soberana autoritaria”; precisa del compromiso, responsabilidad y acuerdo entre alumnos, padres de familia, docentes y funcionarios de la Secretaría de Educación que, desafortunadamente, no se ha conseguido por completo.

Un mes y una semana del ciclo escolar 2021-2022, han sido suficientes para vislumbrar que estamos lejos de llegar al puerto: el logro de los aprendizajes. Existen vacíos que evidencian improvisación, desorden, falta de capacitación docente y hasta relajación en los protocolos sanitarios.

La semana pasada, la secretaria de Educación, Delfina Gómez, informó que, entre 15 y 16, de los 25 millones de estudiantes de educación básica, han regresado a clases presenciales y se espera que dentro de un mes el total regrese a las aulas.

Sin embargo, aún faltan aspectos normativos que siguen pendientes como las normas de control escolar y la forma en que se evaluará el primer trimestre, sobre todo, a los alumnos que “no dan señales”, ya sea porque se perdió comunicación con ellos o porque no cumplen con ninguna de las actividades solicitadas, creen que los profesores los tienen que pasar y no pasa nada.

Otro pendiente son los insumos para la aplicación de protocolos sanitarios, en algunos planteles sólo se improvisa o los docentes resuelven sobre la marcha con los materiales que aportan los papás.

Se denota que todo este ciclo escolar la asistencia a las aulas será escalonada, porque no podrán estar todos los alumnos en un grupo. En la escuela pública hay aulas que albergan 40 o más de 50 estudiantes. Y existe un “foco rojo” en los que no han regresado ni siquiera en la modalidad a distancia o en un trabajo mixto.

En el ciclo escolar pasado, fueron 198 mil estudiantes mexiquenses los que desertaron y aunque en la entidad ya se anunció el programa: “La Escuela cuenta contigo”, aún se desconoce cuántos menores abandonaron los planteles y engrosaron la estadística de la deserción escolar.

Más allá de una cifra, se trata de miles de niños y adolescentes los que se perdieron por la pandemia de Covid-19. A ellos, hay que sumar el serio problema que tienen los docentes que no consiguen que sus alumnos aprendan, tal vez por falta de una mejor pedagogía, manejo de plataformas o, simplemente, porque se siguen limitando a la entrega de tareas y proyectos, sin aplicar una rúbrica que permita verificar si realmente se apropiaron del conocimiento.

En tanto, para los que imparten clases virtuales (de escuelas privadas y públicas), es un problema la simulación que se da “detrás de la cámara”: alumnos que se conectan y se van; fingen estar en clases, pero chatean, navegan en las redes sociales, están en los videojuegos, durmiendo o comiendo, en todo, menos prestando atención a la clase y si escucha su nombre, pide que se repita la instrucción “porque su internet está fallando”. Son pocos los papás que están al pendiente del cumplimiento de actividades y de que sus hijos sean responsables en clases.

En fin, al entrar a las aulas (virtuales o presenciales) los alumnos no dejan colgado su contexto familiar, sus valores o la carencia de éstos y es ahí donde debemos enforcarnos para que este barco no se hunda.

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