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COMENTARIO A TIEMPO

IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
DOCTOR, EDMUNDO GODÍNES, EN EL ÉTER ETERNO

A unos días de cumplir su segundo aniversario de su viaje al eterno éter, queremos recordar al Doctor, Edmundo Godínez Camacho, así con mayúscula porque ostentaba el grado académico de doctorado por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, además de otros estudios de postgrado en numerosas centros de educación superior.

Desde luego, ello sin desdora alguno de que a todos los médicos, con licenciatura, les demos el tratamiento cálido de doctores.

Conocí a nuestro personaje por otros distinguidos galenos, cuando él ocupaba la delicada titularidad de la Unidad de Gastroenterología del Hospital General de México. Además de hacerlo mi médico de cabecera, pertenecí a su cofradía de amigos, seguramente por el antecedente de que mi padre fue médico, por lo que intente seguir sus pasos, pero mi progenitor hombre de avanzada no obstante que nació en el 1901, casi de la mano me llevó de la Universidad a la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García.

Fueron decenas de amistades a las que recomendé al Doctor, Edmundo Godínez Camacho, todos quedaron satisfechos; el licenciado Pedro Martínez Estrada, político y ex presidente de la Casa Coahuila, fue quien me dio la triste noticia del fallecimiento de nuestro médico-amigo.

Las visitas a su consultorio fueron múltiples, más que como paciente, para saborear las tertulias con este facultativo. Primero debo señalar que recibió decenas de invitaciones para instalar su consultorio en los hospitales más renombradas de la hoy Ciudad de México, El Doctor Edmundo Godínez nunca lo aceptó, me explicaba:

“Yo me debo a mi gente”; a poco pasos de su domicilio en la popular Colonia Romero Rubio, en la calle de África, instaló su modesto consultorio, la consulta tenía un costo mínimo y todavía obsequiaba los medicamentos a sus pacientes. Cuando le preguntaba: ¿Cuánto lo debía por la consulta? me contestaba invariablemente con otra interrogante: ¿Cuánto le cobraré? Esas pequeñas discusiones terminaban cuando me aceptaba que le pagará tres veces lo que cobraba a su numerosos “enfermitos”, a quienes, con sus conocimientos les obsequiaba salud.

Sus relatos de los miles de casos graves que atendió en el Hospital General, puesto que además fue un reconocido cirujano, me recordaban las novelas famosas sobre las pandemias, epidemias y pestes, valga el sinónimo, fue un gran charlista, aparte de deportista, hasta ya muy mayor jugaba en el equipo de fútbol del barrio.

Sí, me recordaba entre otras, “La peste”, de Albert Camus, que según se lee en la contraportada: “narra las consecuencias del aislamiento de toda una ciudad, lo cual pone de manifiesto lo mejor y lo peor que cada uno de sus ciudadanos; sus miedos, traiciones, individualismo, pero también la solidaridad, la compasión, el espíritu de colaboración con el prójimo.

El “Juicio Final” de Connie Willis, novela sobre la pandemia de la peste negra de la Edad Media en una nevada campiña inglesa:

Y la más celebre: “Diario del Año de la Peste de Daniel Defoe, escalofriante relato novelado en el que se describen con crudeza los horribles acontecimientos que coincidieron con la epidemia de peste que asoló Londres y sus alrededores entre 1664 y 1666.

Es sólo un recuerdo y un pequeño homenaje al estupendo médico y superior
amigo, Doctor Edmundo Godínez Camacho. In Memóriam.