Miguel Carbonell
Vienen días, semanas y probablemente meses muy complicados. La pandemia del
Covid-19 va a tener un impacto profundo en nuestras vidas. Hay tres áreas de
preocupación principal en las que tenemos que enfocarnos:
1) En primer lugar, vamos a enfrentar una emergencia sanitaria de primer orden.
No es un ámbito en el que México sea particularmente fuerte. Hemos descuidado
demasiado tiempo a nuestro sistema de salud. Los trabajadores de nuestros
hospitales públicos deben realizar su trabajo en condiciones extremadamente
precarias.
La crisis debe servir, antes que nada, para reconocer el heroísmo del personal
médico. Ellos son el primer frente de la batalla que vamos a librar contra el
coronavirus y merecen todo nuestro apoyo y todo nuestro reconocimiento.
Necesitamos que cuenten con los equipos necesarios para atender la avalancha de
personas contagiadas que están llegando a las unidades de salud. Proteger a
nuestros médicos y darles lo necesario para que puedan hacer de forma segura su
trabajo es más importante que nunca.
2) En segundo lugar, vamos a enfrentar un verdadero terremoto en el plano de la
economía. Y tampoco aquí estamos en las mejores condiciones. La moneda nacional
se está devaluando, el petróleo está en su nivel más bajo de las últimas tres
décadas, los ingresos por el turismo van a caer a niveles de colapso y también
es probable que disminuyan las remesas que envían desde el exterior nuestros
migrantes. Veremos despidos, veremos inversiones que no se harán, veremos
empresas cerrar y personas que pasarán (todavía más) graves penurias
económicas.
Pero no se trata de nada por lo que no hayamos pasado antes. Cuando esta enorme
crisis sanitaria pase, deberemos trabajar muy duro para recuperarnos. Será
difícil, pero lo lograremos. En lo inmediato, necesitamos medidas de apoyo
gubernamental para la supervivencia de pequeñas y medianas empresas, un régimen
fiscal transitorio para la emergencia y señales claras que se tomarán las
medidas necesarias para sacar adelante a la economía mexicana.
3) Un tercer tema en el que debemos poner atención es el de nuestra convivencia
social. Una crisis es la mejor oportunidad para poner a prueba nuestros
valores, aquello en lo que creemos, aquello que hace que nos despertemos cada
día con alegría y que salgamos dispuestos a ser los mejores.
México necesita hoy más que nunca ciudadanos que se informen, que observen los
protocolos sanitarios, que estén pendientes para ayudar a la población más
vulnerable, que auxiliemos en nuestro particular ámbito de actuación a quienes
podamos, que dejemos a un lado la discordia y hagamos frente unidos al desafío.
Ningún país es capaz de salir adelante desde la división y el encono. Ninguna
sociedad puede basarse solo en la desconfianza y el temor. Tenemos que estar al
lado de nuestras familias, tenemos que cuidar de nuestras personas de mayor
edad y tomar todas las precauciones posibles. Repito: todas las precauciones
posibles, todas las que estén a nuestro alcance. Ninguna consecuencia negativa
se va a producir por ser en exceso cuidadosos. Al contrario. Una ciudadanía
precavida y atenta es hoy en día la mejor defensa frente al virus.
Estamos ante una durísima prueba. Pero que nadie lo dude: ningún virus nos
vencerá. Saldremos adelante nuevamente, porque ya hemos salido antes, porque
sabemos cómo vencer las dificultades, porque estamos preparados para lo que
venga. Y saldremos adelante porque vamos a trabajar decididos, unidos como
nunca, en favor de nuestro país.
Pronto volveremos a nuestras plazas, a los cafés, a los cines y a nuestras
escuelas. Pronto abrirán nuestras fábricas, nuestros comercios y nuestros
mercados. Pronto volveremos a la normalidad, porque somos más fuertes que
cualquier virus y porque tenemos de nuestro lado a la esperanza. Saldremos
adelante, luchando desde cada casa, desde cada hospital, desde cada clínica,
desde cada rincón del país. Mucho ánimo y mucha fuerza para todos.