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Zbigniew Dlubak: el fotógrafo de los signos

IMPULSO/ Edición Web
Polonia
Fotógrafo y pintor y teórico, Zbigniew Dłubak (1921- 2005) es considerado una de las figuras claves de la fotografía en Polonia. Gran experimentador de las formas fotográficas, su obra de rasgos modernistas reflexiona sobre el lenguaje de la fotografía y sobre la realidad de las cosas que le rodean. La Fundación Henri Cartier- Bresson ha organizado la muestra Zbigniew Dłubak – Héritier des avant-gardes (Zbigniew Dlubak- heredero de las vanguardias) como parte de la serie de exposiciones que viene dedicando a la fotografía clásica.

“Debido a distintas razones su obra no se conoce bien fuera de su país natal. Así, el fin de la exposición es divulgarla para que pueda ser descubierto por el público a nivel internacional”, señala Karolina Lewandowska, comisaria de la muestra que cubre solo una pequeña parte de la obra y abarca cuarenta años de la trayectoria del autor. “Es importante subrayar la idea de Dlubak como un heredero de las vanguardias. Donde el arte es un lugar de exploración. De una exploración que a veces solo concierne a ese arte, y que no siempre está conectado con la realidad”, continua la comisaria. “Él siempre defendió su convicción de que el arte debe seguir sus propias normas, normas que están para ser descubiertas y solucionadas”.

Como tantos otros fotógrafos de su época, llegó a la fotografía tras haberse iniciado en la pintura. Pero consiguió mantenerse activo en ambas disciplinas en las que fue un autodidacta, tras estudiar historia del arte. Sus primeras fotografías sirvieron para documentar sus actividades políticas clandestinas y tuvieron su continuidad en Mauthausen, donde fue encerrado después de participar en el alzamiento de Varsovia en 1944. Allí se dedicó a las tareas que le asignaron los nazis dentro del estudio que existía en el campo de concentración.

Acabada la guerra participó de forma activa en la reconstrucción de la vida artística de Polonia. Descubrió el surrealismo en Checoslovaquia, donde el movimiento había calado con fuerza. “De ahí vienen los títulos tan poéticos que daba a sus fotografías”, apunta la comisaria.“Pero su mayor influencia viene de los constructivistas polacos”. Queda clara en las composiciones realizadas con pequeños objetos, cerillas, botones o tornillos que adoptan la apariencia de paisajes abstractos y recuerdan a la obra de la fotógrafa Florence Henri.

“La clave de la originalidad de Dlubak”, escribe Éric Chassey en el catálogo que campaña a la exhibición, “viene del hecho de que se centra menos en producir lo sobrenatural y más en encontrarlo, difuminando los hábitos demasiado seguros de la visión ordinaria, sin que el origen factual de sus imágenes oscurezca su eficacia poética”.
Se consideraba tanto pintor como fotógrafo. Desde el momento en que descubrió la fotografía la adoptó como un medio más donde desarrollar su quehacer artístico. “Siempre observó a la fotografía como un medio independiente, tan válido como la pintura solo que distinto”, comenta Lewandowska. “En algunas ocasiones utiliza el mismo título para sus series de fotografía y de pinturas, lo que no quiere decir que se parezcan entre ellas. Cuando quiere resolver un problema lo ataja de forma distinta en cada medio”. Utiliza la abstracción en la pintura y en sus obras más tempranas los dos medios están muy cercanos formalmente.

Dlubak no solo trata de reconciliar las distintas disciplinas, sino de desmantelar la oposición tradicional entre la abstracción y la figuración. “Esto era fácil en la fotografía, porque siempre consideró que esta por si sola es figurativa, ya que está en relación directa con la realidad- siendo esta lo material- ”, explica la comisaria. “Pero al mismo tiempo juego con que se puede llegar a la abstracción a través de lo material, ya que la cámara lo permite”. Así utiliza los planos extremadamente cercanos, o las manipulaciones técnicas como formas de penetrar la realidad y relevar aquello que encierra desde un punto de vista más espiritual que material.

Cabe destacar la faceta del artista como editor de la revista Fotografía de la cual fue editor durante veinte años, llevando a cabo un acercamiento interdisciplinar del medio así como una profunda crítica. Consideró la actividad teórica como parte integral de la práctica artística. Fue también miembro fundador del Grupo 55, cuyo propósito se encaminaba a encontrar un nuevo lenguaje pictórico a través de la metáfora.

El desnudo y el cuerpo humano ocuparon gran parte de su quehacer artístico. “Trabaja con el cuerpo femenino. No podemos dejar de lado que estaba ciertamente fascinado por la erótica del cuerpo femenino, pero sus desnudos no son eróticos”, destaca Lewandowska, quien también fue comisaria de una exposición dedicada al artista en Madrid en 2013 con motivo de PhotoEspaña. Utiliza el desnudo para investigar acerca de los signos y la forma que los entendemos en el arte, de ahí las simetrías y repeticiones que utiliza. “El cuerpo de la mujer es un clásico del arte y quería desmantelar o desconstruir el tema, liberarlo de su condición de objeto de deseo, y de todo tipo de asociaciones”, subraya la comisaria.

En la última etapa de su trayectoria permaneció muy cercano al arte conceptual promovido por Jan Świdziński , pero siempre se mantuvo firme en seguir su propio camino. “Nunca creyó en la idea de un arte puro. Consideraba que el arte solo existía si había espectadores y solamente en ciertos contextos, no solo geográfico y sociológico sino histórico, formando parte de una historia lineal. Esto le interesaba más que el conceptualismo”, señala Lewandowska.

“No estoy interesado en los efectos estilísticos, derivados tanto del arte moderno como del conceptualismo. Utilizó formas, ideas, colores, palabras, fotografías y acciones como materiales en la forma en la que mejor se adecuan a mi arte, para crear un signo vacío dentro del contexto de la realidad en la que vivo”, escribía el artista. EL PAIS

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