IMPULSO/ Agencia SUN
Huixquilucan
“Tengo miedo” a pesar de que Margarita y Tatiana ya están en la cárcel, “la patrona me dijo, ‘me las vas a pagar’”, afirmó con timidez Edith, una joven oaxaqueña que vivió como esclava en un departamento de lujo de Hacienda de Las Palmas, en Interlomas.
La sentencia de nueve años de prisión que dictó un juez del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, en contra de Margarita y de su hija Tatiana, tras conocer las condiciones de hambre, golpes, insultos y cautiverio, en las que mantuvieron a Edith en un departamento de lujo de Hacienda del Ciervo, en el exclusivo fraccionamiento Hacienda de Las Palmas, es relevante porque es el primer caso en el país en que se sanciona a responsables del delito de trata de personas, en su modalidad de trabajos forzados, señaló Rosi Orozco de “Unidos Contra La Trata”.
¿Cuántas mujeres y menores de edad en este momento están sometidos a extenuantes trabajos forzados de más de 16 horas al día, sin prestaciones laborales, mal alimentados y con tratos indignos?, en un país donde hay más de 2 millones de trabajadoras domésticas, cuestionó Rosi Orozco, quien reiteró el caso de Edith como emblemático.
La joven de origen juchiteco, quien fue vendida cuando tenía 12 años de edad, en 15 mil pesos a los propietarios de un bar y después a Margarita, quien siempre le recordaba a la joven que ella la había comprado, vivió en condiciones de esclavitud en un departamento con calefacción, iluminación gradual, vigilancia privada, lavavajillas, microondas y teléfonos inalámbricos y tinas de hidromasaje, sin embargo ella no podía comer lo que había en el refrigerador de doble puerta, ni dormir en cama, mucho menos recibir un pago por su trabajo y permaneció en cautiverio.
“Todos los días me pegaban”, “un día me patearon tan fuerte tirada en el piso, que sangré de mis genitales”, afirmó Edith quien ahora tiene 22 años, al relatar que no podía salir del conjunto residencial, donde guardias privados tenían la orden de no dejarla salir a la calle.
“Viví en un sitio bonito y lujoso, pero para mí fue un infierno”, porque dormía en una tina con agua, obligada por sus patronas “que decían que era porque estaba loca, me aventaban la comida a la cara, cuando les decía que tenía hambre, me decían ‘¿quieres comer perrita?’”, relató la joven que habla zapoteco y poco español.
Edith no fue la única joven que Margarita trajo de Oaxaca al Valle de México, donde las ponía a trabajar en casas, por eso cuando la chica vivió condiciones de esclavitud, logró enviar un mensaje a sus padres para que no dejaran venir a su hermana menor.
Al ser rescatada Edith, presentaba un cuadro de desnutrición avanzado, estaba deprimida y con mucho miedo, relató Rosi Orozco; por lo que hoy aún con la sentencia de nueve años de condena de las mujeres que la esclavizaron, la joven oaxaqueña necesita apoyo psicológico, de la PGJEM.
Aún con miedo Edith asistió al menos en cinco ocasiones al tribunal, donde Margarita y Tatiana aún libres, “me amenazaron, decían que se las iba a pagar”, por eso hoy la joven oaxaqueña, pese a que sus patronas están recluidas en el penal de Barrientos, donde purgarán un pena de nueve años, la joven oaxaqueña teme salir a la calle y que la familia que la tuvo esclavizada conozca su ubicación.