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“Y todo empezó en el otro lado del charco”

¿Qué por qué tengo un proyecto gastronómico en la actualidad sin ser una profesional de la cocina?

Por: Marletza

Efectivamente, no soy chef, no he ido a ningún colegio de gastronomía, tampoco cociné nunca con mis abuelas (era yo muy pequeña) sin embargo, uno de mis juegos favoritos junto a mi Mamá, era preparar en algunas tardes libres, galletas o panques.

Soy una aficionada que la vida misma llevo a descubrir dos de sus más grandes aficiones: cocinar.

He sido autodidacta para aprender a preparar un arroz, usando el instinto, algunas memorias fotográficas y gustativas de cómo se debía ver y a lo que tenía que saber.

Me aventuré en el extranjero a experimentar recetas de libros, de videos en internet o a través de llamadas transatlánticas para preguntar cómo preparar chiles en nogada o cochinita pibil.

Mis orígenes mexicas siempre han sido bien arraigados, rememoro cuando mi Padre nos llevaba de vacaciones por el país visitando ruinas arqueológicas, los hoy nombrados “pueblos mágicos”, degustando la comida junto con los dulces típicos de cada región y hasta las idas al mercado en domingo.

Reconociendo aromas de plantas, descubriendo frutas, deslumbrada por los colores tan variados de las verduras y rematando con algún “gustito” para el paladar.

Es verdad, que lo de ser mexicana se me avivó al tener la oportunidad de convivir con otras culturas en una ciudad que no era mi origen y que me hizo emprender en un sector desconocido para mí: el gastronómico.

Nunca imagine que me ganaría la vida vendiendo chiles en el viejo continente, siendo pionera en hacerlo, que me presentaría en conferencias y talleres frente a los extranjeros (muchos de ellos; otros lógicamente en su tierra: catalanes y españoles) a contarles sobre las tradiciones gastronómicas de mi país, vivir con tanto ímpetu “El Grito de Viva México” rodeada de cacerolas humeantes con tinga de pollo, tacos de mole poblano, quesadillas “de queso”, esquites, tamales dulces y salados coreando“Cielito Lindo” a lo lejos.

Y qué recuerdos con degustaciones de antojitos en una tienda dónde muchos decían “llegar al paraíso” o bien “tienes más productos que en la tiendita de la esquina de mi calle”.

Y que los franceses, ingleses, italianos, alemanes, suizos, finlandeses, polacos, chinos, colombianos, salvadoreños, chilenos, etc. atrevidos con el tequila (siempre 100% agave) quedarán boquiabiertos con un sorbito. Y cuando un norteamericano encontraba ese pequeño “oasis” en el barrio y me dijeran que no extrañaban su país, sino la comida mexicana.

Lo más, cuando los propios vecinos de la calle se hacían clientes frecuentes para los domingos desayunar molletes, sincronizadas, tacos de barbacoa o preparar quesadillas con “queso Oaxaca, también conocido como quesillo”.

Y claro, ya muchos esperaban al año la venta del tradicional pan de muerto a inicios de noviembre, la posada para el festejo en diciembre con todo lo que implica: “cantada de letanía”, piñata y descubrimiento de nuevos bocados y sabores. Y para febrero, La Candelaria y sus tamales en hoja de plátano o maíz y por qué no “tamal de cazuela”.

En los veranos no podía ya faltar en casa de cada cliente sus totopos con frijolitos y guacamole para alegrar sus veladas en las terrazas. Y así, ellos y yo descubrimos que siempre había algo por que o quién brindar, probar sabores explosivos (aunque a veces nos enchilaramos), compartir una mesa y saber que “nuestras culturas gastronómicas” tienen en ocasiones muchos vínculos que desconocemos.

¿Qué es el cacao, a dónde llego el chile, quienes fueron las civilizaciones del maíz, quién nos regaló la jamaica y tamarindo, qué sería de otras cocinas tan reconocidas sin el ji-tomate, aguacate, cacahuate, frijol o la vainilla en los postres?

Te invito a que me dejes compartir contigo mis experiencias, lo que he aprendido al tiempo, reviviendo anécdotas y descubriendo lo maravilloso de la gastronomía. La gastronomía nos da identidad, va vinculada a la historia de toda civilización, nos alimenta el alma y alrededor de una mesa podemos compartir cualquier tipo de vivencia, es emoción, recuerdos, gustos aprendidos y otros no tanto. Además, es multidisciplinar, pues está vinculada a cualquier ámbito de nuestro día a día.

¿Me acompañas?Empezamos con un continuará…

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