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Toluca
Desde el domingo por la mañana, las milicias prorrusas de la autoproclamada República Popular de Donetsk, lanzaran una potente ofensiva contra el Ejército ucraniano en las localidades de Avdéyevka y Yasinovátaya. El presidente ucraniano, Piotr Poroshenko, suspendió su visita a Alemania y regresar a Kiev para ponerse al frente de la célula de crisis.
El Cuartel General de las tropas ucranianas en la zona aseguró hoy mediante un comunicado que «Avdéyevka ha estado siendo bombardeada masivamente durante la noche con misiles Grad por las fuerzas de ocupación». El parte castrense habla de muertos, heridos y viviendas destruidas, aunque sin especificar cifras concretas.
Avdéyevka se encuentra a unos 15 kilómetros al norte de Donetsk, capital de la provincia que lleva el mismo nombre, mientras que Yasinovátaya, también alcanzada por las bombas, está un poco más al este. Ambas poblaciones forman parte del «cinturón» creado por el Ejército ucraniano para aislar a los rebeldes e impedir que puedan avanzar hacia el norte y el oeste.
La Unión Europea (UE) describió los bombardeos masivos contra la ciudad ucraniana de Advéyevka como una “violación flagrante” del alto el fuego contemplado en los Acuerdos de Minsk como vía para restablecer la paz en el este de esa ex república soviética. Mientras tanto, Moscú y Kiev se culpan mutuamente por el reinicio de los combates entre las fuerzas oficialistas y los separatistas prorrusos en Ucrania Oriental.
Poroshenko también abogó por acordar un alto el fuego en la zona para poder restablecer los servicios de electricidad y calefacción en la ciudad, donde las temperaturas rondan los 20 grados bajo cero. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania, que responsabiliza de los ataques a “las tropas de ocupación rusas”, los bombardeos han dejado sin suministros básicos a más de 400.000 personas.
El cumplimiento de lo acordado en Minsk es la condición exigida por Occidente para levantar las sanciones a Rusia. No obstante, cada vez son más las voces, tanto en EEUU como en la UE, que claman a favor de levantar las sanciones a Rusia. En este contexto, la ex primera ministra ucraniana, Julia Timoshenko, líder de la formación Batkívshina (Patria), ha partido para Washington con el objetivo de presentar a la Administración de Donald Trump un «plan de paz» para acabar con la violencia en las regiones separatistas ucranianas de Donetsk y Lugansk. Timoshenko espera lograr el respaldo de EEUU a su iniciativa.
Las autoridades ucranianas y la élite política temen que el mundo les olvide y el conflicto en el este del país quede «congelado» como ha sucedido en los casos de Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur o Nagorno-Karabaj. Kiev exige que se cumplan los acuerdos firmados en Minsk (Bielorrusia) en febrero de 2015, que contemplan la celebración de elecciones locales con participación de todos los partidos existentes en Ucrania, la retirada de todas las fuerzas «extranjeras» de la zona y la devolución del control de la frontera con Rusia. Moscú y los separatistas prorrusos, a su vez, acusan a Kiev de no promover las leyes de autonomía que también recoge lo pactado en Minsk en favor de los dos enclaves rebeldes.
Con información de ABC y Deutsche Welle