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Un equipo internacional de científicos ha encontrado una respuesta inesperada a esta eterna pregunta. Los detalles del estudio fueron publicados en la revista especializada Nature Communications.
Durante la investigación, los biólogos analizaron más de 7.000 pruebas de ADN extraídas a 540 individuos durante las primeras 24 horas tras su muerte. Al examinar las muestras de 36 tipos de tejidos —desde la corteza cerebral hasta los músculos—, los investigadores llegaron a la conclusión de que algunos de los genes se activaron después de la muerte.
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“Observamos que muchos genes cambian su estructura en un intervalo relativamente corto después del fallecimiento y lo hacen de forma específica para cada tejido. Esta información nos ayuda a comprender mejor la variación y también nos permite identificar los eventos que se desencadenan tras la muerte de un organismo”, indicó Pedro G. Ferreira, del Instituto de Patología Molecular e Inmunología de la Universidad de Porto (Portugal), uno de los encargados del estudio.
Pero, ¿cuál es la explicación a este fenómeno?
Según declaró uno de los autores de la investigación, Roderic Guigó, coordinador del programa de Bioinformática y Genómica en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona, probablemente se deba al cese del flujo sanguíneo, la posterior hipoxia y la falta de oxígeno. Al mismo tiempo, indicó que todavía no disponía de pruebas para fomentar su teoría.
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De acuerdo con los investigadores, este hallazgo podría ser utilizado por los médicos forenses a la hora de determinar “con una precisión considerable” la hora de la muerte de una persona.
“Por ejemplo, se podrían analizar rápidamente algunos tejidos provenientes del pulmón o de la piel para determinar el intervalo post mortem”, explicó Guigó.
No obstante, los científicos afirman que todavía hay que investigar más para averiguar si la edad, el sexo y la temperatura ambiente también influyen en la actividad de los genes tras el fallecimiento. mundo.sputniknews.com