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Vagón del tren escuela en Naucalpan

IMPULSO/David Esquivel
Naucalpan

Un vagón varado desde hace 25 años sobre las vías por donde cruzaba el Ferrocarril México Acámbaro sirve hoy de escuela de tiempo completo a 39 alumnos de la primaria Artículo 123 “Adolfo López Mateos”. Cuenta con registro y clave oficial 15DPR30082 de la Secretaría de Educación Pública (SEP), con un director, el profesor Jaime Mayolo Contreras Parra, de 60 años de edad, quien hace 23 años fundó el centro escolar, y tres maestras encargadas de impartir clases conforme al programa oficial establecido.

La escuela es parte del Programa Federal “Escuela de tiempo completo”, aunque, por falta de aulas, alumnos del primero al cuarto grado “comparten” con amas de casa un salón contiguo al furgón, construido de material prefabricado, mismo que sirve, además de salón de clases, de cocina, explicó Mayolo Contreras, quien solicitó en la entrevista apoyo de las autoridades educativas federales y estatales para abrir más aulas sobre o al margen de las viejas vías del tren que cruzan el centro de San Bartolo Naucalpan, donde se asentaba una estación.

“Compartimos un espacio como aula y al mismo tiempo lo usamos de cocina-comedor”,

Explicó Jaime Mayolo de 60 años de edad, quien se desempeña como profesor y director del vagón-escuela, donde 39 alumnos reciben clases desde primero a sexto año. Quien es, al parecer, la última del tipo y modelo de escuela ambulante que empleaba Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) para dar educación escolar a hijos de ferrocarrileros.

Los escolares están integrados al programa federal de “Escuela de tiempo completo”, cuentan con servicio de alimentos preparados por madres de familia, quienes, ante la necesidad, pugnaron por contar con un aula anexa donde instalar una cocina-comedor con sus respectivas estufas, enseres domésticos y alacenas para guardar ollas, platos, entre otros artículos.

Ante la falta de aulas, alumnos de primero, segundo, tercer y cuarto año reciben clases en la cocina, mientras que las amas de casa no preparan los alimentos, pero, cuando comienzan a cocinar las 39 dietas, para cada uno de los estudiantes, los escolares deben salir del espacio y esperar a que se desocupe, explica el profesor Jaime Mayolo.

Pese a que tiene 23 años de funcionar como escuela, apenas hace un año, el plantel entró a formar parte del programa de escuelas de tiempo completo y atiende a los alumnos de ocho de la mañana a cuatro de la tarde. Durante la estancia en la escuela, los alumnos son alimentados y complementan su instrucción con actividades de lectura, escritura e inglés impartidas por tres profesores, incluido el Director, quienes se les ingenian para enseñar inglés.

Jaime Mayolo dice que con 40 años de docente y 23 de dar clases en el vagón ya piensa en jubilarse, pero, antes de hacerlo, una de sus ilusiones es dejar la escuela con otras aulas donde más niños reciban instrucción. Informó además que, al estar ubicados sobre las vías del tren de la extinta Estación de San Bartolo, que hasta mediados del siglo pasado sirvió para el abordo y trasiego de pasajeros y mercancías provenientes de y hacia el centro-norte del país, existe espacio de sobra para construir más aulas o echar mano de la edificación que formó parte del a terminal ferroviaria, pues está abandonada.

El maestro dijo que gestiona ante la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT) que se le autorice abrir más aulas para que alumnos que reciben clases en la cocina-comedor tengan su propio salón.

Ana Lizet Avilés Sánchez, de 24 años de edad, maestra originaria del Municipio mexiquense de Zacazonapan, egresada del Colegio de Estudios Superiores del Estado de México en la Licenciatura de Docencia, imparte clases de quinto y sexto año, fue ella quien comentó que el lugar requiere de un buen suministro de energía eléctrica y un aula para instalar equipo de cómputo.

Explicó que el voltaje eléctrico no es suficiente en el plantel, lo que les impide instalar y emplear cinco computadoras dotadas por autoridades de educación. “El voltaje actual no permite usar las cinco computadoras, no aguanta. Además, no las usamos porque no tenemos espacio suficiente”, comentó.

A los escolares les gusta tomar clases en el vagón, pues, en su imaginación, piensan que sí avanza sobre las vías y que van a otros lugares, comentó la maestra, quien acotó que “el furgón camina por la vida de los alumnos, quienes entran siendo infantes y egresan entrando a la adolescencia”.

El vagón-escuela ha progresado, pues, hasta hace 20 años, era un vagón más sobre las vías del tren del ferrocarril Acámbaro y se perdía entre otros vagones empleados como vivienda por al menos 50 familias de ferrocarrileros. Ahora, el lugar cuenta con un pequeño patio, sanitarios, un salón anexo y tiene, más que todo, la buena voluntad de un grupo de maestros deseos de enseñar y alumnos con ganas de aprender, sin dejar de mencionar la disposición de sus familias que aceptan que sus hijos reciban clases en condiciones no óptimas del todo.

 

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