IMPULSO/ Irene Levy*
Amistad, cuatismo, cabildeo, apoyo, moche… hay muchas palabras que pueden significar corrupción. En ocasiones la línea fronteriza es muy delgada: por ejemplo, un telefonazo a un amigo funcionario para impedir el abuso de autoridad en un trámite; o bien, hay situaciones en que el sistema está tan podrido de origen que resulta muy gravoso para una empresa evitar la corrupción, como cuestiones de extorsión —multas injustificadas o amenazas de pérdida de contratos, entre otros—. De cualquier forma, el problema tiene raíces sistémicas comunes en las distintas etapas de la conformación del hecho corrupto: la captura, en sus diferentes niveles, materias y facetas; la deficiencia institucional, que se debe en muy buena parte a la captura y deficiencia en las capacidades; la falta de un sistema de denuncias que funcione, y la impunidad administrativa y judicial. A esto hay que agregar el factor educacional y cultural que debe ser también ser considerado. Es un problema complejo y de varias dimensiones, su solución también.
El diseño, la confección, la aprobación y la implementación de una Política Nacional Anticorrupción (PNA) es uno de los grandes objetivos del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). La semana pasada se dio a conocer el proyecto base que servirá de insumo a la discusión nacional sobre la política. Se trata de un documento de 216 páginas, elaborado bajo la batuta de Lourdes Morales y Liliana Veloz de la Red por la Rendición de Cuentas (RRC). Para su diseño, se orquestó un equipo multidisciplinario que incluyó a diversos académicos, así como a los enlaces de los miembros del Comité Coordinador del SNA, a la Secretaría Ejecutiva también del SNA y, desde luego, a los integrantes del Comité de Participación Ciudadana nacional. Este proyecto define la problemática alrededor de diversas formas de captura: de los puestos públicos, del presupuesto, de las decisiones y del sistema de justicia; propone 17 acciones generales de política dentro de 5 ejes de accionamiento de la PNA:
1. Profesionalización y generación de capacidades, 2. Fincamiento de responsabilidades, 3. Corrupción de ventanilla: puntos de contacto, 4. Corrupción en “redes” y 5. Participación ciudadana y transparencia como eje transversal.
Es un buen saque. Ahora, a través de un grupo que se conformará ad hoc, debemos iniciar un proceso eficiente de consulta nacional incluyente y abierta y de apropiación del documento —en el buen sentido—, sin exclusiones, sin favoritos, sin fobias. Durante esta etapa será indispensable la participación de los sistemas locales anticorrupción, la ciudadanía, la sociedad civil, la academia, los gobiernos federal y locales, la industria —Coparmex ha sido un aliado fundamental en estos temas— y, desde luego, los miembros del Comité Coordinador. De hecho, la Secretaría de la Función Pública envió el mes pasado un documento con su visión de la PNA que, aunque difiere de la que se someterá a consulta específicamente en el hecho de que la captura sea la base del problema, aporta elementos interesantes. Ambos documentos, el proyecto de PNA y el de la SFP, pueden consultarse en mi blog: www.irenelevy.mx
Sobre el documento y la consulta le adelanto dos cosas: primero, que no habrá consenso entre los opinadores, y, segundo, que paradójicamente también existe un riesgo de captura de la propia consulta y de la PNA, bien para que no salga, bien para diluir el documento y que quede plagado de lugares comunes y remedios para los síntomas y no para la enfermedad, y también puede suceder que se privilegien ciertos egos y opiniones. Debemos evitarlo. Ojo: la votación final de la PNA corresponde al Comité Coordinador del SNA (CPC, ASF, SFP, INAI, TFJA, Consejo de la Judicatura y Fiscal Anticorrupción).
El otro trabajo que es necesario arrancar en unas semanas es el de socializar el proyecto de PNA, junto con otros temas de la agenda anticorrupción, con el equipo de transición de quien resulte ganador en la contienda presidencial y también con los nuevos legisladores que iniciarán sesiones este primero de septiembre. Como ve, esto apenas empieza; el SNA es y debe seguir siendo la apuesta de México, sin fanfarrias, sin triunfalismos, sin tapaderas, con realidad y mucho, mucho trabajo.
*Presidenta de Observatel, profesora de la Universidad Iberoamericana y miembro del Comité de Participación Ciudadana del SNA