IMPULSO/Gonzalo Vaca
Artículo
Una buena noticia se dio a conocer recientemente y que seguramente tendrá una incidencia positiva en el mediano y largo plazos. Se trata del Plan de Expansión de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que prevé financiar 12 de 17 proyectos de generación de energía eléctrica, a través de los famosos “Proyecto de Inversión de Infraestructura Productiva con Registro Diferido en el Gasto Público” (PIDIREGAS).
Éste es un esquema de financiamiento que ya demostró ser exitoso hace no muchos años. El auge de su aplicación se llevó a cabo en México hacia finales del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, cuando tuvo que enfrentar el nivel de reservas más bajo de la historia y era urgente potencializar la generación de energía eléctrica.
Hoy como hace poco más de 20 años, se presenta el mismo escenario: niveles de reserva disminuidos y carencia de recursos públicos para invertir en la construcción de nueva infraestructura.
Por fortuna la CFE siempre se ha caracterizado por planear el desarrollo de sus proyectos y con base en el siempre efectivo Programa de Inversión den Sector Eléctrico (POISE) su planeación se delinea por lo menos con 10 años de antelación.
Así es que el POSE 2019-2029 proyecta la edificación de al menos 12 proyectos que serían financiados a través del esquema Obra Pública Financiada (OPF) el cual consiste en que la Iniciativa Privada, previo proceso de Licitación, obtiene el concurso de obra, lleva a cabo la inversión para construir el proyecto y al término de la obra, cuando ésta está generando recursos, el Estado mexicano inicia el pago de la inversión en plazos de entre 20 y 30 años.
Es un esquema muy transparente y eficiente, porque el Estado no desembolsa recursos, tampoco privatiza los proyectos, mantiene el control y la rectoría del Estado sobre un sector estratégico, pero sobre todo, genera nueva infraestructura, empleo y miles de megawatts-hora para garantizar el abasto de electricidad a las zonas de mayor demanda.
Ciertamente son proyectos de obra de entre cinco y seis años de construcción y hasta dos años más para la generación, por eso la planeación anticipada de 10 años es una estrategia simple que siempre ha funcionado de manera exitosa.
Ciertamente se trata de adquirir deuda de largo plazo, pero en las condiciones actuales –sobre todo dada la oposición a la aplicación de la reforma energética-, es el mejor camino a seguir. Urgen más y nuevos proyectos de generación de electricidad y el reto es determinar la fuente de generación.
La balanza de generación eléctrica en México está dividida entre renovable y no renovable; desafortunadamente, nuestro país obtiene electricidad hasta en un 80 por ciento de las energías no renovables, como el petróleo, el gas y el carbón que son muy poco eficientes y altamente contaminantes.
El reto de México es aprovechar el momento de coyuntura y dar un paso firme y decidido hacia la consolidación de proyectos de generación de energías limpias y renovables.
Es cierto que la mitad del total de la generación con base a fuentes renovables, se obtiene de las centrales hidroeléctricas, pero en los últimos tres años se ha registrado una reducción de su participación en al menos un 12 por ciento, debido a las bajas lluvias y escurrimientos en las principales cuencas hidrológicas.
Según el Reporte Verde de la organización Sistema ECO y al “Reporte Energías Renovables, gran oportunidad para México” 2018, de la propia Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), de la participación de las energías limpias se obtiene el 19 por ciento, de las cuales apenas el 15 por ciento son energías renovables.
Y arrojan un dato por demás relevante: La energía fotovoltaica (paneles solares) es de las que menos aportan, sin embargo, registra un incremento en la generación de 3.7 por ciento y su capacidad instalada creció un 137.73 por ciento, por lo que su participación es cada vez mayor.