Un día después del 08 de Marzo
IMPULSO/Rafael Aguilar Ybarra
Artículo
Se acabó el día; el time line de Facebook tanto de usuarios, como de los medios de comunicación hoy cambiarán de tema, la noticia será otra, las tendencias en Twitter, ya no estarán relacionadas a ellas, quedarán los registros y las reacciones, los retuits y las publicaciones compartidas serán parte del historial y todo volverá a ser como siempre; sólo 24 horas para recordar algo, hacerlo ver como lo más importante del momento y proseguir al “entorno simulado de la realidad; el cotidiano” al que estamos acostumbrados con el que convivimos constantemente, relacionado con fútbol, entretenimiento, la conferencia mañanera de AMLO, las religiones, los conflictos internacionales; Venezuela en transición y los productos informativos que constantemente captan nuestra atención sean o no de utilidad; fake news, post-verdad, incluidas las cifras tecnocráticas hablando de los “aparentes avances” que sólo contienen, más nunca resuelven, sobre un tema que lacera las entrañas de la sociedad no sólo en México, sino en todo el mundo; dichas desde un atril de poder y responsabilidad.
El 08 de marzo está etiquetado hoy como el “Día internacional de la Mujer, al menos así fue designado en 1977 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sustentado en una serie de conflictos históricos que emanaron de la discriminación que sufre el género femenino desde tiempos remotos y como antecedente principal 120 mujeres muertas como consecuencia de la brutalidad policial en 1975; mujeres que trabajaban en una fábrica textil de Nueva York y que su “error” fue marchar por las calles solicitando mejores salarios y condiciones laborales de mejora, en relación al pago que recibían los hombres de la época, sin embargo la primera vez que se habló del día internacional de la mujer, nació con las actividades del movimiento sindical a principios del siglo XX en América del Norte y Europa en 1909.
En estas épocas que se presumen civilizadas, avanzadas y post modernas, siguen siendo actuales los acontecimientos del pasado; aunque bajo otras características; los salarios para ellas siguen siendo bajos, aún existe la segregación ocupacional, el hostigamiento sexual, los estereotipos, las ideas erróneas sobre los roles que deben cumplir los hombres y las mujeres a partir de sus características biológicas y las falsas creencias tan arraigadas que limitan en gran medida todos los ámbitos del desarrollo humano.
En tiempos remotos la tierra era la deidad suprema y estaba directamente relacionada con la mujer, eran ellas en el neolítico quienes inventaban técnicas de transformación a productos alimenticios, diseñaban fármacos, curtían pieles, su importancia era representada en figuras de arcilla, era la diosa madre la que protegía las cosechas, en Mesopotamia por ejemplo, los derechos tanto para hombres como para las mujeres eran en idéntica proporción, también su estatus académico y el acceso a puestos públicos, no se diga en el Egipto antiguo, donde alcanzaron las cúpulas más altas del poder, gozando de libertad e independencia; autonomía jurídica y una importancia socio-política destacada, sin embargo avanzar en el tiempo también es retroceder, ya que tanto Grecia como en el imperio Romano, el hombre se encargó de meterlas al hogar y definir su papel en la vida; tener hijos, cuidarlos; encargarles las labores domésticas, también la idea judeocristiana de modelar esa ideología partiendo de la culpa; un fruto prohibido probado por una mujer y posteriormente por el hombre, que provocara la furia de Dios y expulsara a los dos únicos habitantes del paraíso; irónicamente aún existen las cargas inconscientes que legitiman este tipo de ideas.
Si todo iba bien ¿qué pasó entonces? Sucede que el mundo se ha ido enfermando de un poder androcentrista colocando al hombre como centro del universo; dando a los varones una mirada única y universal del mundo que le rodea, dictando reglas, normas, leyes, filosofías que dan invisibilidad a las mujeres, negando la mirada femenina y ocultando sus aportaciones; un mundo con lenguaje masculino.
Actualmente hay un sinnúmero de esfuerzos de mujeres que representan a otras mujeres en busca del empoderamiento, buscando la igualdad ante la ley en todos los sentidos, la teoría está perfectamente planteada en el artículo cuarto de nuestra constitución mexicana, pero aún muy lejos de su estricta y perfecta funcionalidad en la práctica, la paridad no se hace presente del todo y es prudente considerar que aún cuando la naturaleza es distinta tanto para hombres cómo para mujeres, es necesario apostar por nutrir el concepto de persona, más allá de las diferencias, educar con una ideología humanista; una pedagogía desde el hogar que no segregue, apostar por un compartimento tanto de derechos como de obligaciones compartidas e inclusión en todos los sentidos, contemplar en los programas educativos asignaturas que hablen de equidad y transversalidad de género, que implanten en el pensamiento de los menores igualdad, no permitir por ningún motivo constructos ideológicos en la mente de los niños que relacionen comportamientos con un género, pues antes de ser hombres o mujeres, somos seres humanos.
Enfrentamos un verdadero problema y hay muchos retos por cumplir, los brotes machistas se construyen siempre en el hogar, reproduciéndose a lo largo de la vida, es necesario cortar con la cadena de violencia, los derechos de las mujeres y las niñas también son derechos humanos, están hechos para todos abarcan la vida misma, salud, educación, participación política, bienestar económico, ser tratadas y tratados como sujetos, más no como objetos, disfrutar en condiciones de igualdad, libertad para transitar por las calles sin recibir agresiones, tener seguridad y desarrollo.
Las mujeres tiene la capacidad de transformarlo todo, nos han criado desde pequeños y debemos mostrar agradecimiento, admiración, amor y respeto, pues han mantenido de pie los imperios en todas las épocas de la historia mientras ha habido guerras promovidas por los hombres, no podría haber mundo sin mujeres, considero que la frase de William Golding es acertadas aunque haya llenado de escarnio a los más “estrictos y pulcros ojos u oídos en esta temporada, aseverando que refieren a una definición de rol ; “Creo que las mujeres están locas si pretenden ser iguales a los hombres, son bastante superiores y siempre lo han sido, cualquier cosa que des a una mujer, ella lo hará mejor. Si le das esperma, te dará un hijo, si le das una casa, te dará un hogar, si le das alimentos, te dará una comida. Si le das una sonrisa, te dará su corazón. Engrandece y multiplica cualquier cosa que le des, si le das basura, ¡prepárate a recibir toneladas de mierda!”. La médula de sus palabras la considero correcta, pues la grandeza femenina es algo que los hombres no hemos sabido entender porque el machismo no deja de reproducirse todos los días, a toda hora, en todo momento. El rol de las mujeres está donde ellas se paren a partir de sus decisiones y ningún ser que diga llamarse hombre debe limitarles o discriminarles; dejémonos de interpretaciones erróneas basadas en lo que consideramos correcto o no, es preferible sumar y no hacer críticas sin un sentido lógico o profundo; los extremos nunca han sido buenos, ni han funcionado.
Las queremos vivas a todas, no más feminicidios, ni abusos de ningún tipo, no más guerra de sexos para saber quien vale más o quien menos, no más favores sexuales a cambio de oportunidades laborales no más hombres que ataquen a las mujeres; ninguna causa es justa, no más mujeres que ataquen a otras mujeres, no más palabras ofensivas; ni puta, ni pendeja, no más violencia invisible ni desacreditaciones, no más, no más. No se queden calladas, se requieren denuncias, hombres que defiendan y que con conciencia recuerden que durante nueve meses fueron guardados en el vientre de una mujer antes de ser injustos en trato con ellas.
Es importante que el Estado cumpla con sus compromisos y de certidumbre a las mujeres más allá de la creación de programas sociales que fungen solamente el papel de propaganda política al igual que las instituciones que dicen trabajar en la erradicación de la violencia de género y resultan ser sólo elefantes blancos, que en vez de bajar los indices de violencia, los aumentan; rendir cuentas claras y reconocer tanto los avances como los retrocesos temáticos, el debate está abierto, es necesario reconstruir la historia de nuestros pueblos y saber qué es lo que en acciones como hombres y mujeres heredamos a los que vienen.
Hasta aquí mi comentario.