IMPULSO/Miguel Á. García/Toluca
Fueron más de 50 años de trabajar con pinceles, martillos, soldadoras, pinturas, corazón y talento los que dejó atrás el artista plástico mexiquense Fernando Cano, quien, en medio de aplausos, lágrimas y anécdotas, fue despedido por última vez de la Universidad Autónoma del Estado de México, institución que impulsó sus creaciones y abrió espacio para su expresión.
Fue este miércoles cuando el también Doctor Honoris Causa por la UAEM dio su último respiro y con el, dejó en el mundo un legado de pasión y arte, en especial en hierro.
Con una ceremonia de cuerpo presente, que se llevó a cabo en la Galería Fernando Cano, misma que fue abierta en su honor, el rector de la Autónoma Mexiquense, Alfredo Barrera Baca, dio un “hasta siempre” al artista que cautivó con su talento a miles de miradas a lo largo de su carrera.
Ahí, Barrera Baca entregó a Marthel, la compañera de vida de Fernando Cano, la bandera universitaria y celebró la vida y obra del artista oriundo de El Oro.
“Fernando Cano quiso imaginarlo todo y su fantasía habita hoy en nuestro campus, en sus jardines y galerías, en los pasillos donde ríen nuestros alumnos. Fernando Cano descansa y desde hoy se halla en el no-tiempo de la muerte sagrada”, comentó el rector.
Tras el evento, Iván y Juan Ignacio, hijos del artista mexiquense, sonrieron entre lágrimas por recordarlo, recordar su alma ligera, sus jeans rotos, su eterno cigarro, su sonrisa y buen humor, acentos que lo caracterizaban y que por ellos y a través de ellos, se ganó un lugar especial entre sus conocidos, allegados, admiradores y alumnos.
A sus 79 años, Fernando Cano acumuló logros como haber tenida la oportunidad de montar 101 exposiciones individuales, 87 colectivas y 60 trabajos especiales en el país así como en el ámbito profesional.
Además de que el Gobierno del Estado de México lo distinguió con el reconocimiento “León Guzmán”, por su actividad docente, en 1993, y la Presea Estado de México en Artes y Letras “Sor Juana Inés de la Cruz”, en 2006.
Hoy, los restos del hombre ilustre de El Oro yacen en el Panteón General, a un lado de los de su padre, pero su obra queda como manifiesto de su existencia, de su paso por la vida de tantos, y de su gran talento.