Diciembre 28, 2024
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Trump revive dos oleoductos; fueron vetados por Obama

IMPULSO/ Edición Web
Ciudad de México

El presidente Estados Unidos Donald Trump revivió este martes dos polémicos oleoductos cuya construcción había sido descartada por el gobierno de Barack Obama en nombre de la lucha contra el cambio climático.

Por segundo día consecutivo, Trump siguió anulando decisiones de su antecesor. El lunes retiró a Estados Unidos del tratado de libre comercio TTP impulsado y negociado por Obama pero que Trump considera nefasto para los empleos estadounidenses.

Este martes Trump reflotó el extenso oleoducto Keystone XL, que transportaría crudo desde Canadá a refinerías en Estados Unidos, y otro que atravesaría territorio indígena en Dakota del Norte.

Trump dijo que el Keystone XL había sido objeto de una “disputa” y añadió que se renegociarán los contratos.

De acuerdo con Trump, el proyecto representa “muchos empleos. Serán 28.000 puestos de trabajo. Excelentes puestos de trabajo de construcción”, afirmó.

Trump dijo además que el oleoducto Dakota Access, también será objeto de renegociación.

“Insisto en que si vamos a construir oleoductos, que las tuberías sean construidas en Estados Unidos”, dijo.

“Vamos a construir nuestro propio oleoducto, nuestros propios caños, como era en los buenos tiempos”, añadió.

Trump estampó además su firma en un tercer decreto que reduce el período de revisión del impacto ambiental para obras de infraestructura consideradas de alta prioridad.

“Queremos arreglar nuestro país, nuestros puentes, nuestras carreteras. No podemos estar en un proceso de revisión ambiental por 15 años si el puente se está cayendo o la carretera se rompe en pedazos. Vamos a acelerar la revisión y aprobación ambiental”, dijo.

El proyecto Keystone XL había sido descartado por Obama en medio de la enorme presión que ejerció la comunidad ambientalista.

Canadá se congratuló por la decisión de Trump. “Estamos a favor de Keystone y ,como todos saben, ese proyecto ya fue aprobado en el lado canadiense”, dijo la ministra de Exteriores de Canadá Chrystia Freeland.

En Estados Unidos el campo republicano también saludó la reanimación del proyecto pero ambientalistas y líderes de la oposición demócrata la criticaron al unísono.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que “ya era hora” que los proyectos salgan del papel.

Los dos proyectos, apuntó Ryan, fueron usados “políticamente” por personas que defendían una “agenda radical anti-energía”.

En cambio el senador demócrata Bernie Sanders censuró la decisión: “Hoy el presidente Trump ignoró las voces de millones de estadounidenses y dio prioridad a las ganancias de corto plazo de la industria de la industria de las energías fósiles”.

La organización Amigos de la Tierra dijo que Trump dio muestras de su “alianza con grupos petroleros y los bancos de Wall Street” en detrimento “de la salud pública y el medio ambiente”.

A lo largo de 1.900 km, de los cuales 1400 en territorio estadounidense, el oleoducto transportaría crudo desde Alberta (al oeste de Canadá) hasta Nebraska, en el corazón de Estados Unidos, desde donde alimentaría refinerías en el Golfo de México.

Tras años de polémicas, Obama la enterró por razones ambientales y por su “escaso aporte” a la seguridad de Estados Unidos. Obama anunció su decisión en 2015 a tres semanas de la Conferencia de Cambio de Climático de Paris (COP 21)

En tanto, el oleoducto de Dakota del Norte se había convertido en el centro de una espectacular polémica interna en Estados Unidos.

Grupos indígenas y agrupaciones de apoyo organizaron una encarnizada resistencia al proyecto, con intensa movilización que incluyó celebridades del cine.

Miles de personas llegaron a acampar en el helado territorio abierto de Dakota del Norte, en pleno invierno, para bloquear el proyecto.

La tribu Sioux temía que la construcción del oleoducto en su territorio promueva contaminación de las aguas y la destrucción de áreas que consideran sagradas.

La policía de Dakota del Norte trató de desalojar a los manifestantes y se registraron violentos enfrentamientos que a su vez generaron una ola de indignación a nivel nacional, hasta que el gobierno de Obama decidió también sepultar la idea. (El Comercio)