IMPULSO/
Mtro. Marco A. Rodríguez Blásquez*
A unas cuantas horas de rendir su informe el gobernador Eruviel Ávila, el colectivo imaginario aporta diferentes opiniones de cuál será el destino del Gobernador saliente y qué le espera al entrante Alfredo del Mazo Maza. Empecemos con el análisis del primero de ellos sin entrar en el recuento de los aciertos o desaciertos durante su administración.
1.- El saldo final del ex gobernador es positivo por las siguientes razones: Logró la permanencia del PRI en una jornada electoral limpia y, durante su administración, mantuvo a la Entidad en paz. Muy importantes fueron las alianzas que logró, mismas que contribuyeron en el pasado proceso a restarle votos a MORENA.
2.- Contó con el apoyo de su paisano, el presidente Peña, quien derramó recursos para obra pública y quien además lo defendió de ser destituido a los dos años de su gobierno en una estrategia orquestada por funcionarios de la Federación.
Pasando al gobernador electo, del Mazo Maza, su primer cambio en la dirigencia del CDE del PRI puede interpretarse como la prioridad de que en este momento le otorga el futuro gobernante a su Eje Político sobre los Ejes Social y Económico, lo que delineará en su mensaje de toma de posesión. Faltará el nombramiento del Secretario General de Gobierno para tener la dupla que opere en la elección del 2018.
Los escenarios de triunfo o derrota en esa elección deberán analizarse bajo la óptica de una detallada prospectiva política, considerando que, aún cuando en el Estado de México se ganó la elección, el PRI Nacional aparece en las encuestas en tercer lugar de las preferencias electorales, ubicándolo en una situación riesgosa, por lo cual este partido busca alianzas con otras fuerzas políticas, incluso en la definición de un candidato competitivo que le permitiera a ese partido mantener el poder.
En la hipótesis de que MORENA triunfara, el Gobierno de del Mazo se convertiría en el contrapeso del nuevo Gobierno federal, siempre y cuando del Mazo haya logrado alianzas con grupos políticos y de poder económico. Pero ¿qué tendría que hacer para posicionarse?, lo primero, construir puentes con los futuros secretarios de la Federación antes de que éstos tomen posesión y llegar a acuerdos de colaboración en la solución de problemas que pudieran trastocar la futura Administración federal, cuando el Estado de México recibiera por parte de la Federación un trato equitativo en lo económico y político. De adoptar esta estrategia, la actitud impredecible y beligerante de AMLO podría orientarse favorablemente con la opinión propositiva de sus colaboradores hacia el Estado de México.
De transitar por esta ruta, del Mazo tendría que contar con un negociador experimentado, firme en sus decisiones y con visión en las alianzas pero, fundamentalmente, que cuente con el aval del Presidente Peña, quien deberá aprobar y evaluar con el gobernador del Mazo el costo y beneficio de cada una de las acciones que se emprendan durante el periodo de transición. Por ejemplo, en el tema de la escasez del agua, urge diseñar con la Federación una estrategia articulada que, además de resolver el problema técnico de este líquido, prevea movilizaciones de mexiquenses vecinos a las instalaciones estratégicas que surten el líquido a la Ciudad de México, es decir, el Gobierno de del Mazo debe mostrar musculo con el capital político que cuenta.
El anterior es sólo un ejemplo de lo que podría ser de interés al nuevo gobierno federal. Finalmente y ante un escenario hipotético, pero analizando el entorno actual, surge la pregunta ¿Quién deberá ser el segundo hombre en importancia en el Gobierno del Estado de México? Si la decisión es pragmática, sería Luis Enrique Miranda y su lugar en SEDESOL lo ocuparía Eruviel Ávila.
* Director de BGC Consultoría Estratégica.