IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
La peregrinación por las tiendas departamentales era larga, una oferta por aquí, un descuento por allá, y los regalos de Navidad a la vista eran el trajín de las calles en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en pleno día de asueto cortesía de la Revolución Mexicana en donde también se presentaría Timbiriche en el Zócalo.
Con la fama de encontrar todo más barato que en otros lados, los compradores andaban en pleno éxtasis deslizando tarjetas de crédito y pagando con billetes grande, para salir de los establecimientos con trofeos en manos guardados en bolsas de colores.
La excursión terminaría en el recién remodelado Zócalo, ahí donde tacos de canasta y tlayudas eran el remanso de los hambrientos. Tenían que recargar energías para entrarle a la fiesta que daría Timbiriche.
Propios y fanáticos, pero sobretodo extraños y aprovechados del momento, comenzaron a tomar lugar en el espacio histórico. Total, uno se podía ahorrar cientos y hasta miles de pesos en el show del grupo ochentero.
Enchamarrados, cargando los botines de la batalla por el buen fin, con niños o sin ellos, turistas y mexicanos decidieron quedarse para ver a Sasha, Benny, Erik, Alix, Mariana y Diego, quienes contaron sin empacho que ya tienen más de 35 años de carrera.
Orgullosos, presumieron en videos sus noveles inicios, en donde siendo niños se convirtieron en los cómplices de una generación. Esos cómplices estaban ahí en medio del viento y al pie de la bandera, y cuando vieron aquellas imágenes, también recordaron con rubor sus propios años.
Los fanáticos más apasionados llegaron desde temprano para amarrar sus lugar lo más cerca del escenario. Aunque no se necesitaba ser un fiel seguidor de la banda para, al menos, tararear una que otra canción.
El repertorio buscó olvidar lo menos de aquellos años dorados, por esa razón hubo algunos mudos en el público, que nunca pudieron recordar algunas canciones, pero las que sí había que cantarlas a todo pulmón.
Hombro con hombro, el público ni sintió el frío, medio bailoteó, sacó sus celulares y guardó el momento.
Los coros se hacían más fuerte cuando canciones como “Soy un desastre”, “Ojos de miel”, “Mágico amor”, “No seas tan cruel” y “Muriendo lento”, entre otras, sonaban.