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Textos en libertad

IMPULSO/ José Antonio Aspiros Villagómez
El panamericanismo en crisis

La guerra de las Malvinas, que tuvo lugar del dos de abril al 15 de junio de 1982 entre Argentina y Gran Bretaña, terminó con una victoria para esta última nación, no solamente por su superioridad militar, sino porque el panamericanismo demostró ser ya una quimera.

El apoyo que recibió la dictadura argentina -exclusivamente en cuanto a su reclamo soberano sobre el archipiélago- se quedó en el terreno diplomático en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA), pues, en la práctica, Estados Unidos se alió con los ingleses, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) negó su ayuda al país del cono sur y hasta su vecino, Chile, se prestó para la causa anglosajona.

América para los ingleses

En efecto, según la publicación británica New Statesman, la tiranía chilena facilitó su territorio para operaciones de espionaje y, a cambio, Londres obsequió al régimen de Augusto Pinochet 21 aviones, levantó las restricciones a la venta de armas y se retiró de las investigaciones de la ONU sobre Derechos Humanos en Chile.

Estados Unidos jugó el doble papel de “mediador” entre las partes a través de su secretario de Estado, Alexander Haig, y el de “sepulturero” de su propia Doctrina Monroe, aquella de “América para los americanos”, que, por lo visto, fue creada para aplicarse a los franceses, mas no a los ingleses.

Error de cálculo

El dictador argentino en turno, general Leopoldo Galtieri, creyó contar con el apoyo del presidente Ronald Reagan por el hecho de haber participado con sus tropas en los planes para desestabilizar a los sandinistas que ya gobernaban Nicaragua, pero el mandatario estadunidense prefirió a su aliada en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la primera ministra inglesa Margaret Thatcher.

Con la recuperación de las Malvinas, el gobernante argentino esperaba acallar las crecientes protestas -encabezadas por las Madres de la Plaza de Mayo- por los 30 mil desaparecidos durante la dictadura militar iniciada en 1976. Ciertamente, hubo una ovación nacionalista casi unánime, pero sólo al principio, pues, a los dos días de la derrota, Galtieri renunció.

En junio de 1982, quedaron en las Malvinas dos soldados ingleses por cada habitante civil. Juan Pablo II fue a la Argentina para rezar por los muertos de ambos ejércitos.

Cubo de Rubick

Fue también en 1982 cuando una fiebre invadió el mundo: la del cubo de Rubick, aquel juguete inventado por un europeo del este que puso en jaque a millones de personas, cuya solución, según los entendidos, requería de operar con la lógica de conjuntos.

Y en un juego de otra naturaleza, durante el Mundial de Futbol celebrado en España, Italia conquistó su tercera copa en un torneo donde, por primera vez, participaron 24 selecciones.

Siete candidatos

En México, aquel fue el año de la nacionalización de la banca y del cambio de poderes. Nutrida fue la contienda electoral de ese año, tres partidos (PRI, PARM y PPS) postularon a Miguel de la Madrid Hurtado, el Partido Social Demócrata, PSD, propuso a Manuel Moreno Sánchez, el Revolucionario de los Trabajadores, PRT, a Rosario Ibarra de Piedra, Acción Nacional, PAN, a Pablo Emilio Madero, el Socialista Unificado de México, PSUM, a Arnoldo Martínez Verdugo, el Demócrata Mexicano, PDM, a Ignacio González Gollaz y, finalmente, el Partido Socialista de los Trabajadores, PST, presentó como su candidato a Cándido Díaz Cerecero. El Partido Revolucionario Institucional recomendó al nuevo mandatario, Miguel de la Madrid, reducir la dependencia económica del petróleo.

Gran gusto: ganó Gabo

Motivo de júbilo fue el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura al escritor colombiano Gabriel García Márquez, avecindado en México y autor -entre muchos otros- de un libro fundamental en la historia de la narrativa latinoamericana contemporánea: Cien años de soledad.

El 10 de marzo de 1982, el Archivo General de la Nación abrió sus puertas en el monumental edificio porfiriano, el antiguo Palacio de Lecumberri. Destinado a la demolición seis años antes, el edificio de la antigua penitenciaría fue rescatado por decreto presidencial para albergar el acervo documental del país. (*Transcrito del libro ‘25 años en la información’, editado por Notimex y Grupo Desea, primera y única edición, 1994, México, DF. Con ´copyright´ del autor para el texto).

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