Agosto 15, 2024
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Tan sucia la calumnia como sus contratos (II)

Paola Félix Díaz

Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.

Si de algo es responsable el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es de querer proteger la soberanía y seguridad energética de México; es culpable de no ceder en su terquedad de hacer valer el mandato constitucional y de asumir que la rectoría del sector energético corresponde al Estado por ser una actividad estratégica y, por lo tanto, está obligado a su recuperación, porque sólo así las familias de menores ingresos podrán pagar tarifas justas y los hogares de las entidades federativas con climas extremosos reciban cobros justos y no se siga lastimando su economía y calidad de vida.

Los subsidios en la electricidad no son un beneficio para los consumidores sino para las empresas particulares, por ello es urgente terminar con estas prácticas de saqueo urdidas bajo artificios legaloides. El gobierno actual dará la pelea en los tribunales para demostrar que las medidas que dictó son razonables porque el interés de un particular no puede estar nunca por encima del interés de la Nación; la soberanía energética y económica no se tramita por la vía de la burocracia administrativa ni está en subasta.

No podemos pasar por alto que durante los dos sexenios anteriores se le entregó prácticamente el 50 por ciento de la generación de energía eléctrica del país a las privadas transnacionales, para lo cual se subutilizó a la CFE y se hizo todo lo posible para su desmantelamiento; no debemos olvidar que en dicho periodo de tiempo el Estado decidió comprarle a estas empresas privadas la energía a costos elevadísimos, simplemente de acuerdo a los datos del órgano de fiscalización, en 2009 se les pagó por la electricidad 269 mil millones de pesos, eso explica por qué los contratos fueron signados hasta el 2040.

Precisamente, para eso llegó Rocío Nahle a la Secretaría de Energía, para acabar con el huachicoleo de gasolina y luz, para transformar, estabilizar y reactivar el sector energético del país; llegó para revertir los efectos devastadores de la reforma energética que solo provocó la caída de la producción petrolera, el aumento de la importación de gasolinas; llegó para construir nueva infraestructura y producir combustibles, para no aumentar las tarifas eléctricas y de combustibles por arriba de la inflación; llegó para ponerle un alto a la corrupción y a la impunidad; llegó para evitar que se siguiera robando a México.

La secretaria Nahle ha demostrado durante su administración que sabe lo que hace, ha dado pasos certeros, ella a diferencia de los extitulares de esa dependencia no llegó para administrar el saqueo de la Nación, ni es una empleadilla de las trasnacionales, sino que tomó el control del sector para dirigirlo hasta llevarlo a buen rumbo. El desempeño de Rocío Nahle en las negociaciones de la OPEP fue ejemplar, dio muestra de nacionalismo y de firmeza, dejó en alto el nombre de México y constancia clara de la capacidad de las mujeres en un área reservada durante décadas a los hombres.

Está llevando puntualmente la política energética que diseñó el presidente de la República, el cual apuntala el proyecto de Nación. Ha sido objeto de difamaciones y calumnias porque es mujer, porque no les va a devolver la gallina de los huevos de oro y porque ella sí hace lo ética y jurídicamente correcto; emprendieron en su contra una vulgar campaña de descalificaciones que la secretaria de energía ha enfrentado y desmentido públicamente de cara a la sociedad. Aunque algunos medios se nieguen a publicar sus declaraciones y les den voz y tinta a quienes la señalan sin fundamento, debe quedar en claro que Rocío Nahle ni beneficia a compadres ni tiene porque quitarse el casco y las botas; sus hijas estudian en el Tecnológico de Monterrey porque fueron merecedoras de una beca por su alto rendimiento académico, y si no la hubieran obtenido ¿cuál es el problema?

A la “leona” de la OPEP como la describieron diversas agencias internacionales por el éxito de sus negociaciones, le sobran tamaños y le gusta devorar a huachicoleros y corruptos, ¿cuál es el problema? Más temprano que tarde, el pueblo de México sabrá de cierto que las calumnias de las que la secretaria de energía ha sido objeto, son tan sucias como los contratos y las conciencias de esos mercenarios disfrazados de ambientalistas.