IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
“¡Lleve sus tacos de canasta!” grita Andrés en uno de los muchos caminos que se abren en el festival Corona Capital y por donde la gente camina en busca de sus bandas favoritas. Esos trayectos son el momento ideal para que compren algo de comer, así que los vendedores hacen su mejor voz e invitan a que se lleven las muchas otras cosas que se venden e estos festivales: cerveza, Whisky, esquites, elotes, Mezcal y claro, un sinnúmero de vendedores de taquitos de canasta, como Andrés, quien ofrece sus taquitos de canasta de a 5 por $70.
En unos momentos de calma el joven vendedor compartió a EL UNIVERSAL que lleva trabajando 15 años en estos festivales, casi la mitad de su vida, pues comenzó a trabajar a los 13 años. Hoy puede decir que si no se ha echado todos, sí la mayoría de los festivales, entre ellos el Vive Latino, todos los Corona Capital y hasta unos Vive Grupero que se organizaron hace tiempo.
“Lo más difícil es que se te acaba la voz de tanto que gritas, pero uno ya está acostumbrado a la friega que se vive en los festivales. Es cosa de uno, uno le echa gritos y le echa ganas para que la gente voltee y nos compre a nosotros”, platicó. Su trabajo no le ha impedido disfrutar de la música aunque sea de lejos, “De ayer me gustaba Robin Williams y hoy Imagine Dragons”, compartió. Tras quince años de trabajo ya nada de lo que pasa en estos encuentros musicales le sorprende.
“En este tipo de festivales encuentras de todo, en el EDC me estaban pidiendo droga, ¡no inventes! y hasta me preguntaban que si no sabía quién la vendía pero el control acá es muy bueno”, platicó. A él le pagan por comisiones y en un buen día, platicó, puede ganar 800 pesos. Llega a las 12 del día y se va hasta que acabe el producto o hasta que acabe el festival. En el primer día del Corona se fue a la 1, pero hoy espera poder irse a casa mucho más temprano.
A unos metros de él, Fernando invita a todos a tomarse un Whisky. Trae sobre la espalda todos los materiales necesarios para su venta y delante de él una mesita con hielos, vasos, etc. Aunque es abogado recién egresado Fernando, de 26 años, trabaja en este tipo de eventos para completar los gastos y apoyar a su familia. “Para vivir mejor”, dice.
“Trabajo aquí en el Palacio, ya llevo 6 años y lo más chido es que son eventos en los que siempre vas a vender bien, pero lo más feo es el desgaste”, platicó a El Universal.
“En un evento masivo, por ejemplo en un EDC puedes ganar hasta 8 mil pesos libres porque te pagan por porcentaje por los días, sí ganas bien, pero tienes que estar desde la mañana”.
Estar en este entorno también le ha permitido disfrutar -en medio del trabajo- de bandas que le encantan. “Pude estar cuando vinieron los Guns n’ Roses y Gorillaz, han venido bandas que pensé que nunca iba a ver porque tienen boletos muy caros y he podido verlos por el trabajo”, contó emocionado y tras interrumpir varias veces la entrevista por la clientela a la que llamaba constantemente con un tono de voz amable, continuó. “Es un trabajo muy pesado pero vendo bien, sé tratar a la gente, sé cómo se vende, tienes que aprender de esto porque no solo es venir a vender, es aprender a dar un servicio”.
Poco después de decir eso un señor le pidió aceptar una propina por atenderlo con mucha amabilidad. Su chamba comienza por la mañana y termina como a las 6 AM del otro día, pues tiene que cerrar caja y entregar el equipo, pero hoy, para él, lo vale. En su experiencia, el primer día de todos los festivales es el mejor en ventas y los segundos ya no tanto, pero hacen todo lo posible por sacar su ganancia.
Mientras miles de personas solo vienen a disfrutar de la música en estos eventos, jóvenes como Andrés y Alfredo trabajan de principio a fin para ganar dinero extra o completar para la vida en esta ciudad y de paso, poder disfrutar a momentos de la oferta musical, como cualquier fanático a la música.