IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
La Arquidiócesis Primada de México consideró que suspender el aumento en el precio de las gasolinas por motivos electorales, “sería otra bomba a estallar en las manos”, luego de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) informó a inicios de febrero que del 4 al 17 de este mes que mantendría sin cambios el precio máximo del combustible, con respecto a los niveles observados en enero para cada uno de las tres gasolinas; es decir, “postergar otro gasolinazo y sus consecuencias”.
En el semanario Desde la Fe, se señala que “no sería justo distraer la atención pública dilatando gasolinazos ante las elecciones próximas, particularmente en el Estado de México, poniendo en riesgo la victoria del partido dominante”.
Precisa que un eventual incremento en el costo del combustible no sería aceptado y que lejos de haberse diluido, algunos sectores de la sociedad mantienen una resistencia activa para revertir la medida, también apunta que la liberación del precio de los hidrocarburos al comienzo de 2017 provocó una inestabilidad que rebasó los límites del orden.
“La sociedad civil se organizó pacíficamente para protestar contra las impopulares medidas, pero también hubo disturbios y sicosis, afectando principalmente a la propiedad privada; sin embargo, a pesar de las explicaciones y de las retóricas desafiantes como aquella del ‘ustedes, ¿qué hubieran hecho?’, los mexicanos supimos de los altos costos tributarios en los precios de los energéticos y de la ignorancia de las autoridades por no conocer exactamente el pulso de una sociedad que no está preparada para tales medidas”.
El texto editado por la arquidiócesis que encabeza el cardenal Norberto Rivera, puntualiza que en enero pasado, los obispos de México, “ante los riesgos a la paz, exponían el cansancio de la gente por la imposibilidad de acceder al desarrollo humano, integral y solidario; de aspirar a que México sea un país cuya meta esté en función de que cada persona tenga acceso a un techo, a una tierra y a un trabajo”.
Detalla que este cansancio se refiere a lo que los mexicanos deben soportar sobre un gobierno y su burocracia “que dice estar tomando medidas de austeridad para estabilizar la situación, pero que se ha quedado demasiado corto. Basta con conocer la fortuna que nuestras autoridades invierten en festividades y premios, para darnos cuenta que hay muchos rubros por recortar antes de castigar aún más al empobrecido pueblo mexicano”.
En este sentido, el texto dice que de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el gobierno federal derrochó en 2016, con cargo al erario, casi 30 mil millones de pesos en festejos y premios a servidores públicos.
También se muestra preocupación porque en el último trimestre de 2016 contabilizó una “estratosférica” deuda del sector público, de más de nueve billones de pesos, lo que significa 47.9% del Producto Interno Bruto, que generó el pago de intereses que, según los resultados del año pasado, representa el presupuesto asignado a 17 dependencias de la administración pública federal, y mayor al presupuesto asignado a las secretarías de Salud y de Educación Pública para el presente ejercicio fiscal 2017. “Es una bomba de tiempo que se encuentra activa al hipotecar el futuro de cada mexicano”.
Se subraya que las autoridades afirman que las medidas de austeridad, la evolución del tipo de cambio y del precio internacional de las gasolinas han creado las condiciones para mantener sin cambios los precios máximos, “pero en pocos días, México no tiene refinerías como por arte de magia ni ha dejado de importar gasolinas del exterior”.
El editorial asegura que “ante esta inestabilidad económica y social, se debe apelar a la sensibilidad a fin de crear mejores condiciones de vida para nuestro pueblo”.
Insiste en que México debe ser menos dependiente del exterior, “pero sobre todo, reducir las drásticas brechas entre riqueza y pobreza, y hacer, verdaderamente, un gobierno austero sin privilegios para unos pocos, recortar los salarios millonarios y evitar lo superfluo. Como afirmarían los obispos de México ‘el desarrollo social no es dar ayudas intermitentes’”, finaliza el texto.