IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad de México
Aunque estos textos de tono irónico fueron reprimidos desde sus inicios, eso no impidió que florecieran en el México independiente y se hicieran populares entre la población.
No sólo de azúcar, chocolate, gomita y amaranto son las calaveritas, también las hay de palabras, son las tradicionales y muy mexicanas “Calaveritas literarias”, cuyos ingredientes principales son versos y mucho humor.
Estas composiciones tienen sus orígenes al final del virreinato, diversas fuentes mencionan a Fray Joaquín Bolaños como el autor de la calaverita más antigua de México, “La portentosa vida de la Muerte”, un largo texto donde el escritor afirma: “Desabrida es la muerte, mas, para que no te sea tan amarga su memoria, te la presento dorada o disfrazada con un retazo de chiste… Va en forma de historia porque quiero divertirte”; dicha obra fue publicada en 1992 por El Colegio Nacional.
Más adelante, estos poemas fueron redactados “a modo de burla sobre los largos y ostentosos nombres y epitafios utilizados por los nobles y poderosos de la época virreinal”. Eran, por lo general, una crítica social dedicada a algún miembro del Estado.
Aunque estos textos de tono irónico fueron reprimidos desde sus inicios, eso no impidió que florecieran en el México independiente y se hicieran populares entre la población.