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IMPULSO/ Leo Agusto
Estado de México, la división de los perdidos
Comenzaron a volar platos y cazuelas en esa pequeña casa de interés electoral donde se dieron las negociaciones entre PAN y PRD respecto a una alianza en las urnas para la elección de gobernador del Estado de México. Atrás quedaron los días felices del verano pasado en los que ambos partidos probaron el éxito de la fórmula en estados como Quintana Roo, Veracruz y, de facto, en Chihuahua. Ver juntos en la misma fotografía a personajes como Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Anaya, Manuel Espino y Carlos Navarrete parecía una realidad que ni Mary Shelley imaginó cuando escribió “Frankenstein”. Un año después, la realidad es otra.

Pese a las relaciones peligrosas con el Gobierno en turno, Josefina Vázquez Mota exige a la cúpula de su partido ser nombrada candidata a gobernadora por aclamación, nada de elecciones internas, no, eso es de “chairos”. “Pina” busca hacer valer su condición de primera mujer candidata de Acción Nacional a la Presidencia de la República, pero pierde de vista que la campaña encabezada por ella misma en 2012 sacó al PAN de Los Pinos, además de vaciar en tiempo récord la Plaza de Toros México.

En la otra esquina, encontramos a Alejandro Encinas, que renunció al PRD pero no a sus ideales, tampoco a los beneficios de pertenecer a la bancada amarilla en el Senado. Aunque encarar a López Obrador en una elección previa a la presidencial podría dejarlo fuera del presupuesto en 2018. Y pues ni modo de vivir en el error; además del riesgo real de ser señalado como un traidor por aliarse con el PAN, enemigo histórico y personal de López desde las elecciones presidenciales de 2006.

Pero algo tienen en común Encinas y Vázquez Mota, ambos han demostrado ser más eficientes que el promedio como funcionarios públicos, màs que como candidatos. No tanto como legisladores, en lo que Encinas ha tenido un desempeño infinitamente mejor que la panista, incluso como coordinadora parlamentaria tuvo faltas, no presentó iniciativas y se ausentaba de las votaciones, prácticas que son conocidas por la ciudadanía y que tienen a la Cámara de Diputados en bajos niveles de aceptación en las encuestas conocidas.

Mientras tanto, allí tiene usted los trabajos de la Asamblea Constituyente, presididos por Encinas, en la que los diputados buscan escribir la historia de la Ciudad de México sobre las rodillas. Sin embargo, ninguno de los dos aspirantes conecta con la gente. Josefina garantizaría como candidata una derrota del PAN o un triunfo del PRI.

Andrés Manuel López Obrador tiene bien trazada su ruta a la Presidencia, en la elección en el Estado de México, seguirá repartiendo indulgencias al PRI, tal como lo hizo con el gobierno de Javier Duarte en Veracruz, donde Morena comenzó como invitado a la elección y terminó cerrada a tercios en el último tramo de la campaña. Es decir, López Obrador está en condiciones de negociar el gobierno del Estado de México a cambio del reconocimiento de los resultados electorales de 2018, que, según sus datos, él ganará.

La elección en el Estado de México será un ensayo, mas no un laboratorio, de la federal de 2018. Por lo pronto, ya vimos que si PAN y PRD no logran ponerse de acuerdo cuando se trata de “repartir el queso”, en este caso, el granero de México, menos podrán ejecutar programas de gobierno conjuntos. Mala noticia para las alianzas. SubmarinoPolitico.com