IMPULSO/ Ángel Díaz del Río
Destapes
Era un secreto a voces desde hace más de un año que el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República sería José Antonio Meade, ¿por qué?
Bueno, Enrique Peña Nieto dio varios avisos de que tenía predilección por su Secretario de Hacienda y Crédito Público, recordemos que al inicio de su gestión lo llevó al Gabinete como canciller de México, más tarde lo “plazeó”, ése fue el primer indicativo de que sería el abanderado, llevándolo a la Secretaría de Desarrollo Social, donde tuvo la oportunidad de convivir con la gente más necesitada del país, ésa que casi siempre vota por los colores priistas.
Al frente de SEDESOL, José Antonio Meade conoció la base social de este país, ésa que, a pesar de sus múltiples carencias y de sus limitaciones culturales, educativas y sociales, casi siempre está del lado del PRI, gracias precisamente a las dádivas que le llegan a través de los programas sociales.
Tuvo además la oportunidad de bajar los índices de pobreza y marginación que tanto daño le hicieron a la administración del presidente Enrique Peña Nieto cuando los dio a conocer el CONEVAL; un año después, las cifras habían disminuido, no mágicamente, lo único que se hizo fue poner énfasis en la pobreza multidimensional, que tiene que ver con las siete carencias esenciales.
Al poco tiempo, sin embargo, debido a la renuncia de Luis Videgaray a la Secretaría de Hacienda, Peña Nieto lo cambió nuevamente y lo utilizó como titular en Hacienda, de donde salió a la candidatura, pero ya era un hecho que el candidato sería él desde hace más de un año, prácticamente desde fines de 2015.
Ahora, José Antonio Meade tendrá bajo sus hombros la responsabilidad de convencer a un electorado escéptico que ya no cree mucho en los priistas, a los que mira con desconfianza después del errático gobierno de Peña Nieto.
Un Gobierno que, sin embargo, mantiene al país dentro de parámetros de paz y tranquilidad, pese al alto número de muertes violentas registradas en los últimos años, un Gobierno que mantiene sus indicadores macroeconómicos conforme a lo que dictan los cánones de la economía neoliberal, aunque cada vez haya más pobres.
Pues de ese tamaño es el reto de José Antonio, aparte de convencer a los ciudadanos de que es la mejor opción y que él sí sabe cómo gobernar y que tiene las herramientas académicas y de experiencia adecuadas para sacar al país adelante. Es un candidato mucho muy diferente a Andrés Manuel López Obrador y allí podría estar el gane.
Enrique Peña Nieto demostró nuevamente que es ducho en la práctica cuando se necesita porque, pese a que Miguel Osorio Chong era buen prospecto, su eventual candidatura hubiera demostrado que el PRI quería más de lo mismo y eso hubiera representado casi un cheque en blanco para sus oponentes.
Veremos el año entrante cómo se maneja la campaña, qué se decidirá en los tres debates que el Instituto Nacional Electoral ha dispuesto.
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El gobernador Alfredo Del Mazo Maza deberá tener mucho cuidado a la hora de “palomear” a sus candidatos a las presidencias municipales y a las diputaciones locales, porque seguramente en el caso de las Senadurías y las diputaciones federales, quienes decidirán serán Enrique Peña nieto y Luis Videgaray Caso.
En el caso de las 125 presidencias municipales, Alfredo Del Mazo debe no sólo pagar favores o apoyos en la campaña, sino buscar a los mejores candidatos, aquellos que no tengan cola que les puedan pisar y que puedan representar la posibilidad de un triunfo aunque apretado, pero triunfo al fin.
Seguramente donde deberá de poner mayor atención será en las diputaciones locales, allí debe mandar a quienes le garanticen sin problemas el triunfo, pues pasar tres años con un Congreso dividido o dominado por la oposición seguramente será un ‘handicap’ que no querrá enfrentar.
Los próximos tres años de su gobierno, en los que sentará las bases de lo que será su administración, deberán ser avalados por un Congreso priista, de allí que tenga la necesidad de mandar a los mejores hombres y mujeres a ganar a como dé lugar.
En este caso, el mandatario estatal se apoyará en la vasta experiencia, conocimientos de la geografía humana y experiencia de Ernesto Nemer desde la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI; juntos, deben dar buenas cuentas al partido, de lo contrario, los próximos tres años serán difíciles. Pueden perder las alcaldías, pero no el Congreso.