IMPULSO/Ángel Díaz del Río
Damnificados
Ayer circuló en redes sociales un ejemplar de la Gaceta de Gobierno, que es el órgano oficial del Gobierno del Estado de México, donde presuntamente la Secretaría de Movilidad mexiquense autoriza el incremento a las tarifas del transporte público para que queden en 10.50 la mínima.
Pero ese documento es falso, es parte de la guerra sucia que han emprendido desde la oposición para calumniar y desprestigiar al gobierno estatal.
Desde la propia Secretaría de Movilidad desmintieron esta versión que -por cierto- es muy burda, pues la tipografía que utilizaron es absolutamente diferente y eso se advierte de inmediato. Así que, querido lector, no se deje sorprender, esos pícaros morenos andan tratando de confundir al electorado por todos los medios.
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El lunes habrá más de un político con aspiraciones presidenciales que estará desconsolado y a quien, tanto sus militantes como los medios de comunicación, deberemos considerar como damnificados de los comicios del 4 de junio. Para ellos habrá sido algo así como pasar por un tsunami o un terremoto. Su soberbia de hace un año y de principios de 2017 les impidió ver más allá de sus narices.
Primero, amable lector, le hablaré del “niño prodigio”, ese que fue engendrado por Gustavo Madero y que resultó más canijo que él. No solamente fue más respondón sino que lo echó de la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional y desde ahí empezó a construir un capital político importante que se vio reforzado con los resultados electorales de hace dos años. Sintió que podía ser un buen candidato a la presidencia de la República, así se lo hicieron sentir sus acólitos y lo creyó a pies juntillas. Utilizó la misma estrategia del tabasqueño: se apropió de los promocionales que el INE entrega a su partido para promocionarse él mismo a lo largo y ancho del país.
Ricardo Anaya será el primer damnificado como resultado de las elecciones del próximo domingo. Pero no habrá sido gratuito. Es algo que él se forjó a capa y espada. Desde hace un año se empecinó en postular a Josefina Vázquez Mota y para ello no vaciló en pasar por encima de los panistas mexiquenses, en pisotear acuerdos de asamblea y en avasallar todo lo que no estuviera dentro de su óptica cuadrada. Terminó imponiendo a Chepina y allí en el pecado llevó la penitencia, porque la candidata nunca entusiasmó, nunca hizo clic con los panistas y menos con los mexiquenses.
Como consecuencia de la pésima decisión y de la muy mala campaña que realizaron, todo el capital político que Ricardo Anaya había adquirido con anterioridad se fue al caño, se fue a la basura. Ahora a partir del próximo lunes sus propios compañeros, quienes respetaron sus erráticas decisiones, le llamarán a cuentas y ahí verá cómo de manera inaudita se le esfuman sus aspiraciones presidenciales.
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El otro gran damnificado será Andrés Manuel. El tabasqueño a fines de 2016 estaba lleno de soberbia, tan es así que nunca le contestó los llamados (quince) que le hizo Juan Zepeda para tratar de armar un bloque opositor al PRI de izquierda.
A lo más que llegó el tabasqueño fue decirle a Horacio Duarte que él le contestara y le dijera que no estaba disponible, o que le inventará pretextos.“Tienen tres puntos, eso no representa nada; hasta van a perder el registro”, aducía el tabasqueño cada que le llamaban del PRD.
La soberbia tradicional de este personaje le cegó, no le permitió ver más allá de sus narices y así empezó el año. Montado en la Maestra Delfina, primero como promotora de la Soberanía Nacional, figura que inventó para que tanto él como ella pudieran recorrer libremente todo el estado promocionándose, y luego ya como candidata, López desoyó todas las voces que le sugerían una alianza amplia con PRD, PT y Movimiento Ciudadano. No los necesitaba.
El cuatro de mayo se dio cuenta, con horror, que los números no le alcanzaban, que sus propias mediciones les decían que estaban abajo más de diez puntos. La suerte está echada. Hoy a dos días de las elecciones, Delfina está casi diez puntos abajo del priista. Y lo que son las cosas, de 2 puntos con que arrancó Juan Zepeda, hoy presume 15 puntos porcentuales; 15 puntos que representarían la diferencia con los priistas. Pero Juan ya le dijo diez veces que no declinará, aún le quedan bajo la manga cinco más para emparejar los desaires del tabasqueño.