IMPULSO/ E. F. Gallardo Sánchez
Antorcha
La organización social Antorcha Campesina cumple ya varios años trabajando en el Estado de México.
Podrán gustar sus tácticas de lucha o podrán no gustar, pero allí están y cada vez son más porque, curiosamente, cada vez son más las personas que llegan a la entidad de otras entidades sin nada más que las ganas de vivir o de malvivir, por decirlo de mejor manera.
Precisamente, esas personas son las que se convierten en la “carne del cañón”, como dice el dicho, porque, bajo la promesa de un hogar, de un medio de vivir, aceptan servir en todo y por todo a la organización. Se entregan prácticamente en cuerpo y alma a los antorchistas, se convierten en uno más de ellos en vida y alma.
Son tantos los casos de éxito que pueden presumir los antorchistas que eso es justamente su mejor carta de presentación, eso es lo que les da razón de ser.
Encontraron un camino muy fácil para tener presencia y amentar su influencia. Primero, encuentran gente necesitada que no tiene casa, que no tiene manera de ganarse la vida y los convencen de que con ellos tendrán eso y más: tendrán bienestar y estabilidad.
El siguiente paso es identificar un terreno apto, no cerca de las concentraciones urbanas, de preferencia cuyo dueño sea alguno de los muchos gobiernos que hay o alguna dependencia oficial.
Más tarde, llegan a ese predio con sus huestes y empiezan la edificación de casas precarias. Al mismo tiempo, empieza la presión social sobre el Gobierno municipal o estatal, según sea el caso, con movilizaciones, marchas y plantones.
Al paso del tiempo, el Gobierno termina por ceder a sus presiones y les entrega no sólo el predio en cuestión, sino también les otorga apoyos para la edificación de las casas.
Ganan las personas que no tenían nada, pero gana más la organización social, tanto gana que ya facturaron a su nombre el Municipio de Chimalhuacán, mismo que administran desde el año dos mil, es decir, llevan en el poder 16 años y no se ve para cuándo lo entreguen a otro grupo político porque han terminado por deshacer a los oponentes, por comprarlos, hacerlos suyos o, de plano, combatirlos de tal manera que desaparecen.
En ese camino, ya voltearon la mirada sobre otras municipalidades en las que están muy interesados, la primera es Ixtapaluca, que ya gobernaron y gobiernan, aunque allí han tenido problemas porque hay opositores todavía poderosos que no los dejan trabajar en paz como ellos quisieran.
En la Paz, están muy cerca de conseguir el poder y no lo soltarán cuando lo hagan. Llegarán para quedarse, como decía el eslogan de una estación radiodifusora.
En todo este proceso, quién se les para enfrente, quién los detiene, qué autoridad les niega el camino para que sigan haciendo sus manifestaciones, para que sigan haciendo sus plantones y para que sigan presionando socialmente a la población y a sus autoridades municipales.
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Bueno, el primer antecedente contra Antorcha Campesina ya se dio y fue justo en la tierra del gobernador Eruviel Ávila Villegas. Allá los dejaron hacer, pero, llegado el momento, los echaron de la explanada de la Presidencia municipal, la cual habían tomado como rehén.
Claro, el Gobierno del alcalde Indalecio Ríos Velázquez se apresuró a deslindarse de los hechos que culminaron con casi medio centenar de heridos y unas 14 personas detenidas.
La estrategia utilizada fue mandar a civiles para que dialogaran con los antorchistas y los emplazaran a retirar su plantón porque “afeaba” la vista del municipio y porque afectaba las ventas de los comerciantes de la zona.
El problema fue que, del diálogo, pasaron a los gritos y a los manazos, pues los vecinos, apoyados por transportistas, empezaron a quitar sillas, templetes y lonas que estaban en esa zona desde junio pasado.
Ante esa situación, el Gobierno municipal envió a un contingente del Grupo de Operaciones Especiales de la Dirección de Seguridad Ciudadana y Vial para “resguardar la integridad de los presentes y evitar cualquier enfrentamiento”.
Pero el enfrentamiento se dio al final entre los policías municipales y los antorchistas que se dicen agredidos y desalojados por la fuerza. Para mantener su plantón, llegaron, dicen en el Ayuntamiento, más de mil militantes de la organización social, que nuevamente fueron repelidos por las fuerzas del orden.
