Diciembre 25, 2024
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Sin miedo, “un tirador no nos va a ganar”

IMPULSO/ Agencia SUN
Estados Unidos
Gerardo Sánchez y su hermana estudian en la escuela Marjory Stoneman Douglas High School, en Parkland, atacada el 14 de febrero por Nikolas Cruz. Él cuenta su experiencia.
Nací en Monterrey, Nuevo León, en 1999. Hace dos años, por motivo de trabajo de mi padre, nos mudamos a Parkland, Florida, ciudad de 30 mil habitantes cerca de Miami. Tengo 18 años y estoy a dos meses de graduarme de sophomore year (preparatoria). Mi sueño es ser siquiatra algún día.
Desde que llegué de México me matriculé en la Marjory Stoneman Douglas High School y recién mi hermana Regina, de 16, entró a su noveno año de escuela. Nuestros edificios con salones están separados en el campus que alberga cerca de 3 mil estudiantes.
Hace un año, Nikolas Cruz se sentaba al lado mío en el salón de clases. Él trabajaba en una tienda Dollar Store, al lado del cine al que suelo ir con mi novia, Alejandra (Becerra). Lo veíamos tras la caja registradora y lo saludábamos. Se portaba amablemente y hasta nos decía: “¡Qué se la pasen bien!, ¡diviértanse!”.
Tu veías a Nikolas y pensabas que era una persona callada incluso buena onda; pero si tenías una conversación con él, empezaba a hablar de armas, de temas de cacería, cuchillos, ejército… cosas así. Podría decir que era muy impulsivo, brusco y como bipolar. En la escuela le contestaba feo a las maestras. Llegó a arrojar piedras a las ventanas de los salones, incluso a romper cosas.
Cuando un día Cruz faltó a clases, el chisme que corría en el salón es que no le dejaban traer mochila porque un día la cargó con cuchillos. Así que lo veíamos siempre con sus folder, papel y lápiz. Mientras algunos veían muy débil a Nikolas, gente como yo decía que si algún día alguien podría balear la escuela, ese sería él.
14 de febrero, de la emoción al terror
6:30 am. El día empezó bien. Yo sabía que iba a recibir regalos. En San Valentín, todo mundo se abraza y se dan las gracias por su amistad.
8:00 am. En el colegio, recién llegando, escuchamos la alarma de incendios. Era un simulacro. Todos seguimos el protocolo. Después de aguardar en un punto de reunión establecido, regresamos al salón. Incluso muchos cargaban ya con regalos, flores, cajas de chocolate y globos.
14:06 Un Uber recoge a Cruz en su casa
Cerca de la hora de salida, ya todos teníamos planes para salir de la escuela, pasarla con los amigos. Y yo también con mi novia.
14:19 Uber deja a Cruz frente a la Marjory Stoneman Douglas High School.
14:21:18 Cruz usa la escalera del lado este del edificio 12, portando un porta rifles negro.
14:21:30 Cruz sale de la escalera con el rifle desenfundado.
14:21:33 Cruz corta cartucho, acciona la alarma contra incendios a propósito, porta una máscara, mientras carga otra maleta con municiones y granadas de humo. Comienza a disparar en el pasillo y luego en los salones.
Sonó la alarma por segunda vez. Esto nos desconcertó mucho, porque pensamos que era inusual. Nunca hay dos simulacros en un día.
Cuando comenzábamos a salir a los pasillos, escuchamos los primeros balazos. ¡Pum!, ¡Pum!, ¡Pum!, se oía entre el camuflaje de la alarma. Pensamos que era falso, porque en alguna junta nos habían dicho que iba a haber simulacros con armas que se escucharían de verdad.
Al salir en fila al patio, fue cuando los policías y el personal de seguridad nos comenzaron a gritar: “¡Corran!… ¡Corran!”. Un policía sacó de la cajuela de su patrulla un arma M-16 y empezó a disparar hacia donde no había estudiantes, hacia el colegio. Mientras, nosotros nos desplazábamos hacia el punto de reunión en una tienda Walmart vecina.
Del otro lado del colegio es donde estaba mi hermana. Ahí es donde el tirador estaba disparando a la gente. Saqué el teléfono y vi en la pantalla que me había escrito Regina, mientras yo estaba corriendo. Le escribí y no me contestó.
No sabía si escribirle o no, porque piensas: si suena su celular y si el tirador está cerca, lo escuchará y puede dispararle. Tampoco quería quedarme con el sentimiento de que ella hubiera sido una de esas víctimas.
Regina me contaría ya en casa a salvo, que cuando escuchó la alarma y trató de salir del edificio, el coach de futbol americano Aaron Feis —37 años—, le gritó: “¡Regrésate a tu salón!” en medio del pánico de niños corriendo. Desafortunadamente él se atravesó y se volvió una esponja de balas para todos esos niños. Entonces le dio tiempo a mi hermana para correr de regreso y esconderse en uno de los salones que quedaban abiertos.
Mientras mi hermana se refugió en un clóset con compañeros y maestros en el tercer piso. Abajo, su maestro de Geografía, Mr. Scott Biegel (35 años), sostenía abiertas las pesadas puertas de su salón, buscando que la mayor cantidad de alumnos pudieran entrar.
El tirador abrió la puerta del pasillo y Mr. Biegel no tuvo tiempo de entrar. Cerró la puerta con el peso de su cuerpo y Cruz le disparó. Su cuerpo cayó frente a la puerta y entre su peso y el de la puerta, era muy difícil abrirla. Todos esos niños fueron salvados por ese maestro.
Cruz sube por las escaleras al piso dos y dispara en el salón 1234, donde mata a una persona.
“Lo primero que pensé es cuánto me iba a doler todo lo que iba a dejar atrás”, me dijo mi hermana después. Ella me decía que ya se daba por muerta. El tirador estaba en el pasillo, disparando a través de las paredes. ¿Qué podía hacer?
Regina se sentía atrapada. Estaba llorando. Sólo le quedaba que el tirador no abriera la puerta y comenzara a matar a todos. Esa era su única esperanza.
Mientras, yo les había dicho a mi mamá y papá —ella en casa preocupada aguardando noticias y él atorado en el tráfico— por mi teléfono, que no contactaran a Regina, que estaría al pendiente de sus mensajes y que era más segura para ella así.
14:24:39 Cruz sube por la escalera hasta el piso tres.
Desde dentro en su escondite en el clóset, mi hermana alcanzó a escuchar a Cruz gritar: “¡Open the door! ¡Help me, I’m going to kill you all!”. Exclamaba que los mataría y forcejeaba las puertas. Regina llegó a salir, con la ayuda del equipo SWAT. Tristemente vio todo lo que dejó el asesino atrás. Ya en el patio, mi hermana se topó a la mamá de una amiga y se fue con ellas a casa.
14:27:37 Cruz tira su rifle y bolsas. Baja al patio y se confunde con los alumnos que huyen hacia el Walmart.
El asesino sabía bien el color del uniforme que usábamos ese día. Se camufló con su playera vino. Probablemente él pasó al lado mío y ni siquiera lo noté. Eso es lo que me estresa. No quiero imaginar qué hubiera pasado si él hubiera sacado una pistola para dispararnos a los que estábamos ahí.
Mi papá llegó primero por mí y mi novia al Walmart. A mi hermana la vi ya en casa. Viví el horrible momento de decirle a Regina que una de sus mejores amigas, Alaina Patty —14 años—, había muerto. Fue ahí que mi hermanita se quebró y estalló en llanto.
Ella me dijo: “¿Cómo es posible que esto ocurra? Se supone que estamos en una de las ciudades más seguras de EU. Si eso sucede aquí, puede volver a pasar. Ella dice que no quiere regresar a clases. Mi otra hermana más chica, de 11 años, tampoco quiere regresar a clases porque dice: “Me van a matar”.
Yo las entiendo. Regina estuvo en shock como yo. Sin hambre, sueño… sed. Sorprendiéndose a sí misma viendo hacia el vacío.
15:41 Cruz es detenido por la policía a unas cuadras de su vecindario.
Lo que todos podemos aprender de esto es que todo comienza con la comunidad. Si uno se siente afuera, atacado o que no pertenece, esa persona puede desarrollar un hábito negativo, que puede ser un riesgo para la sociedad. También mi sueño es que esta tragedia sensibilice por lo pronto a Florida y haya un estricto control de armas, para que no todos puedan portarlas.
Yo sí quiero ir a clases. No le quiero dar la razón a ese tirador, de cimbrar miedo para no ir a la escuela. Ese es su objetivo, es como el terrorismo. No le voy a dar la razón a ese hombre. No voy a dejar que lo que él hizo afecte de una forma negativa a gente que queremos estudiar. Con el apoyo de la sociedad, de amigos y maestros creo que podemos salir adelante.

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