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México
La narración de un viaje que visibiliza la importancia de los lazos familiares y alienta el ejercicio de la perseverancia y el autoconocimiento es Zapatos nuevos, la más reciente novela de la narradora y ensayista Silvia Molina (Ciudad de México, 1946).
La autora reconocida con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, señaló que el volumen publicado por Ediciones Castillo va dirigido a jóvenes, donde se cuenta sobre la vida de Bernardino el hijo de Marcelina, una trabajadora del hogar que cuida de Doña Rosa, una señora mayor que prácticamente está abandonada por sus hijos.
“Doña Rosa, se hace prácticamente la abuelita del niño a quien todo el tiempo está alentando, hasta que un día ella fallece y con ello el trabajo de Marcelina. Ante la incertidumbre ella decide regresar a su pueblo Santa Rita, después de 12 años de no ver a su familia”, abunda la escritora también galardonada con el Premio Xavier Villaurrutia.
En esta novela Silvia Molina trató de recrear qué es lo que sucede con los jóvenes hijos de mujeres que salen de sus pueblos y se acostumbran a una vida diferente. “Yo conocí a dos niños, uno fue Efraín, quien vivió en la casa de mi madre, en la mía trabajó una muchacha originaria de Santa Rosa, comunidad de Puebla, y sus padres sembraban árboles frutales y rosas”.
La creadora que ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca, compartió que la idea de escribir esta novela surgió cuando en una ocasión le ayudaba a uno de sus nietos a hacer la tarea, acordándose de Efraín, quien era rápido y muy listo.
“Me pregunté cuál sería ahora la vida de Efraín, a dónde se habría ido. Me dije voy a hacer una historia similar y a ver a dónde llego. No es que haya existido el niño de la novela en particular, pero es uno como muchos, así me inspiré, una cosa que hace el escritor es observar o ver algo y adjudicárselo a algún personaje”.
En la presentación editorial realizada en la Feria Universitaria del Libro (FUL) de Hidalgo, Silvia Molina leyó fragmentos de la novela. Les contó que la madre del chico no había regresado a su pueblo porque le da vergüenza que sus padres supieran que había tenido un hijo.
En dirección hacia el pueblo el niño lleva consigo libros, una pelota, su libreta de quinto grado y sus zapatos nuevos, objetos que atesora y que forman parte de su historia, misma que está a punto de cambiar.
El llegar al pueblo, explica Molina, fue un choque para Bernardino, quien observó los contrastes entre la vida del pueblo y la ciudad, y que luego de un tiempo su madre decide regresar a la ciudad con la promesa de volver, quedándose el niño trabajando en todo lo que se pueda, hasta que un día escucha a su abuelo decir que su madre ‘lo fue a tirar’, por lo que decide ahorrar para ir a buscarla.
“Esta no es la historia de un niño en particular, creo es la historia de muchos niños que viven con las madres que trabajan en las casas y no son de aquí ni de allá, realmente es difícil que los niños se adapten a la vida que no han tenido, es algo que sucede en todas partes, tanto en Ciudad de México como en provincia.
Silvia Molina agregó que en la lectura el joven lector encontrará que lo que una persona no hace por sí mismo, nadie lo hará por él, e indicó que en la literatura no hay inspiración sino una idea que ronda por la cabeza.
Cuando escribió esta historia, la miembro de la Academia Mexicana de la Lengua evocó su vida en el campo: los atardeceres, el canto de los pájaros y el repicar de las campanas, pues vivió parte de su niñez en Tepexpan, periodo que le significó tanto que decidió estudiar Antropología y posteriormente Letras Hispánicas.
Información: DAF / CONACULTA