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SILENCIOS ESTEREOFÓNICOS

IMPULSO/ Félix Morriña

Metepec

Arturo Meza, cuando la música sostiene el Universo y la deposita en Félix

Hace mucho que no veo en concierto, ni en persona, ni he hablado con el cantante, compositor, multiinstrumentista, poeta, escritor y practicante de la chamanería, Arturo Meza (Tocumbo, Michoacán, 15 de diciembre de 1956), por lo que su visita al mexiquense municipio de Metepec, al “Pueblo Mágico”, tierra del Árbol de la Vida y La Garañona, este viernes 1 de marzo en el Teatro Metepec (Hidalgo Norte 917, Col. La Providencia), que no es lo mismo que el Teatro Quimera de Metepec, para ofrecer sendo recital a las 20 horas con el contenido de sus recientes dos discos “Ni serpientes ni escaleras” (Gente de México, 2016) y “De pie” (Gente de México, 2013), será momento oportuno para reencontrarnos una vez más y saber de su proceso creativo actual.

Para los que no saben, el creador de instrumentos musicales como el mezáfono, teclaedro, oglio y yeloguerlizet, ha musicalizado textos y poemas de Francois Villon, Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Denise Levertov, Nezahualcóyotl, Boanergés de Magdaló, Luis G, Franco, William Blake, Mario Santiago Papasquiaro, Margarito Cuéllar, José Eugenio Sánchez, Arnulfo Vigil, Rey Bohindra, Charly  García y Josefa Rosalía Luque, entre otros que escapan a la memoria, por lo que no se descarta que durante su concierto nos ofrezca algo de estas adaptaciones literarias a la música.

Para el experimentado músico mexicano, considerado por muchos de sus seguidores en el portavoz de los vencidos, los sin nombre, los desprotegidos, los sin rostro, los sin identidad, el tema de la conciencia de clase y el indigenismo, son temas recurrentes en sus discos, así como todo el proceso chamánico, místico, de sanación del alma a través de la medicina tradicional mexicana, entiéndase, la herbolaria practicada por siglos por las comunidades indígenas del México racista.

Sustentado en la música folclórica con reminiscencias de música experimental, por supuesto el rock, el progresivo, Meza es sin duda, uno de los icono sonoros de México y uno de los más prolíficos, más completos entes creativos que han introducido a su obra sinfonías ejecutadas con sintetizadores y ritmos que a muchos deja exhortos. Arturo es un hombre de letras profundas con músicas envolventes, al grado de hacerlo muchas veces muy sufrido y dolido que cala hasta los huesos.

Para los que no lo conocen y no lo han escuchado, pese a ser uno de los artistas independientes más reconocidos de la escena “underground” mexicana y de habla hispana, la música de Arturo Meza puede ser el resultado de meter en una licuadora la lírica de las mayoría de los músicos del Movimiento Rupestre (Nina Galindo, Rockdrigo González, Rafael Catana, Fausto Arrellín, Armando Rosas, entre otros), sello que odia el artista que nos convoca y del que ha negado todo nexo; hasta los sonidos e ideas de Gerardo Enciso y Jaime López, pero siendo aún más exigentes, está dentro de su música y letras, Leonard Cohen y Bob Dylan.

Me tocó conocerlo desde temprana adolescencia y primera adultez, siendo preparatoriano de la UNAM, justo cuando el álbum “70 centavos” (Gente de México, 1989) nos representaba a cabalidad a todos los seres de la clase obrera, los héroes de la clase trabajadora, los “perdedores” in crescendo, por esa razón comparto queridos seguidores dos rolas del maestro de este disco, para que vayan calentando motores y sepan de qué lado mascará la iguana este viernes 1 de marzo, en un teatro acorde a las necesidades escénico artísticas de Arturo Meza.

Será grato recordar las rolas que cantara Arturo Meza durante el último concierto que presenciara mi querido camarada, ex vecino “El Pambazo” Romero. Para este memorable personaje de Metepec, Meza era alguien a quien respetar en todo momento, al grado de ofrecerle su última playera, beber mucha cerveza con whisky, soñar las sentidas rolas de Meza, llegar a casa y morir a la falda de su cama, implorando una oportunidad más, pero la vida se le fue como las gotas derramadas de su vaso.

¡Allá nos vemos! ¡Salud!

‘Flores del canto de la primavera’, del álbum “70 centavos”:

“Te recuerdo saltando los charcos/ sobre un arcoíris viajando feliz/ dibujando mapas estelares en la arena/ y esperando la tristeza en la estación./ Te recuerdo en este camino/ cuando las aves regresan a casa/ de pronto nadie pudo volver/ pero pienso en ti./ Te recuerdo, te llevo conmigo/ tu fragancia tus ojos de miel/ tus flores del canto de la primavera/ tu piel, calor de mi invierno./ Te recuerdo tan fría en mis brazos/ cuando ni el perdón nos pudo salvar/ era el momento de la despedida/ tu amor se iría para siempre/ tu amor se iría para siempre”.

https://www.youtube.com/watch?v=amNGsu35w_s

 

‘Un poco de música en tu corazón’ del álbum “70 centavos”:

“Deja volar libre tu imaginación/ mira las olas del mar en el eje central/ las palomas oxidadas que nos hablan de paz/ y de un viejo marino que canta con su bandoleón/ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ No te deprimas hay muchos crepúsculos por mirar/ no seas de esos tipos que lloran en un callejón./ Las estrellas tienen clara su ruta en el cielo/ y tú y yo no somos menos que ellas./ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ No creo en el eterno río del dolor, ¡Oh no, no, no!/ Vamos echemos una cuantas gotas de amor/ No creo en el eterno río del dolor, ¡Oh no, no, no!/ Vamos echemos unas cuantas gotas de amor/ y deja crecer un poco de música en tu corazón, en tu corazón./ Por qué no das a tu gente un poco de color/ son tan grises las calles por esta ciudad./ Siempre haya alguien hambriento de pan y de amor/ a ti no te sobra, pero tienes algo para dar/ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ Por qué no sembramos cada uno siete plantas frutales/ y dejamos de ser robots con carne de criminales./ Por qué no nos damos una última oportunidad/ antes que el barco se hunda con todo y capitán/ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ ¡Ajá, ajá, ajá! ¡Larala Laralala!/ No creo en el eterno río del dolor, ¡Oh no, no, no!/ vamos echemos una cuantas gotas de amor/ No creo en el eterno río del dolor, ¡Oh, no, no, no!/ Vamos echemos unas cuantas gotas de amor/ y deja crecer un poco de música en tu corazón/ en tu corazón./ Un poco de música fresca en tu corazón/ un poco de música fresca en tu corazón”.

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