Diciembre 25, 2024
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Regresa a tierra azteca “El padre del minimalismo”, Philip Glass, para tocar música wixárica


Grata noticia llegó hasta la oficina de este “Servibar y amigo” de la Subdirección de Medios Institucionales de la Universidad del Claustro de Sor Juana de la CDMX: “Está usted invitado a los recitales del maestro Philip Glass en nuestra casa de estudios, donde ofrecerá dos recitales, el sábado 2 y el martes 5 de diciembre en el Auditorio Divino Narciso, el primero a las 17 horas y el segundo a las 19 horas. ¡Usted siempre será bienvenido. Lo esperamos!”. ¡Wow, wow, wow!

De inmediato el sobresalto, la taquicardia, la emoción y un remolino de sentimientos encontrados se apoderaron de este ser, al grado que tuve que salir a tomar aire fresco, ¿fresco?, no, el helado aire del altiplano mexiquense. Tras recuperarme, traté de recordar aquella entrevista con el “Padre del minimalismo” en el Palacio de Bellas Artes en el primer lustro de la década de los años 90. Era la época en la que nada, ni nadie me detenía para hacer lo que se me pegara en gana. ¡Era un grande! Escribía por horas, días, semanas sin cansancio, dormía poco, viajaba mucho, soportaba cualquier clima, trabajaba sin parar; era politoxicómano, luego entonces, bebía todo el tiempo, traía un vaso de whisky, ron, tequila o lo que fuera, pero de calidad. Las demás sustancias eran “mis fieles compañeras”. ¡Las mujeres eran aves de paso!
El compositor de más de 20 óperas, largas y breves; nueve sinfonías; dos conciertos para piano y conciertos para violín, piano, timbales, saxofón y orquesta, así como una buena cantidad de bandas sonoras, entre ellas, la que fue motivo de charla por más de dos horas con unos cuantos colegas en el Palacio de mármol del país, “La bella y la bestia” (1994) de Jean Cocteau, misma que presencié con gran placer en aquél sexenio del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.

En ese periodo creativo, este interlocutor trabajaba en la sección de Espectáculos del extinto periódico El Nacional, y recuerdo bien la lucha interna con los compañeros de la sección de Cultura (por un lado José Luis Durán King y del otro César Silva Gamboa, ambos mis tutores de esos memorables años), porque me les había adelantado con la publicación, con el previo de la noticia de que el compositor de “Einstein on the Beach” (ópera, 1976), “Glassworks” (1982), la excelsa “Koyaanisqatsi” (1983), la maravillosa música para “Mishima” (1984), “Powaqqatsi (1987), la banda sonora de “El agente secreto” (1996), la música para la reconocida película “Kundun” (1997), como la de “El ilusionista” (2006), “El americano perfecto” (ópera, 2013), entre otras grandezas de este genio de la cultura estadounidense, venía al país para interpretar la música del filme de Cocteau.

“Al final, las dos secciones publicaron varias notas, reportajes y entrevistas con Philip Glass, quien a sus 80 años de edad, sigue sorprendiéndonos como sólo él puede hacerlo, y esta vez, viene de nuevo a México para ofrecer dos recitales que llevan por título “El espíritu de la tierra” en el Auditorio Divino Narciso de la Universidad del Claustro de Sor Juana (Izazaga N. 92, Centro Histórico de la Ciudad de México, a unos pasos del Metro Isabela Católica)”.

Los recitales son toda una revelación, porque Philip Glass tocará música minimalista desde su piano con música wixárica, entiéndase indígena huichola, con el cantante Daniel Medina de la Rosa y el violinista Erasmo Medina Medina. Será una conexión única con la pacha mama, la madre tierra, el universo, las cuatro estaciones climatológicas, los espíritus ancestrales de nuestra quinta esencia y la carne viva ardiendo nota tras nota de una partitura, que seguramente será parte de un nuevo disco del nacido en Baltimore en 1937. ¡Wow, wow, wow!

De todas las veces que ha venido Philip Glass a México, esta será un parteaguas para muchos, sino es que para todos los que sabemos algo del minimalismo. Creo lo he visto en tres ocasiones, pero la del primer lustro de la década de los años 90, definitivamente me marco para siempre, porque en esa ocasión Glass nos dijo en la entrevista colectiva (éramos El Nacional, The News, La Jornada y alguien más, si mal no recuerdo) que había cenado la noche previa a su llegada al Palacio de Bellas Artes con el gran Lou Reed en Nueva York; hacía sus presentaciones en México, viajaba a Brasil para encontrarse para comer con lo más granado del arte del país sudamericano, y luego, partiría a Europa para verse con David Bowie. “¡Puta madre, yo quiero tener amigos así, yo deseo vivir de esa manera!”, me dije hacia mis adentros casi llorando.

Algo que me duele mucho y no he podido superar, es no conservar la fotografía que nos sacamos con Philip Glass en Bellas Artes como si fuéramos un equipo de fútbol soccer. ¡Sí, así de ridículos nos veíamos al lado del maestro! Para esa foto se sumaron todos los asistentes a la conferencia de prensa para anunciar los pormenores de “La bella y la bestia” de Cocteau. ¡Quien tenga esa foto, se lo suplico, deme una copia para ponerla en un altar!

Cabe destacar que Philip Glass ya ha hecho encuentros en México de música tradicional, lo hizo hace cinco años con un recital en el mágico pueblo “fantasma” de Real de Catorce, San Luis Potosí, como parte del taller “2012: Calendarios y Espiritualidad Maya-Tolteca”, organizado por el investigador y escritor mexicano Víctor Sánchez. Así que esta ocasión es muy especial, porque será una experiencia única, inolvidable. No hay que olvidar que Philip Glass tiene 80 años, no vaya a ser que sea la última vez que lo veamos sobre un escenario.

Para terminar, les comparto un par de links sobre la música de Philip Glass, dos de las que me han movido el tapete, son muchas piezas que me rompen, me quiebran, pero estas son apropiadas para el intenso frío del altiplano mexiquense. ¡Nos vemos en el Claustro de Sor Juana!

“Mad Rush”:

“Koyaanisqatsi”:

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