IMPULSO/Félix Morriña
Oda a “Ziggy Stardust”, el hombre de la entrepierna que se hizo “Dandy, pero punk”
Huelo tu excitada esencia, cual sensual y único bálsamo. Miro hacia tu bajo vientre y aumenta ese delicado olor a delgada savia líquida, que fluye entre tus piernas, invitándome a beberlo, saborearlo.
Antes, me detengo en tu ombligo, poso mis ojos en él hasta escuchar tu primer gemido, premeditando el siguiente avance corpóreo. Resbalo savia burbujeante de mi boca hacia tu pelvis, luego regreso a tus delicados y hermosos senos para comerlos y luego volver centímetros antes de tu mojada vulva.
Ella, tu vulva, me reconoce, me sabe, me espera ansiosa. Reclama mi ser, pero no exige rapidez, quiere ser poseída lenta, pausada y amorosamente. Sabe esa vulva, de inusual botón de placer, que mi lengua, mis labios saborearán hasta que me pidas entrar por completo.
“Ziggy Stardust” aguarda turno. “Ziggy Stardust” quiere esos carnosos y ansiosos labios del rostro y del bajo vientre. Esos labios se multiplican. “Ziggy Stardust” es el hombre de la entrepierna, lleva por nombre la virilidad de este “Servibar y amigo”. “Ziggy Stardust” es lo máximo y ellas lo saben. Ellas, al unísono rinden pleitesía de rodillas al más (glande) grande ser que haya caído del cielo a la Tierra. Su talento es inigualable.
“Ziggy Stardust” sabe que ha llegado el momento, ha llegado la hora de volver a ser. Ser tuyo, como siempre. “Ziggy Stardust” renace con cada lengüetazo, con cada succión, con tu sensual mirada arrancándole impulsos, compulsiones. “Ziggy Stardust” se convierte en Mister David Bowie para sonar de manera delicada en el altavoz del ordenador portátil “Wild is the Wind”, acompañando a Nina Simone, una de las más grandes cantantes que haya dado la faz de la “Pacha Mama”.
“Ziggy Stardust” antes de venirse en tu boca, quiere ir a su morada, a su hogar, entrar a su mundo, sin que nada, ni nadie, le impida remojarse entero. Manos educadas en tu cuerpo lo recorren y lo apretujan con sensual excitación hasta hacerte venir múltiples veces. Tocan ese maravilloso botón de placer que enloquece a cada movimiento de dedos hechos para tu entrepierna.
El ambiente es acorde para transformarse en varios personajes, en varios seres, varias entidades fantasmales, varios yo y tú, varios “Yo mí me contigo”, varios “Un yo sin ti, sin yo”, varios “Y no me importa nada”, varios, varios. Renacer en camaleón como Bowie, permite ser los yo para la eterna reconquista, para la conquista perpetua, para sanar con la mutación, con la transformación de “Fausto”. Teatro, hombre teatro; mimo, hombre mimo; Dios, hombre creación; Yo, sin mí, sin yo, existiendo.
Al fondo de la habitación sólo se ve cielo nuboso lleno de energía solar. Hoy hubo cielo despejado con aires de cambios mejores. La terraza es ahora mi habitación ornamentada con las sabias palabras de Nina Simone, reiteradas una y otra vez por David Bowie. Nuestro calor basta para abatir cualquier temperatura verano-decembrina con tormentas eléctricas y torrencial agua sobre nuestros cuerpos, pero afortunados somos que hoy hubo Sol y todo es, y será diferente.
Al fondo yace quieto el volcán Xinantécatl; yace casi muerto al caer el día; yace El Calvario de Metepec sombrío y con toques de luz magistrales, pero vigoroso como “Ziggy Stardust”, más cuando lo comes de rodillas viendo al ex Convento de San Juan Bautista y la Iglesia de San Mateo, cuyo barrio de la Tierra de La Garañona, El Árbol de la Vida y Pueblo Mágico, sólo registran los magistrales sonidos del lecho. Todo es armonía cuando se escuchan esos sonidos del lecho. ¡Reza, sigue rezando!
Al lado del mullido camastro donde reposamos, yace el altar erótico-sensual-exótico donde están las obras completas del Marqués de Sade; las historias porno soft de este interlocutor; las narraciones del maestro Andrés de Luna, cuando se dedicaba a seducir féminas de todas las edades y extractos sociales, sean nativas, nacionales o del resto del mundo; las compilaciones literarias fílmicas y recomendaciones de decenas de obras del séptimo arte erótico, que deben ver todos los verdaderos amantes, eternos aprendices o sabios que promueven esos lazos carnales; pero sobre todo, practicantes constantes, cual parroquianos de sex shops.
Volvemos a la faena amorosa. Volvemos a repetir los capítulos escritos y descritos en las biblias de la seducción. Tras ir y venir, tras el vigoroso baile de cuerpos sudorosos, llega el momento del máximo estertor que un ser humano le hace ser y creer que todo ha valido la pena. Me haces sentir de nuevo que soy “Dandy, pero punk”, un empedernido hombre New Wave, un Post Punk, un Darky, un hombre del “Lado oscuro de la Luna”… Yo: “Ziggy Stardust”.
Llega el fabuloso momento en que abres esa inigualable boca para recibir todo mi ser, todos mis yo, todos los que seré y vacío el lechoso líquido del que habrás de alimentarte por largo rato, sino es que por mucho tiempo. ¡Así sea!
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FRASE
“Ziggy Stardust” se convierte en Mister David Bowie para sonar de manera delicada en el altavoz del ordenador portátil “Wild is the Wind”, acompañando a Nina Simone, una de las más grandes cantantes que haya dado la faz de la “Pacha Mama”.
Félix Morriña,
Columnista.