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Silencios estereofónicos

IMPULSO/ Félix Morriña
Creedence Clearwater Revisited en Toluca, o cuando el pasado te juzga y el presente te condena

Recuerdo muy bien desde mi primera infancia la música de Creedence Clearwater Revival porque mi padre me regaló un disco de 45 RPM (para los que no lo saben, significa “revoluciones por minuto”) con dos rolas, una por cada lado; lo ponía en esa larga consola café de los años 70, cuyas bocinas poseían un sonido magistral que sólo esos añejos aparatos solían tener. Hasta antes de ese disco, lo mío era Kiss y escuchar la música de los “rednecks” (campesinos gringos) nada me hacía feliz, pero mi progenitor es el culpable de mi gusto por ellos.

De tanto poner el disco, lo rayé, después, vino el sonido “scratch”, ese como de tortillas quemándose, lo cual hacía la música más interesante. Desconozco el destino de ese 45 RPM, pese a ser un coleccionista y melómano empedernido de sonidos del siglo pasado. Disfruté mucho “Who’ll Stop The Rain” hasta entrada la adolescencia, al igual que las rolas como “Molina” (o debería decir “Morriña”), “Suzie Q”, “Fortunate Son”, “Green River”, “Travelin’ Band”, “Bad Moon Rising”, “Proud Mary”, “Have You Ever Seen The Rain”, “Put A Spell On You” y “Conmotion”, todas ellas difundidas y tocadas hasta el cansancio por todas las estaciones rockeras de la época.

Para fortuna mía, había mucho de dónde escoger y me alimenté de tantos sonidos como pude en las últimas dos décadas del siglo pasado. Muchos de mis amigos, colegas, lectores y seguidores se asombran de la capacidad que poseía para engullir música, pero era también porque había. En la actualidad, no hay mucho que me asombre o que me motive a conseguir discos de alguien en especial. Sé que hay buena música por ahí, pero ya no invierto tanto tiempo en ello. ¡Hay otras cosas por hacer!

Con el paso de los años llegaron a mis manos reediciones en disco compacto, de vuelta el acetato, pero ya no estaba el cantante John Fogerty y eso hacía que no me interesara tanto por ellos, porque él era el alma del grupo, junto con su hermano, el guitarrista Tom Fogerty, quien murió en 1990; con perdón del resto de los integrantes (el baterista Doug “Cosmo” Clifford y el bajista Stu Cook), a quienes conocí casi al iniciar el siglo XXI en una entrevista para Milenio Diario, ya bajo el nombre de Creedence Clearwater Revisited.

Los he visto en vivo en dos o tres ocasiones, con algunos músicos de soporte, no recuerdo ahora con precisión sus nombres, pero es de las pocas veces que digo que es nostalgia pura e insistir en que el pasado nos juzga y el presente nos condena. Ahora que vienen a mi tierra adoptiva expresó hacía mis adentros que llegan tarde a la cita con este “servibar y amigo”. Me han insistido en sí voy a ir, si quiero entrevistarlos y si pienso que es un fraude, porque nada está confirmado mientras redacto esta entrega. Yo contesto que voy siempre y cuando haya condiciones.

Creedence Clearwater Revisited, o lo que queda de ellos, me agradan, sé que representan un momento histórico en la vida de todo rockero rumbo a la senectud o mínimo a la media centuria, pero recientemente los han tocado en las cantinas, en los barecillos de Metepec y Toluca, y no falta el que lo hecha todo por la borda molestando al resto cantando muy mal las rolas o “gritándolas” en español, que es peor tantito. Por ese tipo de personas, no iría, me hartan, me fastidian y echan a perder el legado del grupo nacido en Indio, California, Estados Unidos; pero insisto, si hay condiciones nos veremos el próximo jueves 18 de mayo, a las 20 horas, en el Hotel Gran Plaza Imperial (Carretera México-Toluca, Km 57.5, San Jerónimo Chicahualco, Metepec, Estado de México), donde cantaremos con la vetusta tranquilidad de seres nostálgicos con sorbitos de mezcal para evitar la borrachera, pero sobre todo, la resaca.

Me doy cuenta que esta vez mi estado de ánimo es distinto al de la escritura de hace tres lustros cuando publiqué la entrevista con el baterista “Cosmo” Clifford. Tal vez sea porque en aquella ocasión todos los presentes en un salón de reconocido hotel de la hoy CDMX, nos encontrábamos muy contentos, felices de un casual encuentro en horario del 2X1 y disfrutábamos de la charla. Los integrantes de Creedence tienen un básico sentido del humor, tan grato que te hacen cambiar de opinión y redactas diferente. Me dicen que siguen igual. ¡Ojalá inviten al after show para averiguarlo!

Pero con eso de que debo tomar medicamentos para continuar con varios tratamientos, tendré que aguantarme con bebidas ligeras o preguntaré al “galeno asesino” qué puedo y que no hacer con las dolencias propias de un ente cuidadoso de su corpus. Ya saben, uno debe cuidarse para ver qué sorpresas nos depara la vida, o al menos para llegar guapo con la “pálida sombra”, porque no permitiré otro tipo de osadía.

Eso es algo que recuerdo bien de Creedence, cuando le preguntaba a Cosmo cómo lograban mantenerse en forma con tantos excesos en su historial. Me dijo que ese era su destino, que sólo le hacían caso a sus respectivos médicos cuando le expresaban: comer bien, dormir lo mejor que se pueda y en gira no excederse, con eso se puede llegar muy lejos. Y ese lejos llegará a Toluca el jueves 18 de mayo a las 20 horas en el Hotel Gran Plaza Imperial. ¡Llegan tarde, pero sin sueño!

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