IMPULSO/Félix Morriña
“T2: Trainspotting”, 20 años después, la vida sigue en el abismo
La verdad, en el fondo, no esperaba nada nuevo, nada espectacular, nada propositivo, nada de nada. Ni siquiera sentí el paso del tiempo tras haber visto “Trainspotting: la vida en el abismo” (1996) hace 20 años en la Cineteca Nacional, al lado de verdaderos junkies, alcohólicos de tiempo completo, vagabundos universitarios, nerds asustados por los excesos allí presentados, primerizos hipsters-millennials que no sabían bien a bien qué hacían ahí y perdedores de ocasión sociopolítica, que, a la postre, se convirtieron en las voces autorizadas de este desolado, pinchurriento, anárquico y patético país.
Llegué decidido a beber tranquilamente mi botella de whisky a la sala cinematográfica a la hora del día en que nadie acostumbra ir a los encajonados centros comerciales de Metepec. No quería ser molestado, no deseaba molestar a nadie, a diferencia de hace 20 años que jodía a quien se ponía enfrente. Esta vez debía ser todo diferente, ¡lo fue!
La primera imagen de Mark “Rent Boy” Renton (Ewan McGregor) haciendo ejercicio y desplomarse por un aparente paro respiratorio provocó que no destapara el escocés a la primera. Recordé las veces que he tenido taquicardia y alta presión arterial, lo que me hizo quedarme pasmado. Renton tiene 46 años en la película, los mismos que este “Servibar y amigo”, y como si fuese radiografía, pasa por los mismos problemas existenciales de alguien que no fue tan “productivo” para la sociedad en la que vive: sin casa propia, sin dinero, sin ahorros, sin trabajo seguro, sin certero futuro y sin la condición física para andar trotando y brincando, cual malandro de barrio bravo, de cama en cama. ¡Upsss!
Conforme pasa la trama, uno se da cuenta que está viendo una película para adultos contemporáneos, entiéndase, cuarentones en ciernes, con todas las broncas propias de vivir en el cuarto piso. Ya no hay excesos como antaño porque los estragos minan rápidamente el físico; los personajes quieren cobrar las cuentas pendientes, vengarse por las traiciones de los amigotes (“¡Toma chocolate y paga lo que debes!”), como sucede con Francis “Franco” Begbie (Robert Carlyle), quien se escapa de la cárcel para después cobrarse a lo grande el robo que les hizo Renton hace 20 años.
El aparente bobo y sumiso heroinómano Daniel “Spud” Murphy (Ewen Bremner) se convierte en escritor y relator de la película; mientras que el cocainómano Simon “Sick Boy” Williamson (Johnny Lee Miller) sigue siendo el mismo gandalla padrote de siempre y es quien pone la parte cerebral a la cinta de casi dos horas. La entonces guapa escuincla colegiala Diane Coulston (Kelly Macdonald) se convierte en exitosa abogada y le dice de manera irónica a Renton que Veronika (Anjela Nedyalkova), el nuevo lindo personaje femenino en esta pieza del séptimo arte, que hace que tenga sentido, es bastante joven para él, como si ella no lo hubiera sido en su momento.
Tras esta experiencia, llegué a casa a la tarde y colgué de nuevo, sólo por ese día, el cuadro poster de la película original, el cual robé cual “Dandy, pero punk” de la Cineteca Nacional después del estreno en 1996. Le hice honores bebiendo la mitad del whisky que sobró (¡sí, sobró!) de la botella que llevé al cine, vi a cada uno de los personajes con agrado y brindé por la vida en el abismo, mi abismo, mis fracasos, mis logros, algunos triunfos y por lo que viene, ese incierto futuro del que nadie se escapa de sentir, de vivir. ¡La vida sigue en el abismo! ¡Yo la veo desde aquí, desde mi terraza, acompañado del volcán Xinantécatl y de El Calvario de Metepec en gélida tarde con mucho sol!
Al día siguiente, sin resaca, con ganas de escapar a escribir-aspirar estas líneas, descolgué el cuadro y lo puse al lado de las demás pocas obras de arte que me quedan. ¡A lo que sigue Morris! Mientras preparaba el desayuno y portaba mis atuendos de batalla, puse a todo volumen una copia en computadora de la banda sonora de “Trainspotting: la vida en el abismo”, me detuve en ‘Lust For Life’ (1977) del maese Iggy “Ziggy” Pop varias veces, en ‘Born Slippy’ (1995) de Underworld y en la mega rola ‘Perfect Day’ (1972) del fenecido maestro neoyorquino Lou Reed.
Me prometí conseguir la banda sonora de la segunda versión de la película de Danny Boyle, basada en la novela “porno” de Irvine Welsh con guión de John Hodge. Es más, conseguiré también el libro con el guión en inglés británico, tal como lo hice hace dos décadas con la primera novela. ¡No me importa que me tachen de nostálgico! Lo compartiré primero con mi amada “París-Londres”, luego con quien lo desee y le haya gustado la película tanto como a mí.
Estoy preparado para bailar el remix que hacen los fenomenales Frankie Goes To Hollywood a la rola ‘Relax’ de Duran Duran, ‘Dreaming’ de mi adorada rubia Blondie, ponerme eufórico con ‘Radio Ga Ga’ de Queen, la sorprendente ‘Silk’ de Wolf Alice y, por supuesto, de nuevo ‘Lust For Life’ en versión remix del propio Iggy Pop, tal y como cierra la película, cuando Renton supo resolver su problema personal con sus amigos, en especial con “Franco” Begbie, el más violento de todos y el único alcohólico de la banda de heroinómanos escoceses.
¡Es sólo nostalgia, pero me gusta! (parafraseando-parodiando a The Rolling Stones) ¿Uno es sólo el turista actual de nuestra lejana juventud? ¿Estaré celoso de mi intensa juventud en este momento? ¿Tendré remordimientos de algo que haya hecho mal y por eso ahora me comporto cual seda en piel de adolescente?, ¡no lo creo!, me ensañaron, aprendí por cuenta propia a disfrutar como a pagar por lo que haya hecho, para bien o para mal. ¡Sólo vivo intensamente los momentos, las épocas, las edades que me corresponden! ¡Por el pasado, ya no hay nada que hacer! ¡Venga incierto futuro, te estoy esperando, hagámoslo!
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