Diciembre 26, 2024
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Silencios estereofónicos

IMPULSO/Félix Morriña
En “El oficio mío” de Armando Rosas, el piano juega un papel protagónico

No miento, soy honesto, soy dipsómano profesional, luego entonces: ¡salud a las siete de la mañana! Todos corren a sus labores y ocupaciones, ¿yo?, recién termino jornada etílico laboral y veo sus mecánicos movimientos desde mi terraza. Tecleé hasta que quedar dormido sobre mi híbrido sistema de cómputo mientras mi camarada fotógrafo, Rufo Reyes, descansa los tragos en cómodo sillón. ¿Saben?, hace mucho que no sentía emoción al escuchar un disco completo una y otra vez, ¡hasta rezarlo!

Hace mucho, pero mucho tiempo que no escucho un disco completo, de pies a cabeza, por horas, por días y con amigos que aguanten mis faenas nocturnas laborando. Esta profesión, que nació como oficio, me hizo obstinado, obsesivo y compulsivo, matemático. ¿El motivo?: el amor, la pasión, la verdadera entrega por lo que uno sabe hacer bien, quizá lo único bien, sobre esta efímera existencia.

La hostia plateada que me orilló a redactar esta entrega es la nueva obra del camarada y amigo Armando Rosas, titulada “El oficio mío” (Ediciones Pentagrama, 2016), la cual contiene 10 temas cuyo eje rector fue el piano, a decir del propio creador, pero hay algo extraño en esta obra porque pareciera que son un paquete de rolas de distintos tiempos y espacios, sobre todo porque hay canciones muy características del estilo narrativo, discursivo de Rosas, pero también hay novedades del crecimiento creativo del maestro, como la ‘Suite bailable’ y la intervención de la cantante Virginia Ramírez en la pieza ‘Si falta fe’. No es un disco común y corriente, como diría mi camarada baterista Aldape: “¡Hay que echarle lápiz!”.

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El pretexto
“El presente disco sufrió muchos extravíos, pero siempre hubo alguien con el suficiente cariño y respeto por mi trabajo que le dio rumbo y certidumbre. Originalmente estaba planeado para producirse y grabarse en la ciudad de San Francisco, California, sin embargo, repentinamente cambió su rumbo, primero a Ciudad Neza(hualcóyotl), Estado de México, después se dirigió a Mérida, Yucatán, inevitablemente pasó por la Ciudad de México y culminó en la ciudad de Amberes, Bélgica”, acota el autor de esta maravillosa obra que representa, sin duda, a los herederos rupestres, a los entes amantes del academicismo, tan necesario para apreciar lo mejor de lo mejor en el arte multidisciplinario nacional.

A decir del maestro Rosas, hay que desconfiar de la música que no se puede bailar, ni mucho menos cantar, luego entonces, pensó para este nuevo disco una ‘Suite bailable’, dividida en tres danzas: ‘Cumbia Zeferino’, Vals peruano’ y ‘Balada Convite’, de las cuales él mismo explica breve, pero de manera concisa en el cuadernillo incluido en el álbum “El oficio mío”:

“La ‘Suite bailable’ es parte de mi proyecto ‘The Fast Concert Music’ que consiste en utilizar los motivos de mis canciones, desarrollarlos y convertirlos en lo que llamamos música de concierto. ‘La Danza número 1. Cumbia Zeferino’, la construí sobre motivos de la ‘Cumbia vudú’ (compuesta hace tiempo) y fue dedicada al maestro (marimbista) Zeferino Nandayapa. De esta obra ya existe una versión para marimba y orquesta. En la presente versión realicé modificaciones para el piano.

“La ‘Danza número 2. Vals peruano’ está construida sobre los motivos de mi canción ‘Herraje’ (hermosa por cierto, una de las mejores que se le hayan escuchado a Armando Rosas). Está dedicada al maestro Mario Kuri Aldana, quien fue mi profesor de Apreciación Musical y Contrapunto en la Escuela Superior de Música y de quien siempre recibí apoyo y amistad.

“La ‘Danza número 3. Balada Convite’ está construida sobre motivos de mi rola ‘Noche de Convite’, y está dedicada al sensacional compositor mexicano Eugenio Toussaint (que en paz descanse)”.

El fondo con mucha forma
A continuación y a manera de regalo, les comparto queridos lectores lo que consideré la parte sustancial de cada canción incluida en “El oficio mío”. También como gancho para ver si compran esta discazo y van leyendo mientras escuchan completo el álbum, porque de eso se trata. Además, el arte del disco estuvo a cargo de Israel Miranda, que de paso está mencionar, es fenomenal. ¡Que lo disfruten!

‘El ombligo del mundo’: “Éste es el ombligo del mundo./ Éste es el ombligo del mundo./ Para qué tanta prisa./ Para qué tanto brinco./ El Universo está concluido”.

‘Dos palabras’: “Por favor toma mi mano,/ dame un poco de tu tiempo./ Que al calor de éstos tequilas/ me nació contar mi vida./ Que al calor de éstos tequilas/ me nació contar mi vida”.

‘Si falta fe’: “No me verán caer,/ no me derrumbaré./ Mírame sigo en pie/ en la obscuridad./ No me verán caer/ no me derrumbaré./ Mírame sigo en pie./ En la oscuridad/ luz nacerá”.

‘Después de todo’: “Después de todo no nos fue tan mal/ siguiendo lo que un día soñamos./ Esa tarde tibia enamorándome de ti…/ Después de todo no nos fue tan mal/ siguiendo lo que amamos./ No obstante que por el camino/ maldecimos y lloramos./ Después de todo no nos fue tan mal/ buscando lo que un día soñamos./ Esa tarde tibia sentados frente al mar”.

‘Porque tú estás aquí’: “Volveré a creer,/ soy un peregrino arrepentido,/ fugitivo redimido por amor./ Fuiste serena lluvia acariciando mi ventana/ por ti dejé de ser cruz y dolor”.

‘Al menos hoy’: “La felicidad no se da en maceta, no se da./ La felicidad salta como oveja./ La felicidad viaja sin maleta, ya verás./ La felicidad, es fugaz y graciosa y coqueta”.

‘El oficio mío’: “Desyerbar la letra como parcela./ Descorchar palabras como champaña./ Espolvorear el sueño como canela./ Desgajar los versos como naranja”.

Queridos lectores, este disco será presentado en vivo y en directo el próximo sábado 25 de marzo en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris” de la CDMX (19:00), por lo que en breve sostendré una entrevista con Armando Rosas para que nos contextualice aún más sobre el proceso creativo de “El oficio mío”, mientras iré a dormir un rato porque esta velada estuvo intensa y merezco un poco de tranquilidad y descanso. ¡Hasta la próxima!

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