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Silencios estereofónicos

IMPULSO/ Félix Morriña
Dos grandes de Argentina en la Carpa Astros: Guasones y Las Pelotas

Por primera vez en México, dos grandes bandas argentinas con sendas trayectorias se presentaron en la Carpa Astros la semana pasada: Guasones y Las Pelotas, que pusieron de cabeza al respetable que se dio cita durante la velada del jueves 16 de febrero, en su mayoría, sudacas que viven en la capital del país y un puñado de mexicanos amantes de lo mejor de la argentinidad musical de los años 90 en todos los países de habla hispana.

Según los organizadores, éramos apenas 500 monigotes, pero a este “servibar y amigo” eso no le importó porque, pese a haber vivido gratas experiencias en Córdoba, Argentina, hace casi tres lustros, nunca pude verlos en su lugar de origen, y por fin esa frustración quedó atrás con el único show en la CDMX.

Los pude apreciar sobre un escenario acorde a las necesidades técnicas y escénicas de las dos bandas, que por separado son historia viva de la cultura musical en la lengua de Cervantes. Hacía mucho que no escuchaba a la perfección a dos bandas en vivo, con una acústica, un sonido, una dicción, una lectura de cada instrumento envidiable para cada banda de rock actual.

Por fin algo decente, me dije con vaso de litro de agua de alfalfa en mano, que tras el vital líquido para mis riñones, fue llenado con cerveza y luego whisky para amortiguar el frío y la ansiedad etílica. De inmediato hice click con las curvilíneas argentinas presentes, que de paso está mencionar eran muchas y muy agradables con todos. También había camaradas del cono sur de muy buen ver, que al charlar con ellos de inmediato se dieron cuenta de que mi corazón yacía en Buenos Aires y me invitaron de todo. ¡Sí, de toooodo!, ¡envidiosos!

¿Saben una cosa?, las dos agrupaciones dan mucho más en vivo que en las hostias plateadas grabadas, se muestran expertos en cada lugar que ocupan sobre el entarimado; no exageran en sus movimientos, saben en qué momento oportuno dan su resto, mientras dosifican su energía, y eso, sólo los años de experiencia te lo dictan para no disminuir la calidad del concierto.

Silencios estereofónicos

También, ambas agrupaciones se respetaron tiempos, nadie más que otro, todos al mismo nivel y la gente se les entregó por igual. Incluso en los camerinos la convivencia era igual. Los músicos se contestaban cualquier petición, sugerencia, cuestionamiento. Cuando uno está entre este tipo de comunidad, se siente como pez en el agua, sientes que la fama que tienen los argentinos no existe, porque la arrogancia y el ego desaparecen. Basta verle a los ojos a la minas, a las petizas, a las “hembrones” ahí presentes para que uno quede sometido de inmediato y se comporte a la altura de las expectativas.

Llegué puntual a la cita, 20:00, caminé dos horas por mi amada ciudad capital con porro de por medio, un cuarto de anís y al darme sed, compré mi litro de agua de alfalfa. Risueño recibí con agrado la pulsera que me acreditaba para realizar mi adorada y sufrida labor. Me preguntaron si venía alguien conmigo, les dije que no se llevan tortas a los bufetes internacionales. Todos carcajearon. La verdad, nadie pudo acompañarme, pero lo más sorprendente es que ya estaban tocando “Como un lobo” los Guasones. ¡Puta madre, qué puntualidad!

Acomodé mi mochila de viaje por tres días por la CDMX como peto protector. Alcancé fila tres entre la multitud y empecé a bailar y berrear como Dios manda. Mi ser necesitaba ya un sonido limpio, una banda verdadera y Guasones estaba cumpliendo con mis deseos. “Farmacia”, “Pobre tipo”, “Ya estoy subiendo”, “Baila, baila”, “Pasan las horas”, “Todavía”, “Me muero”, “Gracias” y “Dame” fueron las rolas con la que no tuve más remedio que vaciar la vejiga lo más rápido posible, seguir a una pelirroja de excelente figura corpórea con pulsera plateada (VIP) y al darle alcance me comparte porro y whisky. ¡Dios, qué he hecho bien para merecer tantas atenciones!

Educado como soy, y honrando a mi “París-Londres”, volví a mi fila tres entre la masa para suspirar, levantar mi vaso, hondearlo para bendecir a todos los seres que me han ayudado en mi vida, cerrar los ojos y escuchar los cánticos del respetable como si estuviéramos en un partido de fútbol entre Boca y River Plate en México. Coro a coro, brazo a brazo, degustábamos esta oportunidad tan esperada en tres décadas y ahora están frente mío como si fuese en la terraza de mi casa.

Uno por uno, los integrantes de Las Pelotas se colocaban en el escenario al aire libre de la Carpa Astros. Una vez colocados en su sitio, Germán Daffunchio (voz y guitarra), la chaparrita Gabriela Martínez (excelente bajista y corista), Tomás Sussmann (guitarra), Gustavo Jove (batería), Sebastián Schachtel (teclados) y Alejandro Gómez (vientos, percusiones y coros), tomaron el timón de la nave e iniciamos un excelso viaje, que mientras escribo, me dan ganas, hartas ganas de destapar una botella de whisky y una de cerveza para terminar de narrarles.

“Cuántas cosas”, “Siento, luego existo”, “Qué podés dar”, “Víctimas del cielo”, “Como una estrella”, “Escondido bajo el brazo”, “Esperando el milagro”, la chingonérrima “Capitán América” y la imprescindible “Será”, en la que no me importó derramar unas de cocodrilo por tantas cosas tan lindas que viví con esa rola, una de ellas recuerdo bien: estar cargando a mi primogénita Nina bailando en la sala de mi hermosa y mediterránea casa de Metepec hace nueve años, justo cuando llegó a mis manos el DVD del Festival Quilmes Rock que me regalara “El Turco” Ale. Ese DVD fue el primer gran disco que mi bebé escuchara y gustara tanto. ¡Canté tan fuerte esa rola hasta quedar mudo!

Para quienes no conocen a Las Pelotas a estas alturas del partido, ellos son herederos de la grandísima banda argentina Sumo, de quien cantaron una rola para homenajear al gigante cantante italo-escocés Luca Prodan, muerto por paro cardiorespiratorio debido a cirrosis hepática. Claro está que Las Pelotas son otra cosa, pero con esa historia hacen más extensa y fortísima su trayectoria.

Fue grato, fue placentero escuchar temas incluidos en los discos “Corderos de la noche” (1991), “Despierta” (2009), “Cerca de las nubes” (2012) y “Brindando por nada” (2016), entre otros que escapan a la memoria por la emoción. ¡Vaya noche, vaya velada! No me importó caminar hasta la casa de mi amigo, camarada y tutor Enrique Monge de la Carpa Astros hasta cerca de la Cineteca Nacional y la Alberca Olímpica. Valió la pena la espera, la caminada y la convivencia con mis coterráneos del cono sur. ¡Hasta la próxima!

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Twitter: @fmorrina
Fotos: Daniel Galindo-Wild Side Press

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