IMPULSO/Salvador García Soto
México enojado vs. México con miedo
Por encima de las últimas encuestas que veremos en esta carrera presidencial, que rearman las mismas tendencias claras de un candidato puntero con un amplia ventaja y una cerrada y enconada disputa por el segundo lugar, lo que veremos este domingo es la confrontación directa en las urnas entre dos Méxicos: el del enojo, conformado por millones hartos por la corrupción, el dispendio público, la desigualdad e insuficiencia de ingresos, la inseguridad y la violencia, en contra de los mexicanos con miedo, que le temen a un cambio de régimen y de política económica que les genere inestabilidad social, económica y patrimonial o que les afecte también los privilegios que les da el actual modelo.
¿Cuál de los dos Méxicos va a poder llevar a más votantes a las urnas? Eso es lo que se define el domingo. La corriente social y política que le apuesta al hartazgo y a la imperiosa necesidad de un cambio tiene su mayor oportunidad y su fuerza en la participación masiva en las votaciones, y se mueve a partir de la lógica de que, entra más ciudadanos salgan a votar, más fácil y más amplio será el triunfo de la opción que dice abanderar esa posibilidad de cambiar la vida pública, con todas las inconsistencias y la falta de claridad en las propuestas.
Para esos votantes que parecen apuntalar la ventaja amplia que dan las encuestas al candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, lo único que puede garantizar que no funcionen las movilizaciones de estructuras clientelares y electorales de sus contrincantes del PRI y el PAN, es que todo ese enojo social, que ha catalizado un candidato y que lo ha mantenido adelante en esta contienda, pueda finalmente traducirse en votos y en una participación por arriba de los promedios históricos que neutralice cualquier tentación de “operación o fraude patriótico”.
Para el otro México, el que se moverá por el miedo, no está claro aún cuál de las dos propuestas que se confrontaron a muerte será la opción este domingo, si la de Ricardo Anaya, del Frente por México, o José Antonio Meade, de Todos por México. En todo caso, tanto Anaya como Meade abanderan a esa corriente de mexicanos que se guiará más por el miedo y por el rechazo que les genera López Obrador, que por una plena convicción del modelo o el candidato por el que terminen votando. La apuesta principal de este grupo, en el que también hay otros tantos millones de mexicanos, será a defender el statu quo contra la incertidumbre y, en algunos casos hasta amenaza, que ellos perciben para su modo y estilo de vida en la posible llegada al poder de un candidato como López Obrador.