IMPULSO/Edición WEP
Ciudad de México
El Servicio Sismológico Nacional registró este domingo un sismo de 5 grados, con epicentro en la Costa de Acapulco, Guerrero. Pero, ¿sabes por qué se registran tantos sismos en esta zona?
Primero, debemos tener claro que México es un país que está en la orillas de diversas placas tectónicas, las más importantes son la placa de Cocos y la placa de Norteamérica que colindan o chocan en la parte sur del país, en las costas de Oaxaca y Chiapas.
“La República Mexicana está conformada por cinco placas tectónicas, sabemos que toda la corteza terrestre está fragmentada porque dentro del mismo planeta hay movimiento, muy lento, pero hay movimiento.
Una de las placas que constituyen al país es la placa Norteamericana que está en la parte continental de México y los países del norte; otra placa es la del Pacífico que es la que se está robando la península de Baja California porque el límite es, precisamente, en donde se está formando el Golfo de California, ese es límite entre la placa Norteamericana y la del Pacífico y entonces está conecta con todo el Cinturón de Fuego.
“Otra placa es la de Rivera que es pequeña, es como del tamaño de la península de Yucatán. La cuarta placa es la de Cocos que es una placa grandecita, pero no es de las más grandes en el mundo, en cuestión de área tal vez sería, aproximadamente, como 3/4 partes de lo que es la República Mexicana, o quizá la mitad.
Y finalmente, un poquito más al sur, por el Golfo de Tehuantepec, está lo que es la punta occidental de la placa del Caribe”, explicó el doctor Víctor Hugo Espíndola Castro, responsable de análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
Espíndola Castro destaca que la placa de Cocos abarca desde las costas de Jalisco, Colima, Michoacán y Guerrero hasta la parte sur del país, de hecho llega hasta Centroamérica.
“La placa de Cocos penetra a la placa Norteamericana, son trayectorias casi encontradas, en esa lucha, la de Cocos penetra por debajo de la Norteamericana, pero no se destruye inmediatamente, sigue su curso y entonces empieza a bajar por la corteza y finalmente penetra el Manto que es otra capa más profunda de la Tierra; esa placa origina lo que es el Eje Volcánico Mexicano, por eso es importante porque son como mil 700 kilómetros del límite entre la placa de Cocos y la Norteamericana”.
Entonces, la fricción que crea el choque entre ambas placas provoca que se genere mucha deformación y eventualmente dan origen a la sismicidad que se vive diario.
“Los sismos son de magnitudes muy pequeñas, pero son diarios, sin embargo a pesar de estos pequeños sismos, la energía se sigue acumulando, de forma que en algún momento que haya un fallamiento rápido, una dislocación rápida, un movimiento repentino, se provocaría un gran sismo”, dijo Espíndola.
Los sismos que ocurren entre el limite provocados por esa fricción entre la placa de Cocos y la Norteamericana se les llaman “sismos interplaca” y son los que ocurren con mayor frecuencia.
“El contacto entre ambas placas hace que se vayan deformando, de tal forma que podemos ver que mientras la placa de Cocos penetra bajo la Norteamericana va encontrando material que se opone a ese movimiento, encuentra resistencia y se empieza a ‘apachurrar’ y la parte más penetrada se empieza a inclinar hacía el manto, se funde y luego se mezcla con él.
Por otro lado, en el estado de Guerrero por más de 100 años, la región conocida como la “Brecha de Guerrero” ha presentado un gran “silencio sísmico”, lo que hace pensar a muchos investigadores que la zona está acumulando mucha energía y el día que se llegue a liberar ocurrirá un terremoto con una magnitud superior a los 9 grados. Pero tranquilos, si este movimiento telúrico llegara a ocurrir, las alarmas sísmicas de la Ciudad de México sonarían 60 segundos antes de que llegara el movimiento a la ciudad.
“En Guerrero, específicamente entre Acapulco y Papanoa, se extiende la famosa Brecha Sísmica de Guerrero, es un segmento de la zona de subducción mexicana donde no ha ocurrido un sismo superior a magnitud 7 desde hace más o menos 106 años.
Debo precisar que el tiempo de retorno que transcurre entre un terremoto y el siguiente en un mismo segmento de la zona de subducción mexicana oscila entre 30 y 60 años, entonces esos 106 años rebasan por mucho esa periodicidad, de ahí la preocupación de muchos científicos.
Además, al este de este segmento hay otro igualmente grande donde ocurrió el sismo de 1957 que tiró al Ángel de la Independencia; entonces digamos que en la brecha sísmica está latente la posibilidad y es nuestra responsabilidad como científicos considerar que ocurra un sismo mucho más grande de los que tenemos conocimiento”, aseguró el geofísico Víctor Cruz Atienza.
Sin embargo, el doctor Víctor Hugo Espíndola comenta otra teoría que explicaría la falta de sismos en esa zona. “No quiere decir que no haya ocurrido un sismo, sino que ha habido desplazamientos mínimos”.
Espíndola afirmó que la falta de movimientos telúricos fuertes puede deberse a que no se ha acumulado la suficiente energía en la zona porque las placas se han movido poco y muy lentamente.
“Recordemos que un terremoto es cuando una falla se desliza súbitamente, pero si esa fallita se va moviendo muy lentamente como tortuguita, a lo largo de varios meses, por poner un ejemplo, pues va a pasar desapercibida porque la energía que comúnmente en un sismo se libera en unos cuantos segundos, aquí se va a liberar en meses”, enfatizó.
El responsable de análisis del SSN dijo que varios estudios recientes hacen ver viable la posibilidad de que la ocurrencia de esos sismos lentos esté pasando en la Brecha de Guerrero, de tal manera que no se ha acumulado la suficiente energía en esa región para que ocurra un sismo grande.
“Sin embargo, no hay que descartar la probabilidad, recordemos que los sismos no son predecibles, solo es una teoría”, dijo Espíndola. Fuente: Agencia SUN